Boletín UNAM-DGCS-336
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 3 de junio de 2010

Roberto Iglesias Prieto


ÚNICA EN SU TIPO, LA UNIDAD ACADÉMICA DE SISTEMAS ARRECIFALES DE LA UNAM

 

• Entre las investigaciones que ahí se realizan, se encuentran las relativas a las afectaciones que provocará el aumento del nivel del mar a causa del calentamiento global, explicó Roberto Iglesias Prieto, jefe de esa instancia
• También se estudian praderas submarinas y se analizan productos naturales, entre otros trabajos

La Unidad Académica de Sistemas Arrecifales, del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM, con sede en Puerto Morelos, Quintana Roo, dedicada al estudio de esos ecosistemas, es única en Latinoamérica y en parte importante del mundo.

Sus actividades se centran no sólo en los arrecifes, sino en los sistemas conexos, como las praderas sumergidas o pastos marinos, manglares y aguas continentales que se encuentran alrededor de ellos, explicó Roberto Iglesias Prieto, jefe de esa instancia.

Los trabajos incluyen aspectos que van desde la biología molecular, o eventos que ocurren en espacios y tiempos pequeños, a nivel celular, hasta cuánto tarda en hacerse un arrecife, proceso que ocurre a escalas geológicas.

Entre las investigaciones que se realizan están las relativas a las afectaciones que provocará el aumento del nivel del mar, por el calentamiento global y cambio climático.

Aumento en el nivel del mar

“La tasa predicha podría ser superior a nuestra habilidad de adaptarnos como sociedad; las consecuencias pueden ser catastróficas, en particular en sitios como la parte norte de Quintana Roo, donde casi toda la infraestructura económica, que da vida a la entidad, se encuentra localizada sobre la zona más vulnerable a tales incrementos”, dijo.

En la actualidad, se ha documentado ese aumento, aunque es variable de acuerdo con la zona. “Lo que se desconoce es si será una cuestión lineal o no, es decir, un evento desastroso que cambie las predicciones del Panel Internacional de Cambio Climático, como el colapso de las capas de hielo del Ártico, Groenlandia o la Antártica”, señaló.

Eso daría cifras mucho más elevadas que las especuladas, y podría comprometer la viabilidad de centros turísticos y puertos, entre otras situaciones. Otro reflejo de ese fenómeno es la inevitable pérdida de playas en ese estado, también resultado del mal manejo de las construcciones en la zona costera, acotó.

Aunque se puedan reducir las emisiones de bióxido de carbono a la atmósfera en la próxima década, se elevará el nivel del mar en una cantidad considerable en los próximos 100 años, “sólo por lo que ya hemos hecho”. El aumento podría ser de unos cuantos centímetros, o hasta casi medio metro, de acuerdo con cada escenario, aunque las predicciones son variables, sostuvo.

Paul Blanchon, investigador de la Unidad, ha demostrado que hace 125 mil años ocurrió un incremento de tres metros en un periodo de 50 años. “Eso significaría cambios mucho más dramáticos a los que no podríamos adaptarnos. De ahí la importancia de conocer los rangos en que podría suceder”, dijo Iglesias Prieto.

Las temperaturas elevadas y acidificación del océano, además, pueden afectar los ecosistemas. Tales condiciones no son buenas para los arrecifes, porque comprometen la capacidad de los corales de depositar carbonato de calcio y formar “esqueletos”, que sirven como enormes barreras que protegen a las costas de las tormentas tropicales o huracanes.

Ese y otros servicios ambientales, como alimentación, recursos pesqueros, biodiversidad e industria turística, que brindan los arrecifes, se verían comprometidos, sentenció.

En la Unidad se analiza el efecto de la radiación solar sobre las tasas con las que los corales depositan carbonato de calcio. La siguiente etapa es medirlo en niveles históricos, usando los esqueletos como una aproximación. Ello es posible porque los corales forman anillos de crecimiento anuales.

“Analizamos cómo ocurren, a nivel celular y molecular, los procesos de calcificación, cómo las condiciones ambientales los controlan y cómo se refleja en la historia”, señaló.

Los arrecifes coralinos son las estructuras biogénicas (de origen biológico) más grandes del planeta, tanto, que se pueden ver desde el espacio. Se distribuyen en los trópicos, donde hay luz, hasta los 90 metros de profundidad en aguas claras, y su formación requiere miles de años de funcionamiento continuo.

Se trata de los ecosistemas con la mayor biodiversidad de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones son desfavorables, los arrecifes se disuelven; la tasa de erosión es más grande que la de calcificación, y la estructura se pierde.

Praderas submarinas

En la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales también se estudian los pastos marinos, que juegan un papel importante de estabilización de los sedimentos en el océano, y son sitios de desarrollo de muchas especies, como invertebrados de importancia comercial. Además, se relacionan con los arrecifes y podrían contribuir a “acondicionar” el agua, frente a la acidificación del océano.

De igual modo, se analizan productos naturales. “El arrecife es uno de los ecosistemas más diversos que existen en el planeta, y la cantidad de compuestos que se pueden obtener con potenciales usos farmacéuticos, es enorme”, aseguró.

Las exploraciones están basadas en venenos que producen los nidarios (anémonas, medusas, corales) en sus nematocitos. Se trata de toxinas que utilizan para paralizar a sus presas. Casi todas son proteínas.

Estas y otras áreas “donde tenemos alta presencia nacional e internacional” deben consolidarse. El impacto científico de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales es cada vez más grande, finalizó Iglesias.

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Fotos

Los arrecifes son los ecosistemas con mayor biodiversidad de los ambientes oceánicos, pero cuando las condiciones son desfavorables, se disuelven; la tasa de erosión es más grande que la de calcificación, y la estructura se pierde.