Boletín UNAM-DGCS-357
Ciudad Universitaria.
11:00 hrs. 13 de junio de 2010

Manuel Quijano Torres


EL FÚTBOL Y LA POLÍTICA

 

• Aunque se dice que hermana naciones, también es capaz de detonar guerras, como demuestra la historia reciente
• Quienes detentan el poder suelen valerse del balompié para manipular a las masas, señaló Manuel Quijano Torres, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

El fútbol es una actividad política. El prestigio y autoestima de la ciudad o país al que representa crece cuando un equipo gana, fenómeno que con frecuencia es aprovechado por las personas que detentan el poder, expuso Manuel Quijano Torres, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.

Se afirma que el balompié es capaz de hermanar a los pueblos; sin embargo, hay evidencias de lo contrario, pues este deporte ha llegado a desencadenar verdaderas guerras, como la registrada en 1969, entre Honduras y El Salvador, cuando las dos naciones buscaban clasificar para la copa México 70.

Ambas selecciones se enfrentaron en dos partidos, pero los resultados no satisficieron a la afición, por lo que se propuso un tercer encuentro; no obstante, esto provocó tal descontento, que rápidamente estallaron revueltas en la zona.

Las fricciones que iniciaron en la calle, terminaron por provocar escozor en los círculos diplomáticos, ocasionando que 11 mil salvadoreños fueran expulsados de Honduras.

En represalia, automotores militares de El Salvador fueron despachados más allá de sus fronteras, al tiempo que una flota de aviones bombardeaba los principales puertos hondureños.

Esta guerra, aunque duró pocos días, cobró la vida de miles de civiles, y se hubiera postergado de no ser por la intervención de otros países.

Para todos los que aman la intensidad del fútbol

El fútbol es un deporte de masas; para jugarlo no se necesita de gran infraestructura: basta una pelota y cuatro piedras que emulen los postes de una portería, indicó Quijano.

Sin embargo, detrás de esta aparente sencillez opera un complicado engranaje, pues el balompié genera una serie de fenómenos tan complejos que pueden llevar a las masas a un punto de ebullición emocional y encender pasiones difíciles de controlar, por lo que los gobiernos deben emplear ciertas estrategias para que las multitudes no se desborden.

Debido a su poder de convocatoria y convencimiento, los políticos del siglo XX rápidamente hicieron que este deporte abanderara ciertos regímenes. Alguien que empleó estas tácticas fue Benito Mussolini, quien no sólo presionó para que la segunda copa tuviera lugar en Italia, sino que usó este encuentro deportivo para hacer alarde de una pretendida superioridad fascista, de manera similar a lo que hizo Hitler con los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, aunque el fútbol ha sido usado como herramienta para sostener dictaduras (cuando detectaba que podía haber movilizaciones sociales, Francisco Franco pedía que se retransmitieran por radio “partidos de mucha garra”), es indudable que se ha vuelto símbolo del espíritu de muchos pueblos.

Por ello, cuando los indicadores señalan que es conveniente, los administradores del poder echan mano de estrategias políticas, e incluso educativas, que se valen del fútbol a la hora de levantar pasiones y fomentar la unión entre la comunidad.

Cualquier persona interesada en la conducta de las masas sabe que los 11 jugadores que ganan una copa representan prestigio para su país. “Es un asunto de amor propio; cuando una sociedad tiene baja autoestima, deja que todo se destruya a su alrededor, pero cuando se revalora (como pasa al experimentar uno de estos triunfos), comienza a ser solidaria”, expuso.

¿Campo de juego o de batalla?

Cuando juega el tricolor, la ciudad se paraliza. Hay quienes se apuestan frente al televisor con una camisa verde, y los que se sienten más “patrióticos” pintan sus mejillas con los colores de la bandera. “Sin embargo, cuando la Selección sale a la cancha, lo que está en juego es un partido, no los intereses de México. No se juega el honor ni el orgullo nacional”, valoró.

Quienes creen que se trata de un asunto de orgullo patrio lo hacen porque cada uno de los equipos usa los colores del país que representan. “¡Ponte la verde! en realidad es una herramienta semiótica que usan los políticos; es una estrategia que se puede entender en términos de pan y circo”.

Al respecto, el especialista aseveró que el fútbol representa un papel protagónico en la vida de toda nación. Prueba de ello es que la próxima copa es en Sudáfrica, con altos índices de rezago educativo y de salud que busca, a partir del balompié, robustecer la autoestima social de sus habitantes y paliar las deficiencias y carencias que aún padecen.

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Fotos

Para Manuel Quijano Torres, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, el fútbol es capaz de fortalecer y estrechar los vínculos entre los habitantes de una comunidad.