La Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, del
Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la
UNAM, con sede en Puerto Morelos, Quintana Roo, dedicada al estudio
de esos ecosistemas, es única en Latinoamérica y
en parte importante del mundo.
Sus actividades se centran no sólo en los arrecifes,
sino en los sistemas conexos, como las praderas sumergidas o pastos
marinos, manglares y aguas continentales que se encuentran alrededor
de ellos, explicó Roberto Iglesias Prieto, jefe de esa
instancia.
Los trabajos incluyen aspectos que van desde la biología
molecular, o eventos que ocurren en espacios y tiempos pequeños,
a nivel celular, hasta cuánto tarda en hacerse un arrecife,
proceso que ocurre a escalas geológicas.
Entre las investigaciones que se realizan están
las relativas a las afectaciones que provocará el aumento
del nivel del mar, por el calentamiento global y cambio climático.
Aumento en el nivel del mar
“La tasa predicha podría ser superior a
nuestra habilidad de adaptarnos como sociedad; las consecuencias
pueden ser catastróficas, en particular en sitios como
la parte norte de Quintana Roo, donde casi toda la infraestructura
económica, que da vida a la entidad, se encuentra localizada
sobre la zona más vulnerable a tales incrementos”,
dijo.
En la actualidad, se ha documentado ese aumento, aunque
es variable de acuerdo con la zona. “Lo que se desconoce
es si será una cuestión lineal o no, es decir, un
evento desastroso que cambie las predicciones del Panel Internacional
de Cambio Climático, como el colapso de las capas de hielo
del Ártico, Groenlandia o la Antártica”, señaló.
Eso daría cifras mucho más elevadas que
las especuladas, y podría comprometer la viabilidad de
centros turísticos y puertos, entre otras situaciones.
Otro reflejo de ese fenómeno es la inevitable pérdida
de playas en ese estado, también resultado del mal manejo
de las construcciones en la zona costera, acotó.
Aunque se puedan reducir las emisiones de bióxido
de carbono a la atmósfera en la próxima década,
se elevará el nivel del mar en una cantidad considerable
en los próximos 100 años, “sólo por
lo que ya hemos hecho”. El aumento podría ser de
unos cuantos centímetros, o hasta casi medio metro, de
acuerdo con cada escenario, aunque las predicciones son variables,
sostuvo.
Paul Blanchon, investigador de la Unidad, ha demostrado
que hace 125 mil años ocurrió un incremento de tres
metros en un periodo de 50 años. “Eso significaría
cambios mucho más dramáticos a los que no podríamos
adaptarnos. De ahí la importancia de conocer los rangos
en que podría suceder”, dijo Iglesias Prieto.
Las temperaturas elevadas y acidificación del
océano, además, pueden afectar los ecosistemas.
Tales condiciones no son buenas para los arrecifes, porque comprometen
la capacidad de los corales de depositar carbonato de calcio y
formar “esqueletos”, que sirven como enormes barreras
que protegen a las costas de las tormentas tropicales o huracanes.
Ese y otros servicios ambientales, como alimentación,
recursos pesqueros, biodiversidad e industria turística,
que brindan los arrecifes, se verían comprometidos, sentenció.
En la Unidad se analiza el efecto de la radiación
solar sobre las tasas con las que los corales depositan carbonato
de calcio. La siguiente etapa es medirlo en niveles históricos,
usando los esqueletos como una aproximación. Ello es posible
porque los corales forman anillos de crecimiento anuales.
“Analizamos cómo ocurren, a nivel celular
y molecular, los procesos de calcificación, cómo
las condiciones ambientales los controlan y cómo se refleja
en la historia”, señaló.
Los arrecifes coralinos son las estructuras biogénicas
(de origen biológico) más grandes del planeta, tanto,
que se pueden ver desde el espacio. Se distribuyen en los trópicos,
donde hay luz, hasta los 90 metros de profundidad en aguas claras,
y su formación requiere miles de años de funcionamiento
continuo.
Se trata de los ecosistemas con la mayor biodiversidad
de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones
son desfavorables, los arrecifes se disuelven; la tasa de erosión
es más grande que la de calcificación, y la estructura
se pierde.
Praderas submarinas
En la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales
también se estudian los pastos marinos, que juegan un papel
importante de estabilización de los sedimentos en el océano,
y son sitios de desarrollo de muchas especies, como invertebrados
de importancia comercial. Además, se relacionan con los
arrecifes y podrían contribuir a “acondicionar”
el agua, frente a la acidificación del océano.
De igual modo, se analizan productos naturales. “El
arrecife es uno de los ecosistemas más diversos que existen
en el planeta, y la cantidad de compuestos que se pueden obtener
con potenciales usos farmacéuticos, es enorme”, aseguró.
Las exploraciones están basadas en venenos que
producen los nidarios (anémonas, medusas, corales) en sus
nematocitos. Se trata de toxinas que utilizan para paralizar a
sus presas. Casi todas son proteínas.
Estas y otras áreas “donde tenemos alta
presencia nacional e internacional” deben consolidarse.
El impacto científico de la Unidad Académica de
Sistemas Arrecifales es cada vez más grande, finalizó
Iglesias.
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