En un país como México, donde niños
y jóvenes pueden ser carne de cañón de una
sociedad con múltiples y profundos problemas, los ídolos
deportivos son importantes como ejemplos a seguir, consideró
Luis Gómez, de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Se trata, explicó, de figuras que tienen una función,
porque son muy atractivas para los pequeños. El querer ser
como Giovanni dos Santos, Pablo Barrera o Javier “Chicharito”
Hernández, puede inducir carreras deportivas por emulación.
Asimismo, los héroes pueden ser utilizados, intencionalmente,
como distractores sociales por fuerzas económicas o políticas,
añadió el doctor en sociología e historia por
La Sorbona de París.
Toda colectividad tienen sus ídolos, sean musicales,
deportivos, políticos o intelectuales, y su denominador común
es el carisma, la capacidad de atracción que pueden ejercer
sobre la población para producir efectos de identificación.
El escritor Carlos Fuentes es ejemplo de ello, y su obra es objeto
de culto, al igual que Carlos Monsiváis, o Carlos Montemayor,
señaló el catedrático.
Además, las sociedades requieren de ellos, no en
el sentido de la búsqueda de cultos irracionales, sino de
figuras que se vuelvan estímulo a la emulación en
los logros, las realizaciones y el reconocimiento.
“Eso siempre será valorado y necesario. Lo
que no necesitamos son ídolos de papel, o ahora de pixeles,
sino íconos de carne y hueso, con realizaciones concretas
que puedan servir a los niños y jóvenes como referentes
para saltar sus propias barreras”, opinó.
La construcción de un referente auténtico
parte necesariamente de la capacidad del individuo expresada en
un cierto contexto. Es importante tener hombres destacados no sólo
en el deporte, también en la ciencia, para lograr el interés
de los jóvenes y que decidan dedicarse a algo que parece
imposible, pero realizable, añadió.
Incluso, abundó, en otros ámbitos como las
artes se requieren íconos que representen aspiraciones nacionales
regionales, populares y que permitan la creación de figuras
reconocidas.
Objeto de culto
Un ídolo es, fundamentalmente, un ícono que
se vuelve objeto de culto, que se desarrolla con admiración,
emulación o ejemplo, y permite una identificación,
generalmente de carácter popular, abundó.
Para construir un héroe deportivo es necesario,
en primer lugar, contar con ciertos atributos, capacidades y potenciales
y, en segundo, tener una imagen que pueda considerarse atractiva,
ser una especie de idealización por sus características,
particularmente físicas, y también por su capacidad
de reacción o velocidad, y control de sus acciones.
Una vez que se desata el interés por una personalidad,
en la sociedad empiezan a funcionar ciertos mecanismos, algunos
ligados a la comercialización. Muchos de ellos se vuelven
objetos publicitarios para promocionar productos, o se convierten
en promotores de causas, a veces de carácter humanístico,
como la búsqueda de fondos para asociaciones con fines asistenciales
o de protección al medio ambiente.
El surgimiento de un ídolo deportivo, reiteró,
implica una confluencia de factores; debe tener sus capacidades
particulares, porque no se puede fabricar, por ejemplo, a partir
de un mal futbolista. Se requieren ciertas condiciones, basadas
en identificaciones populares, étnicas o sociales, y que
en sí representen aspiraciones.
Su creación, concluyó, pasa por la personificación
de los anhelos y el deseo de tener figuras que representen al grupo,
al Estado, a la Universidad, al país, y que proyecten fuerza
y poder. Tener un ídolo es, básicamente, aceptar que
puede haber un liderazgo legítimo y prometedor, fuente de
esperanza de cambio y logros.