La enuresis, padecimiento que consiste en la emisión
de orina en la cama o ropa, involuntaria o intencional, diurna
o nocturna, en infantes mayores de cuatro años y medio,
afecta a siete por ciento de los niños, y tres por ciento
de las niñas, y puede presentarse hasta la adolescencia,
expuso Silvia Ortiz León, integrante del Departamento de
Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina (FM)
de la UNAM.
La académica señaló que este trastorno
se conoce desde la antigüedad; en documentos médicos
se ha encontrando la descripción de pequeños que
no controlan la emisión de orina en edades que “no
corresponden”.
Se diagnostica cuando la emisión del líquido
ocurre al menos dos veces a la semana por un periodo de tres meses,
de manera persistente, alrededor de los cinco años de edad;
“aunque desde los dos años se presenta el control,
puede darse el caso de que aún mayores se orinen de forma
ocasional”, dijo.
La enuresis (del griego enourein, vaciamiento
de la orina) es un trastorno llamado de “eliminación”,
que se relaciona con factores hereditarios; es mayor la probabilidad
de presentarlo cuando el padre lo ha padecido (7.1 veces mayor
riesgo), y el porcentaje disminuye cuando la madre ha sido la
afectada (5.2 veces).
En la etiología intervienen otros elementos, entre
ellos, la inmadurez neuromotora de la vejiga, y los de tipo psicológico,
que generalmente coinciden con un episodio relevante en la vida
del infante, como separación familiar, nacimiento de un
hermano, ingreso a la escuela, y emociones de cualquier naturaleza,
incluso, abuso sexual, expuso la especialista.
También incide el ambiente, como carencia socioeconómica
en sentido amplio, y pequeños que viven en internados;
asimismo, la sobrevaloración de la función del esfínter
por parte de los padres, es decir, por exigencia intempestiva
y precoz del uso del baño, sobre todo en madres obsesivas
o fóbicas con marco educativo estricto, sin respeto hacia
el ritmo propio del niño, reiteró Ortiz León.
Subtipos de enuresis
De los subtipos que se han clasificado, la enuresis nocturna
o durante el sueño es la más frecuente; la diurna
es más común en mujeres y se presenta poco después
de los nueve años; también, hay quienes padecen
las dos. La hay primaria, cuando nunca hubo control de esfínteres,
y secundaria, cuando se logró, pero después apareció
el trastorno.
La prevalencia a los 5 años, es de siete por ciento
en varones, y tres por ciento en mujeres; a los 10 años,
de tres y dos por ciento, respectivamente, y a los 18, de uno
por ciento en ambos.
El temperamento de los pequeños afectados puede
variar entre niños pasivos, callados y dóciles,
y los agresivos, revanchistas y negativos, expuso la especialista.
Pero más allá de la etiología o
de la prevalencia, “lo que más preocupa de la enuresis
es el estigma que produce en los infantes, pues son señalados
hasta por sus propias madres y familiares, que los mandan a lavar
su ropa, los maltratan, les dicen palabras hirientes, y los subestiman
cuando los comparan con niños más pequeños.
Ellos tienen que lidiar con la respuesta inadecuada de la sociedad,
con el desprecio y la burla”, indicó.
Tratamiento
Este padecimiento se puede controlar. Primero, es necesario
realizar una historia clínica y el análisis de cada
caso, impartir psicoeducación sobre el trastorno e indicar
modificación de hábitos y conducta; posteriormente,
sugerir un fármaco.
Medicamentos tricíclicos como imipramina, amitriptilina,
clomipramina y desipramina reducen la frecuencia de emisión
de orina en la cama o ropa, hasta una vez por semana, lo que constituye
una mejoría considerable en menores que lo hacen todas
las noches o requieren usar pañal, situación que
“deja una huella importante en su autoestima”.
Asimismo, ayuda establecer reglas como la disminución
de líquidos antes de ir a la cama, o levantar al pequeño
cada cierto tiempo durante la noche, para obligarlo a que aprenda
a vaciar su vejiga hasta que llegue la mañana siguiente.
Se trata de un condicionamiento de la conducta y del establecimiento
de hábitos, donde el infante aprenda a tener autocontrol
y autorregulación, añadió.
Con esta medida o el uso de “alarmas” (ropa
interior que al mojarse emite un sonido, pero que no se consigue
fácilmente en México), se reduce el padecimiento
en 70 por ciento; sin embargo, puede haber recaídas una
vez que se han logrado avances. “El control del esfínter
vesical tiene que ver con el desarrollo general de los niños,
que es un proceso neurobiológico, psicológico y
social”, indicó.
Por ello, Silvia Ortiz recomendó a los padres
de familia llevar a sus hijos en esta situación al especialista,
para que reciban el tratamiento conductual y farmacológico
adecuado, aunque a ellos mismos les haya ocurrido y se hayan ‘curado’
con el tiempo.