Un grupo de científicos del Instituto de Investigaciones
Biomédicas (IIB) de la UNAM, encabezado por Rafael Saavedra
Durán, estudia la respuesta inmune del organismo al parásito
Toxoplasma (T) gondii, causante de la toxoplasmosis.
Aunque esta infección no representa en la actualidad
un problema de salud pública, es de alto riesgo entre individuos
contagiados con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y entre
mujeres embarazadas.
De acuerdo con Saavedra Durán, T. gondii
tiene tres estadios de infección: taquizoito, con forma
de media luna, y se reproduce en cualquier tipo de célula;
bradizoíto, posee un metabolismo más lento que el
taquizoito, y se rodea de una membrana que forma un quiste microscópico,
y esporozoíto, se encuentra dentro del ooquiste (fase esporulada
de ciertos protistas) y es excretado por los felinos infectados.
Existen dos vías de contagio: por ingestión
de ooquistes provenientes de heces de gato, y por el consumo de
carne de cerdo o res mal cocida o cruda, contaminada con quistes
de T. gondii.
Cuando los parásitos infectan el organismo, el
sistema inmune elimina a la mayoría, pero otros se incrustan
y permanecen en diferentes tejidos, durante toda la vida del huésped,
en equilibrio con la respuesta inmune contra ellos.
Pero, al romperse este equilibrio en personas inmunodeficientes,
los quistes se reactivan y empiezan a invadir células,
lo que puede derivar en un riesgo mortal, alertó.
Durante el embarazo
Una de las particularidades de la toxoplasmosis es que
resulta asintomática entre las personas inmunocompetentes,
es decir, con un sistema inmune sano.
Se estima que 30 por ciento de la población mundial
se encuentra infectada con T. gondii, y un número
elevado puede no saberlo, aunque “esta enfermedad puede
ser peligrosa para personas inmunodeficientes, como aquellas infectadas
con VIH, quienes reciben tratamiento por cáncer o por transplante,
y para las mujeres embarazadas”, indicó Saavedra
Durán.
Cuando la infección ocurre durante la gestación,
el parásito puede atravesar la placenta, dañar al
feto y ocasionar un aborto, o provocar que el bebé nazca
con alguna deformidad o presentar secuelas.
En la respuesta inmune contra T. gondii, participan
diversos tipos de células, como los linfocitos T CD4+ y
los CD8+, así como las células dendríticas
y los linfocitos B, entre otros.
“Estamos estudiando la participación de
las células T reguladoras, un subtipo de linfocitos T,
en el combate contra T. gondii”, señaló
el experto.
Si bien los investigadores del IIB aún no conocen plenamente
cómo interaccionan con la respuesta inmune, ya han demostrado
que esas células desempeñan un papel activo en la
respuesta inmunoprotectora.
Ciencia básica
El trabajo de los universitarios se sitúa en el
ámbito de la ciencia básica; como tal, su fin es
conocer los mecanismos del sistema inmune que protegen contra
ese parásito, así como las moléculas de este
último implicadas en el proceso. Esto serviría para
diseñar una posible solución a este padecimiento.
Aunque la toxoplasmosis no representa un peligro inminente,
las mujeres encintas deben ser precavidas; una parte del ciclo
de vida de T. gondii ocurre en los felinos, por lo que
se recomienda que durante el embarazo no tengan contacto con gatos,
porque podrían excretar ooquistes, señaló.
Los quistes de T. gondii, también infectivos,
se pueden encontrar en el tejido de otros animales, como cerdos
o reses. Entonces, el consumo de carne contaminada, mal cocida
o cruda, de igual manera representa un riesgo, concluyó
Saavedra Durán.