Hace poco más de un mes, el sudafricano Bigboy Cherevere
llegó a casa con ganas de ver el partido del Barcelona-Arsenal
y encontró a sus hijos frente al televisor; furioso porque
no lo dejaban presenciar los históricos cuatro goles que
Lionel Messi anotó en esa jornada, tuvo tal disputa con su
esposa que todo acabó en divorcio.
“Muchos podrían decir que el fútbol
aleja a las familias y a las parejas, pero es injusto culpar al
deporte en sí; esto se debe más bien a la creciente
tendencia individualista que experimenta la sociedad posmoderna
que, como si portara un iPod con todo y audífonos, ha comenzado
a crear una barrera que obstaculiza la comunicación y convivencia
en el núcleo familiar”, señaló Ricardo
Trujillo Correa, académico de la Facultad de Psicología
(FP) de la UNAM.
La familia, desde hace más de 50 años, se
encuentra en un lento proceso de fragmentación, pero no por
el balompié ni por los entretenimientos, sino porque puso
de lado al espacio público, que en un primer momento eran
la calle y la plaza, para descender en una espiral cada vez más
cerrada en la que, incluso, la intimidad de la sala del hogar no
proporciona el suficiente aislamiento, añadió.
Antes, ir al estadio era una experiencia vinculante, comunitaria
y familiar, y los padres, hijos, amigos y parejas esperaban con
ansías el domingo para disfrutar del juego. Hoy, por el contrario,
se disparan en el mundo las ventas de televisores de plasma y
lcd, pues los aficionados actuales prefieren espacios cerrados
que simulen la experiencia de “estar en medio del partido”,
pero con “sonido envolvente” y en “alta definición”.
“Un ejemplo en el que el promocional se adelanta
a la realidad es ese comercial de cerveza que caricaturiza a los
hombres al dibujarlos como seres capaces de romper con sus parejas
durante el mes que dura la Copa. Esto evidencia la capacidad actual
de desvinculación por el entretenimiento, y pese a ello,
el comercial irónicamente termina diciendo: 'El fútbol
nos une'”, expuso.
“Al no existir ya lo común (menos con audio
y video), sólo aspiramos a portar nuestra propia experiencia
individualizada, porque la máxima reza: “Cada quien
es dueño de hacer su propia vida”. Por eso, si no te
gusta lo que estás viendo, sólo tienes que ir a tu
cuarto para sintonizar la transmisión de tu gusto, o en el
caso de Bigboy, cambiar de familia”.
El problema, por tanto no es el fútbol, sino el
vínculo social que hemos establecido en el que predomina
el individuo y la “privatización de la afectividad”,
porque aunque los analistas digan que se trata de un deporte de
masas, la realidad es que las “nuevas experiencias Hi-fi
en tercera dimensión” son una suerte de estadios personalizados
con palcos individuales, en vez de familiares.
Esto se puede constatar en otros espacios sociales, como
el transporte público, donde cada quien mira hacia dentro:
escuchando, leyendo y evitando en lo posible el contacto afectivo
y físico, indicó.
Así como Bigboy Cherevere exigía ver el partido
de Barcelona sin importarle que fuera la hora del programa favorito
de sus hijos, el tiempo del fútbol se ha vuelto para muchos
una suerte de espacio propio que no admite concesiones ni negociaciones;
si alguien más se quiere integrar, debe plegarse a lo que
dicte el dueño del control remoto, y si no le parece, pues
es hora de buscar diversión en otra parte, subrayó
Trujillo Correa.
“Si nadie quiere compartirlo contigo no hay problema,
la sala de televisión es muy amplia, y oscura y la experiencia
del home theater te hace sentir que estás en el
estadio, en medio de la multitud vociferante, aunque en realidad
estás solo”, acotó.
Para concluir, el profesor señaló que por
más que se atribuya al fútbol la separación
de las familias, o incluso a la cada vez más absorbente tecnología,
en realidad la responsable es la tendencia cultural que nos aísla.
Por ello, el académico sugirió a la sociedad
mantenerse alerta e invertir la espiral, es decir, regresar el espacio
público y a la convivencia social, no vaya a ser que terminemos
como Bigboy Cherevere, que se quedó sin familia, pero eso
sí, al final pudo ver la histórica goleada de Messi
contra el Arsenal.