Los estromatolitos (stroma, “capa”;
y lithos, “roca”) representan la evidencia
más temprana de vida en la Tierra, y sus ejemplos fósiles
datan de hace 3,500 millones de años. Son comunidades de
bacterias que, por sus actividades metabólicas, permiten
la precipitación de minerales y, por ende, la formación
de estructuras de roca laminada.
Se presentan en sistemas de agua con una condición
oligotrófica, pobre en nutrientes y, por ello, sirven como
indicadores de salud ambiental.
“Es sorprendente que en la actualidad puedan encontrarse
estromatolitos vivos, aunque aún se debate la terminología
que debe emplearse para nombrarlos; nosotros preferimos denominarlos
microbialitos”, comentó Luisa I. Falcón Álvarez,
del Instituto de Ecología (IE) de la UNAM.
Un grupo de investigadoras del Departamento de Ecología
Evolutiva, del IE, encabezado por Falcón Álvarez,
estudia estas comunidades de bacterias –similares a los
fósiles más antiguos– en distintas partes
del país.
Con ello, se ha contribuido a entender mejor su evolución
y, mediante técnicas moleculares, se ha enriquecido su
descripción biológica.
Este proyecto de caracterización de estromatolitos
en México, financiado por el Conacyt, comprende estudios
de cianobacterias y de ecología bacteriana.
Las comunidades bacterianas
Debido a que las comunidades bacterianas se organizan
verticalmente, en las capas más superficiales se encuentran
aquellas que utilizan la luz solar para la fotosíntesis,
y en las más profundas, hay gran diversidad de bacterias
que tienen metabolismo anaerobio.
En los últimos cinco años, se ha concluido
que las bacterias, al igual que los microorganismos macroscópicos,
poseen patrones de estructuración comunitaria y de biogeografía,
señaló Falcón Álvarez.
“Los estromatolitos son un modelo excelente para
comprobar tal tesis. Como integran comunidades aisladas, permiten
comparar su diversidad y estructura comunitaria en un determinado
sitio. Con este proyecto, que involucra diferentes localidades
de estudio, podemos analizar cómo es la diversidad dentro
de, y entre sitios. El hecho de entender cómo se forman
las comunidades bacterianas tiene muchas aplicaciones”,
afirmó la investigadora.
Indicadores de salud ambiental
El grupo de universitarias indaga la ecología
de las comunidades de estromatolitos en la laguna de Bacalar,
en Quintana Roo; el lago cráter de Alchichica, en Puebla
(sus orillas están formadas por estromatolitos masivos);
la Reserva de la Biosfera de Sian Ka'an, en Chiapas, y las pozas
de Cuatro Ciénegas, en Coahuila.
En estos sitios, han advertido que las estructuras estudiadas
por ellas se representan en sistemas de agua con una condición
oligotrófica (de oligo, “baja”; y
trophe, “nutrientes”); es decir, pobres en
nutrientes y, por ello, sirven como indicadores de salud ambiental.
“En una región como la península
de Yucatán, con poco suelo y rica en carbonato de calcio,
el fósforo se adsorbe y, al disminuir en el agua, sólo
organismos capaces de reciclarlo, como las bacterias formadoras
de estromatolitos, pueden crecer y sobrevivir. Por eso, son importantes
indicadores”, puntualizó Falcón Álvarez.
Según la experta del IE, el hecho de entender
cómo se estructuran las comunidades bacterianas es fundamental,
porque este grupo representa la mayor diversidad en nuestro planeta
y se encuentra en todo tipo de ambiente, incluso el cuerpo humano.
“Hay estudios que, al comparar casos severos y
leves de enfermedades como las alergias, arrojan luz sobre la
sucesión bacteriana en el cuerpo humano. Esto seguramente
permitirá a otros grupos de investigación adquirir
el conocimiento suficiente para elaborar vacunas o medicamentos
probióticos”, concluyó.