Fenómenos como las precontingencias y contingencias
ambientales, así como los golpes de calor, pueden derivar
en daños a la salud, afirmó Ana Rosa Moreno Sánchez,
del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina
(FM) de la UNAM.
Respecto al primer problema, señaló que
quienes residen en la Ciudad de México, viven con dificultades
constantes de contaminación, “pero ya no nos fijamos
lo que eso significa. Si hay contingencia, la gente circula como
si nada, cuando debería estar consciente que esa circunstancia
representa riesgos”.
Sin embargo, la percepción de la situación
es baja, porque hemos nacido con ella y ya no le damos la suficiente
importancia.
Los habitantes de la metrópoli, prosiguió,
tienen una exposición crónica y permanente a contaminantes
atmosféricos, y a mediano o largo plazos, eso propicia
una reducción en la función pulmonar; es decir,
la respiración no es tan profunda ni vigorosa como en una
persona que no está expuesta.
Cuando llegan visitantes a esta urbe, se sienten mal
porque no están habituados a los niveles de ozono. “Quienes
estamos acostumbrados, tenemos una respuesta más lenta,
o la tenemos ante altas concentraciones”, expresó.
Contingencias ambientales y golpes de calor
Moreno indicó que la época de calor es
muy proclive para este tipo de fenómenos ambientales. Se
conjuntan la emisión permanente de gases, cuyo volumen
aumenta conforme avanza el día, el calor y la luz solar,
que en conjunto producen el ozono, a lo que se suma el “estancamiento”
del aire.
El problema es que al no haber viento, las concentraciones
se mantienen, y eso puede representar problemas graves para la
salud, dijo la universitaria.
El ozono en salud ambiental es un gas irritante, por
lo que tiene efectos en la garganta, produce congestión
nasal, molestia en los ojos y, en personas sensibles, puede presentarse
tos.
Además, cuando los niveles de contaminación
son más altos, se incrementa el índice de asmáticos
que sufren ataques y requieren atención médica o
más fármacos.
De igual modo, el ozono hace a las personas más
sensibles a las alergias, porque aumenta la presencia de alérgenos,
diferentes pólenes u organismos que causan un impacto en
la salud, y a ese factor, se suma la contaminación.
Esta última también reduce la resistencia
a resfriados o cualquier otro tipo de infección en vías
respiratorias, y puede acelerar, a largo plazo, el envejecimiento
del tejido pulmonar, expuso Moreno Sánchez.
En cuanto al golpe de calor, abundó, se constituye
en un estrés adicional al cuerpo; las personas pueden presentar
dolores de cabeza, deshidratación, problemas metabólicos
o desmayos.
Población vulnerable
Entre los sectores de la población más
vulnerables a estos fenómenos ambientales, Moreno Sánchez
mencionó a los adultos mayores. “Muchos de ellos
siempre usan suéter, no perciben el calor y no beben suficientes
líquidos; cuando sienten malestar, lo añaden a sus
otras patologías y no le dan importancia. La sudoración
excesiva, pérdida de agua y desequilibrio de minerales,
puede causar problemas serios”.
En Europa, recordó, una ola de calor ocurrida
en 2003 causó miles de muertes, sobre todo entre adultos
mayores, porque en ese segmento, la regulación de temperatura
no está en los niveles óptimos.
Este segmento debe evitar exponerse a la contaminación,
porque su organismo está comprometido debido a los problemas
propios de la senectud.
También, los vendedores ambulantes, trabajadores
de la construcción, policías y otras personas que
desarrollan su labor al aire libre, están más expuestos,
y de forma permanente, a altas concentraciones de ozono y al Sol.
“Eso representa un riesgo adicional”, mencionó.
Otro sector desprotegido es el de los niños, cuyas
vías respiratorias no se han desarrollado por completo,
y tienden a pasar más tiempo al aire libre y al Sol. Para
resguardarse, deben cubrirse la cabeza, usar filtros solares y
estar permanente hidratados, aconsejó.
De igual modo, corren riesgo los adultos que hacen ejercicio
en el exterior, porque respiran más rápido y profundo.
Por eso, en casos de contingencia ambiental, se recomienda evitar
la actividad física al aire libre, y si se hace en interiores,
mantener las ventanas cerradas.