“Entre pochos, pachucos, chicanos,
cholos, hispanos y latinos, a todos se nos confunden las etiquetas.
Un latino puede ser blanco, negro o indígena, es una categoría
cultural”, señaló Axel Ramírez Morales,
especialista del Centro de Investigaciones sobre América Latina
y el Caribe (CIALC) de la UNAM.
Los latinos, agregó, se mueven en diferentes vectores,
como los de raza, color, género, estatus socioeconómico,
lenguaje, calidad migratoria y la manera de incorporarse a Estados
Unidos.
“Nos encontramos en una época donde las identidades
son a la carta. La identidad es un performance que se puede
actuar. Uno se acomoda a lo que quiere, pues las identidades se
negocian”, dijo.
Además, es un fenómeno complicado, pues cada
persona busca incrustarse en un espacio social donde ese conjunto
de rasgos le funcione, comentó al participar en la mesa
Los inmigrantes latinoamericanos ante la crisis global, de
la Primera Semana de la Latinidad, organizada por el CIALC.
“Los nietos de los migrantes mexicanos son más mexicanos
que los propios migrantes, son los que nunca han estado en México,
pero a través de la relación con sus familiares crean
un interés por su patria de origen”.
Inclusive, recordó, el escritor Gabriel García
Márquez decía que uno es de donde pasa los primeros
años de su vida, “cada uno adopta su identidad”.
El especialista en migración comentó que
la crisis global aceleró el éxodo de gente. Irónicamente,
ahora son las familias, en México, las que deciden qué
miembro se irá “al otro lado”. Se hacen cónclaves
y se designa a una persona para que se vaya y, posteriormente, lo
sigan los demás.
Un aspecto importante son las remesas. Ahora los mexicanos
mandan dinero a sus parientes al país vecino por tres razones:
están desempleados, no quieren perder su espacio social y
quieren que permanezcan allá.
Pero, aclaró, las remesas también están
causando pereza laboral. Los campesinos no quieren trabajar, porque
les llega dinero sin hacer ningún esfuerzo. Y aunque su objetivo
inicial era impulsar un desarrollo regional, lo que en realidad
está provocando es inactividad.
En su momento, el investigador de la Universidad Autónoma
de Ciudad Juárez (UACJ), Samuel Schmidt, comentó que
no hay una uniformidad antimigrante en Estados Unidos.
La actitud de la sociedad mexicana frente a la migración
se parte en dos: la de allá y la de acá. A los connacionales
que radican en nuestro país no les preocupa el tema e incluso
lo ignoran; sin embargo, los que viven en la Unión Americana
se organizan para que su postura sea tomada en cuenta.
Para concluir, el también académico de la
UACJ, Ricardo León García, rememoró que en
ciudad Juárez se vive, desde hace poco más de dos
años y medio, un ambiente de violencia e intranquilidad.
“Ocurre todos los días y el clima de inseguridad es
atroz”.
Al comenzar la segunda década del siglo XXI, esa
urbe fronteriza ha ido perdiendo a sus habitantes hasta despoblarse,
desde 2007, en un 25 por ciento. “En 2005, éramos millón
y medio de personas, y ahora sumamos un millón 200 mil”,
concluyó.