Boletín UNAM-DGCS-301
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 18 de mayo de 2010

Ana Lilian Martín del Pozzo


CENIZA VOLCÁNICA PODRÍA AFECTAR VÍAS RESPIRATORIAS, PLANTAS Y MANANTIALES

 

• Algunas partículas eyectadas durante una erupción pueden ser respirables e irritar los ojos, aunque en muchos casos sus efectos son reversibles, afirmó Ana Lillian Martín del Pozzo, del Instituto de Geofísica de la UNAM
• También, podrían afectar a plantas y modificar la concentración de los componentes de los manantiales

Algunas cenizas eyectadas por los volcanes durante una erupción podrían afectar las vías respiratorias y los ojos, incluso a plantas y manantiales cercanos, afirmó Ana Lillian Martín del Pozzo, investigadora del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM.

“No solamente dañan al ser humano, sino a otros animales como las vacas, que se alimentan de vegetación cubierta con ceniza proveniente del volcán y se enferman del estómago”, añadió.

Los perjuicios de las cenizas sobre animales, plantas y ecosistemas cercanos dependen de su tamaño, composición y cantidad, pero en general, las consecuencias negativas en las vías respiratorias ocurren con partículas menores a 10 micras.

En México, la ceniza volcánica generalmente contiene más de 50 por ciento de sílice, y en proporción menor, óxidos de aluminio, calcio, sodio, potasio, magnesio, fierro, titanio y manganeso.

“Existen dos tipos: las gotitas y los pedacitos de rocas. Las partículas de mayor tamaño caen cerca del volcán, mientras que las más pequeñas se distribuyen en la atmósfera y son desplazadas por los vientos”, dijo la científica adscrita al Departamento de Vulcanología del IGf.

En estudios conjuntos con especialistas del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), con la Facultad de Medicina, estudiantes de la Facultad de Ciencias, y del posgrado en Ciencias de la Tierra, Martín del Pozzo ha analizado los efectos de las cenizas en la salud humana y el entorno.

Las afecciones dependen de la concentración, cantidad y frecuencia con que se presentan. Por ejemplo, en poblaciones cercanas al Popocatépetl, como Ozumba y Amecameca, los habitantes han estado frecuentemente expuestos, pues ese coloso ha tenido numerosas emisiones desde 1994.

“Los estudios sobre efectos en la salud se incrementan cuando hay un volcán, como el Popocatépetl o el de Colima, con mucha actividad, pero después dejan de hacerse. Es importante continuar investigaciones conjuntas para tener información suficiente y aportar datos que sean útiles para el diseño de planes de contingencia, en caso de una erupción”, consideró.

Del muestreo al laboratorio

Los estudios de vulcanología analizan el tipo de actividad de los colosos para reconstruir la historia volcánica, la distribución de sus depósitos (desde rocas, hasta cenizas y gases) y sus edades, la influencia en el relieve y en las poblaciones actuales y antiguas.

“Las cenizas pueden alcanzar decenas de kilómetros de altura y dispersarse en zonas lejanas, dependiendo a dónde las lleven los vientos” En 2001, durante la erupción de enero del Popocatépetl, la columna llegó a los 17 kilómetros, acotó.

Además de rocas y cenizas, durante un evento de ese tipo también pueden surgir nubes ardientes, una mezcla gaseosa con fragmentos y pómez, que fluyen por las laderas.

Los estudios de las cenizas se realizan en directo, durante la erupción, o de forma indirecta, midiendo a distancia la composición de los gases, su concentración y trayectoria.

En ambos casos, los vulcanólogos combinan el trabajo de campo (que incluye muestreo) con el monitoreo, que efectúan mediante equipos ubicados en, o cerca del volcán, y que emiten señales magnéticas relacionadas con el comportamiento, imágenes sobre los materiales eyectados y la sismicidad.

Esos datos se completan con análisis de laboratorio de las rocas y cenizas, que incluyen investigaciones de textura y de microscopía electrónica para conocer su forma y composición.

Finalmente, Martín del Pozzo señaló que los volcanes también contribuyen a la fertilidad de los suelos, a la diversidad del clima y ecosistemas, y a la recarga de agua en el planeta.


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Fotos

Ana Lillian Martín del Pozzo señaló que los volcanes también contribuyen a la fertilidad de los suelos, a la diversidad del clima y ecosistemas, y a la recarga de agua en el planeta.