El fútbol es una actividad política. El prestigio
y autoestima de la ciudad o país al que representa crece
cuando un equipo gana, fenómeno que con frecuencia es aprovechado
por las personas que detentan el poder, expuso Manuel Quijano Torres,
de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de
la UNAM.
Se afirma que el balompié es capaz de hermanar a
los pueblos; sin embargo, hay evidencias de lo contrario, pues este
deporte ha llegado a desencadenar verdaderas guerras, como la registrada
en 1969, entre Honduras y El Salvador, cuando las dos naciones buscaban
clasificar para la copa México 70.
Ambas selecciones se enfrentaron en dos partidos, pero
los resultados no satisficieron a la afición, por lo que
se propuso un tercer encuentro; no obstante, esto provocó
tal descontento, que rápidamente estallaron revueltas en
la zona.
Las fricciones que iniciaron en la calle, terminaron por
provocar escozor en los círculos diplomáticos, ocasionando
que 11 mil salvadoreños fueran expulsados de Honduras.
En represalia, automotores militares de El Salvador fueron
despachados más allá de sus fronteras, al tiempo que
una flota de aviones bombardeaba los principales puertos hondureños.
Esta guerra, aunque duró pocos días, cobró
la vida de miles de civiles, y se hubiera postergado de no ser por
la intervención de otros países.
Para todos los que aman la intensidad del fútbol
El fútbol es un deporte de masas; para jugarlo no
se necesita de gran infraestructura: basta una pelota y cuatro piedras
que emulen los postes de una portería, indicó Quijano.
Sin embargo, detrás de esta aparente sencillez opera
un complicado engranaje, pues el balompié genera una serie
de fenómenos tan complejos que pueden llevar a las masas
a un punto de ebullición emocional y encender pasiones difíciles
de controlar, por lo que los gobiernos deben emplear ciertas estrategias
para que las multitudes no se desborden.
Debido a su poder de convocatoria y convencimiento, los
políticos del siglo XX rápidamente hicieron que este
deporte abanderara ciertos regímenes. Alguien que empleó
estas tácticas fue Benito Mussolini, quien no sólo
presionó para que la segunda copa tuviera lugar en Italia,
sino que usó este encuentro deportivo para hacer alarde de
una pretendida superioridad fascista, de manera similar a lo que
hizo Hitler con los Juegos Olímpicos.
Sin embargo, aunque el fútbol ha sido usado como herramienta
para sostener dictaduras (cuando detectaba que podía haber
movilizaciones sociales, Francisco Franco pedía que se retransmitieran
por radio “partidos de mucha garra”), es indudable que
se ha vuelto símbolo del espíritu de muchos pueblos.
Por ello, cuando los indicadores señalan que es
conveniente, los administradores del poder echan mano de estrategias
políticas, e incluso educativas, que se valen del fútbol
a la hora de levantar pasiones y fomentar la unión entre
la comunidad.
Cualquier persona interesada en la conducta de las masas
sabe que los 11 jugadores que ganan una copa representan prestigio
para su país. “Es un asunto de amor propio; cuando
una sociedad tiene baja autoestima, deja que todo se destruya a
su alrededor, pero cuando se revalora (como pasa al experimentar
uno de estos triunfos), comienza a ser solidaria”, expuso.
¿Campo de juego o de batalla?
Cuando juega el tricolor, la ciudad se paraliza. Hay quienes
se apuestan frente al televisor con una camisa verde, y los que
se sienten más “patrióticos” pintan sus
mejillas con los colores de la bandera. “Sin embargo, cuando
la Selección sale a la cancha, lo que está en juego
es un partido, no los intereses de México. No se juega el
honor ni el orgullo nacional”, valoró.
Quienes creen que se trata de un asunto de orgullo patrio
lo hacen porque cada uno de los equipos usa los colores del país
que representan. “¡Ponte la verde! en realidad
es una herramienta semiótica que usan los políticos;
es una estrategia que se puede entender en términos de pan
y circo”.
Al respecto, el especialista aseveró que el fútbol
representa un papel protagónico en la vida de toda nación.
Prueba de ello es que la próxima copa es en Sudáfrica,
con altos índices de rezago educativo y de salud que busca,
a partir del balompié, robustecer la autoestima social de
sus habitantes y paliar las deficiencias y carencias que aún
padecen.