La deficiencia de selenio en el suelo en algunas regiones
del país, provoca que la leche y la carne de algunos animales
carezcan de ese elemento. Ante ello, el académico del
Programa de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Cuautitlán, Jorge Tórtora Pérez,
participa en un equipo multidisciplinario que desarrolla soluciones
farmacéuticas para enfermedades en ovinos y caprinos.
La falta de selenio, que puede traer consecuencias graves
para la población, es un problema serio en prácticamente
toda la nación, excepto en entidades como Chihuahua y Coahuila.
Desde el punto de vista veterinario, su falta se traduce en menor
eficiencia productiva de los animales, aseguró.
La principal fuente de selenio para el humano es la carne;
los vegetales no lo contienen, y los pocos que lo poseen suelen
ser deficientes. Además, el problema se agrava por tierras
pobres en ese elemento y ricas en azufre.
Se ha comprobado que trabaja sobre enzimas, —moduladores metabólicos
que actúan en los procesos de oxidación y reducción
en células—, tejidos y síntesis de hormonas,
relacionados con los cánceres de mama y próstata,
agregó.
El selenio y la tiroides
Como parte de su trabajo, Tórtora Pérez ha
encontrado un campo de investigación relativamente inexplorado:
la relación de ese elemento con problemas en la glándula
tiroides, que le ha permitido establecer un vínculo de estudio
con Carlos Valverde, del Instituto de Neurobiología (INb)
de la UNAM, campus Juriquilla.
Al interior de la glándula, una enzima se encarga
de unir el yodo a la hormona tiroidea, pero si falta selenio la
síntesis es defectuosa.
Un segundo nivel de acción, tal vez más importante,
consiste en que al salir de la glándula, la hormona es inactiva,
llega a los tejidos periféricos donde se activa con la pérdida
de yodo; cuatro enzimas son las encargadas de separar el yodo y,
de ellas, tres dependen del selenio. Por esta razón la carencia
puede afectar la función de la tiroides a nivel central y
periférico, explicó.
Esta relación de variables es poco estudiada a nivel
mundial, aunque un grupo belga trabaja en África Central,
donde se han registrado problemas de tiroides; en China se examina
porque han tenido problemas cardiacos derivados, y en Escocia, se
ha relacionado la falta del elemento con baja fertilidad en hombres,
señaló.
Asimismo, expuso que existen suplementos, pero son poco
eficientes. Por ello, en Estados Unidos comenzaron a enriquecer
al ganado con selenio, para que su carne tenga niveles superiores
a los normales.
De igual forma, personas con VIH que son adicionadas con
ese elemento tienen mejor respuesta inmune; no es una cura ni ataca
al virus, pero favorece el funcionamiento del sistema inmunológico,
al igual que en el resto de los animales.
Otra problemática, continuó, se encuentra en los pacientes
hospitalizados que se mantienen con aportes por venoclisis —inyección
intravenosa de inserción lenta, que puede contener medicamentos,
suero o cualquier otra sustancia que se requiera–, compuestos
por glucosa, aminoácidos y otras sustancias para mantener
el estatus metabólico; se han registrado decesos porque no
hay selenio en el suero.
Patología en ovinos y caprinos
En otra línea de investigación, Tórtora
Pérez estudia una enfermedad que afecta la capacidad reproductiva
de los carneros, la epididimitis, que consiste en la inflamación
del túbulo —que lleva el material seminal desde el
testículo—, resultado de la presencia de una bacteria.
Un área de trabajo a corto y mediano plazo es la mecánica
de acción, es decir, cómo funciona la respuesta inmune.
También, en colaboración con otros científicos,
se ha analizado el control del parásito protozoario del género
Eimeria, que produce la coccidiosis, propia de cada especie.
En particular, se buscan alternativas al problema de productores
de cabras que no proporcionan suplementos a los animales, y no pueden
utilizar estrategias de medicación en el alimento.