Boletín UNAM-DGCS-286
FES Cuautitlán.
06:00 hrs.10 de mayo de 2010

 


TERMOGEL, PARA EL SUMINISTRO CONTINUO Y PROLONGADO DE FÁRMACOS

 

• Patricia Miranda Castro, de la FES Cuautitlán de la UNAM, lo elaboran a partir del quitosán, un derivado de la quitina, con propiedades antibacterianas, antivirales y antimicóticas
• El quitosán permite introducir fármacos en el cuerpo sin necesidad de una incisión; una vez en el interior, se degrada lentamente y libera, poco a poco, el medicamento

A partir de un derivado de la quitina, conocido como quitosán, Patricia Miranda Castro, responsable del Laboratorio de Biotecnología de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán, y un grupo de estudiantes, desarrollan un termogel para liberar fármacos de manera continua y prolongada, o introducir células en el cuerpo mediante una inyección.

La investigadora estudia la quitina desde hace 18 años, un polímero que se encuentra en forma natural en el exoesqueleto de crustáceos como camarones, jaibas y cangrejos, así como en arañas y cucarachas, entre otros.

La quitina se somete a un proceso llamado desacetilación para obtener el derivado quitosán, que se emplea en las industrias de alimentos y farmacéutica, por sus propiedades antibacterianas, antivirales y antimicóticas.

Además, el quitosán presenta una característica físico-química peculiar; si se mezcla con un contraión, o con otro polímero, por debajo de la temperatura corporal, se mantiene en forma líquida; pero si la temperatura alcanza los 37 grados centígrados, se solidifica.

“Lo interesante es que este material permite introducir fármacos en el cuerpo de una persona, sin necesidad de hacer una incisión. Se prepara la mezcla en una jeringa y se inyecta, y cuando alcanza la temperatura de 37 grados centígrados en el interior, el quitosán se solidifica, luego comienza a degradarse lentamente por la acción de la enzima lisozima (que se encuentra en los fluidos corporales) y a liberar, poco a poco, el medicamento”, explicó Miranda Castro.

Control de la hipertensión

Para analizar y evaluar la eficacia del termogel como nuevo medio para suministrar fármacos, Miranda Castro y Luisa Martínez Aguilar trabajan con ratas hipertensas en el Laboratorio de Farmacología del Miocardio de la FES Cuautitlán.

Martínez Aguilar explicó que en el proceso, mezclan termogel con captopril (medicamento que combate la presión arterial alta); este compuesto es inyectado en estado semisólido a los roedores, y después de solidificarse, empieza a liberar el fármaco.

“La intención de esta investigación es hacer, en el futuro, una formulación de termogel, que pueda ser implantada en el cuerpo de una persona y que, a la vez, libere de manera continua y prolongada, un determinado fármaco”, acotó.

Generalmente, los medicamentos para controlar la hipertensión se presentan en tabletas, y a veces el paciente olvida ingerirlas oportuna y constantemente, lo que puede derivar en consecuencias negativas como infartos o lesiones vasculares en el cerebro.

Al respecto, Miranda Castro, reconocida a nivel internacional por haber aprovechado el quitosán en la regeneración de piel de personas quemadas, indicó que la investigación que realizan abre la posibilidad de que la industria farmacéutica cuente con un nuevo instrumento para la administración continua y prolongada de anti-hipertensivos y otros remedios.

En México, sólo seis por ciento de la población controla su hipertensión; entonces, un implante del termogel aseguraría un manejo más eficiente de esa enfermedad crónica”, indicó.

El termogel está elaborado con materia prima económica, y por tratarse de un producto natural, liberaría al cuerpo de productos químicos y, por ende, de posibles úlceras o dolores gastrointestinales, añadió.

Otra aplicación

Por otro lado, una de las colaboradoras de Miranda Castro, la doctorante Eva Guadalupe Lizárraga, desarrolla otra línea de investigación para implementar, con el quitosán, sistemas fungicidas en algunos granos como el maíz.

“En un invernadero recubrimos algunas semillas de maíz con el quitosán, y observamos que las plantas que emergieron presentaban poca carga fúngica y bacteriana. Podemos afirmar que el quitosán inhibe el crecimiento de ciertos hongos patógenos, como Fusarium moniliforme y Aspergillus flavus”, comentó Lizárraga.

También, se encontró que bajo condiciones ácidas de la tierra, las semillas de maíz recubiertas tuvieron un desarrollo acelerado y libre de patógenos. Ahora, se busca indagar el efecto del quitosán a nivel molecular, para inducir en esas plantas los mecanismos de defensa.


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