La sustentabilidad es una meta posible en el Jardín
Botánico de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala
(FES-I) de la UNAM, donde además de conservar especies
nativas de plantas, se aprovechan desechos orgánicos del
campus para alimentar a gusanos rojos que aceleran la obtención
de composta, que vuelve al suelo y al pasto como nutriente.
Además, un original experimento recolecta en los
pasillos de esa entidad académica colillas de cigarro en
las que luego crecen hongos blancos comestibles.
Otro proyecto cultiva caracoles de tierra, considerados
plagas en los jardines, para que los ejemplares nacidos en cautiverio
se desarrollen libres de metales y puedan venderse a futuro como
alimento.
Los estudiantes de Biología que realizan trabajo
experimental en el Jardín Botánico también
ensayan el cultivo de chiles con hidroponia, en los que prueban
los efectos de varios fertilizantes químicos.
“Aprovechamos los recursos que tenemos en la propia
Facultad y fomentamos que los alumnos desarrollen nuevas líneas
de investigación”, señaló el biólogo
Marcial García Pineda, jefe del Jardín Botánico
de Iztacala.
El área verde con 32 años de existencia
se extiende en tres mil metros cuadrados, y cuenta con un invernadero
de 176 metros cuadrados.
En ese amplio terreno, habita una colección de
900 especies diferentes. Las familias de plantas Cactaceae,
Crasulaceae, Agavaceae, Liliaceae y Zamiaceae son
las mejor representadas de la vegetación mexicana, pero
también tienen ejemplares de otros países.
“Tenemos producción de pinos, encinos y
plantas de ornato como rosas y orquídeas. Contamos con
112 especies de plantas medicinales y 27 de plantas nativas del
Estado de México”, añadió el experto
en botánica.
Productividad con gusanos y colillas
La composta tradicional está formada de hojas,
pastos y ramas secas, pero en Iztacala se produce vermicomposta,
es decir, composta generada a través de la actividad biológica
de gusanos o lombrices.
“Utilizamos gusanos que se alimentan de cáscaras
de fruta y sobrantes de tortas para acelerar la conversión
de basura orgánica en una composta rica en nutrientes”,
explicó García Pineda.
Los gusanos rojos de California están confinados
en “camas frías” de tierra, donde hay humedad
y sombra, están tapados y aislados de fauna nociva, como
roedores e insectos. Así se logra un proceso controlado
y sustentable.
Utilizando únicamente los residuos orgánicos
reunidos en montecitos, la composta tarda unos dos meses en formarse.
En cambio, utilizando los gusanos se acelera la producción
de composta, que completa un ciclo de aprovechamiento y reutilización
de recursos naturales en el jardín.
Desde hace cinco años, en una planta piloto a
cargo del biólogo Rafael Camacho Carranza, estudiantes
y maestros cultivan hongos con propiedades medicinales en pequeñas
“cajas de Petri” cerradas y guardadas bajo una campana
con temperatura y humedad controladas.
Pero también se cultivan hongos blancos comestibles,
de la especie Pleurotus ostreatus, que naturalmente consumen
madera y celulosa.
Un interesante experimento es el crecimiento de estos
hongos en soportes inertes de colillas de cigarros, hechas básicamente
de fibra sintética, donde su desarrollo es muy limitado
por la falta de nutrientes.
“Para este proyecto iniciamos con la recolección
de colillas en pequeños contenedores que están en
los pasillos de la Facultad. Poco a poco la comunidad comienza
a ayudarnos, al no tirarlas a la basura y separarlas para su posterior
uso”, reconoció.
El biólogo Marcial García y sus alumnos
ensayan con algunas preparaciones de nutrientes para poder alimentar
a los hongos en ese singular soporte sintético.
La investigación sobre los hongos degradadores
de madera se refiere a la agresividad y tipo de pudrición
que se presenta en diferentes tipos de maderas para conocer el
potencial lignolítico y celulolítico de esa microflora.
Propagación de plantas en peligro
Otra interesante línea de investigación
es la propagación y conservación de plantas en peligro
de extinción, especialmente de cactáceas, nativas
de México y están muy amenazadas por el comercio
ilegal.
“Aquí multiplicamos ejemplares de cactáceas
y orquídeas que nos donaron y fueron decomisados por la
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT).
Para conservarlas realizamos trabajo de propagación sexual
y asexual. Así logramos preservarlas y evitamos una colecta
que está penada por ley”, señaló Marcial
García, quien durante más de 20 años ha trabajado
en el Jardín Botánico.
La propagación de especies de plantas medicinales
se practica a través de técnicas tradicionales de
las que se han obtenido monocultivos para tener la mayor cantidad
de plantas útiles al ser humano y rescatar así parte
de la medicina prehispánica, teniendo fichas de trabajo
que indiquen la forma de aplicación, dosis, efectos esperados
y toxicología.
Esto permite establecer el uso sostenible de los recursos
naturales y coadyuvar a la conservación de la diversidad
biológica y de la etnobotánica en México.
“Con sus 32 años de existencia, el Jardín
Botánico de Iztacala combina la educación ambiental
con el desarrollo de nuevas investigaciones que apoyen la formación
de los alumnos y aumenten la riqueza de este ecosistema”,
finalizó Marcial García.