Boletín UNAM-DGCS-271
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 03 de mayo de 2010

 


ESTRENARÁ RED MEXICANA DE AEROBIOLOGÍA, PÁGINA WEB

 

• Contendrá información como la variación, en tiempo y espacio, de los principales alérgenos polínicos presentes en la atmósfera de la Ciudad de México
• También, incluirá el taxón de cada tipo de polen, sus concentraciones, los avances de un calendario polínico y un semáforo de alerta polínica
• La ReMA, proyecto coordinado por María del Carmen Leticia Calderón Ezquerro, del CCA de la UNAM, elabora un Atlas Nacional de Polen

En ciudades industrializadas, la incidencia y exposición a aeroalérgenos impacta significativamente la salud de más del 20 por ciento de la población. Algunas personas necesitan 15 granos de polen, otras sólo dos, para presentar una reacción alérgica.

Asimismo, el polen atmosférico se considera un bioindicador de contaminación, por lo que se puede utilizar como modelo experimental para evaluar la calidad del aire.

Partículas contaminantes de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, óxido de azufre y diésel, entre otras suspendidas en el aire, se pegan a la exina (cubierta exterior dura) de los granos de polen que, cuando son inhalados, inflaman las mucosas de las vías respiratorias y aumentan su permeabilidad.

No obstante, con el incremento de la temperatura y el trastocamiento de las precipitaciones fluviales, se ha alterado el patrón de floración de las plantas (se atrasa o se adelanta), lo que repercute en la biodiversidad, la ecología y la salud humana.

De ahí la importancia de alertar sobre la calidad biológica y la alergenicidad del aire de la Ciudad de México, con datos precisos y oportunos, y esa es una de las tareas de la Red Mexicana de Aerobiología (ReMA), coordinada por María del Carmen Leticia Calderón Ezquerro, investigadora del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.

La ReMA forma parte de un proyecto conjunto de la Universidad Nacional y el gobierno del Distrito Federal, denominado “Evaluación de la calidad del aire de la Ciudad de México y su efecto en la salud de la población expuesta a biopartículas alergénicas (granos de polen) y su relación con el cambio climático”.

Y en una próxima etapa, la Red inaugurará su página web (www.atmosfera.unam.mx/rema), que contendrá información como la variación, en tiempo y espacio, de los principales alérgenos polínicos (pastos, malezas y árboles) presentes en la atmósfera de esta urbe, anunció Calderón Ezquerro.

En ese sitio se incluirá, además, el taxón de cada tipo de polen, sus concentraciones, los avances de un calendario polínico en proceso (su presencia a lo largo del año), un semáforo de alerta polínica, información de las alergias que ocasiona cada tipo de polen y vínculos a personal médico especializado.

Calendario polínico

Para brindar sus servicios, la ReMA cuenta con datos recabados por casi dos años, que incluyen tipos de granos de polen, su grado de alergenicidad (alta, media o baja) y concentraciones.

“Tenemos registrados unos 50 tipos en el valle de México; de ellos, 20 son los más importantes por sus concentraciones. Por ejemplo, la concentración anual acumulada de granos de polen de fresno (Fraxinus) en Chapultepec fue de 16 mil 248 por metro cúbico de aire; en Ciudad Universitaria, de 30 mil 631, y en Iztapalapa, de mil 296”, dijo.

Los universitarios también elaboran un calendario polínico que representará en forma sencilla los distintos tipos de polen con capacidad para producir alergias, y su presencia en el aire a lo largo del año.

Contendrá cuatro grupos con varias categorías que permitirán conocer el riesgo de padecer una alergia. Cada tipo polínico registrado entrará en alguna de las categorías establecidas, según su alergenicidad y concentración, señaló.

El grupo uno presenta las siguientes categorías: Nula: menos de un grano de polen por metro cúbico de aire. Baja: entre uno y 15 granos por m³ de aire. Moderada: de 16 a 30 granos por m³. Alta: más de 30 granos por m³. En este grupo entran tipos polínicos como Parietaria, Urtica, Fabaceae, Apiaceae y Cannabis, entre otros.

“Hasta la fecha tenemos una representación gráfica de lo que ha ocurrido en casi dos años, pero necesitamos un mínimo de cinco para ver qué patrones se repiten y hacer el calendario polínico de cada especie”, indicó Calderón.

En esa representación figura el fresno, cuyos periodos de floración y concentración se cuentan de diciembre a febrero-marzo. En ese lapso, integrado precisamente por los meses más fríos, las concentraciones pico (en enero) fueron de 900 granos por m³ de aire.

Dos casos más son los pastos (que crecen todo el año), cuyas concentraciones máximas fueron de 87 granos por m³ de aire, y la familia de las cupresáceas (que incluye al ciprés y al enebro), de 904 granos por m³ de aire en enero.

“Con cada tipo polínico que encontramos e identificamos, vamos haciendo este calendario”, refirió la especialista.
Semáforo de alerta polínica

Con base en pruebas dérmicas que permiten saber a qué tipo de polen responde un individuo, y en la experiencia de aerobiólogos como María del Mar Trigo, del grupo de investigadores que conforman la Red Española de Aerobiología, los científicos universitarios catalogarán cada uno de los tipos polínicos, según alergenicidad y concentraciones en el aire de la Ciudad de México, para hacer un semáforo de alerta que podrá ser consultado también en la página de la ReMA.

“Con este semáforo y el reporte de la calidad biológica del aire (buena, aceptable, regular o mala), el personal de salud (alergólogos, neumólogos y médicos de atención primaria), que usualmente debe esperar a hacer sus pruebas dérmicas para saber a qué tipo de polen responde una persona, tendrá información, en tiempo real (semanal), del tipo polínico que predomina en el ambiente, así como de las concentraciones con que se presenta en diferentes puntos”, refirió la experta.

Con base en lo anterior, prosiguió, se podrán recetar medicamentos, aplicar vacunas o minimizar los efectos alergénicos en las personas, o bien, emitir recomendaciones como usar tapabocas; mantener cerradas las ventanas de casas, oficinas y automóviles, y no salir de paseo en días y horas determinados, entre otras acciones.

También, será de utilidad para el público en general, en especial para los alérgicos. “Un asmático alérgico a distintos tipos polínicos, que se entere por este medio de las concentraciones de pólenes en alguna zona de la urbe, evitará ir allá o acudirá a su médico para tomar medidas preventivas”, añadió.

Proyecciones a futuro

El monitoreo y detección de granos de polen permitirá hacer también proyecciones a futuro de los efectos del cambio climático en la distribución y concentraciones de los mismos, y de sus impactos potenciales en la salud humana.

“En Europa, donde desde hace 20 años se monitorean los aeroalérgenos, ya se ven los efectos reales del cambio climático sobre la floración de las plantas”, informó Calderón Ezquerro.

Con el incremento de la temperatura y el trastocamiento de las precipitaciones fluviales se ha alterado el patrón de floración de las plantas (se atrasa o se adelanta), lo que repercute en la biodiversidad, la ecología y la salud humana.

Así pues, los médicos ya no pueden saber cuándo un determinado tipo polínico muy alergénico (un fresno, un ciprés, un trueno) presentará sus picos de concentraciones.

“¿Qué va a pasar con la vegetación en 2030 ó 2050, cuando la temperatura haya subido más? Si queremos hacer en México proyecciones a futuro sobre el cambio climático, necesitamos contar con una base de datos muy completa, no hay de otra”, consideró.

Bioindicador

El polen atmosférico es un bioindicador de contaminación ambiental, y se puede utilizar como modelo experimental para evaluar la calidad del aire. Partículas contaminantes de monóxido de carbono, óxido de nitrógeno, óxido de azufre y diesel, entre otras, que están suspendidas en el aire, se pegan a la exina (cubierta exterior dura) de los granos de polen, y cuando éstos son inhalados por las personas, inflaman las mucosas de las vías respiratorias y aumentan su permeabilidad.

“Así, para detectar la presencia de metales pesados y otros contaminantes en las superficies de especies inductoras de polinosis en la Ciudad de México, llevaremos a cabo varios estudios”, apuntó.

En granos de polen capturados en Ciudad Universitaria y Chapultepec, se han encontrado partículas de azufre, aluminio, cloro, bromo, sodio y magnesio, así como algunos gases.

Es probable que algunos granos de polen no sean muy alergénicos; pero si tienen adheridas ciertas partículas contaminantes, podrían potenciar su alergenicidad o causar efectos genotóxicos.

“También puede ocurrir que, como tales, ya no estén en la atmósfera, pero sí sus proteínas alergénicas, pegadas a aerosoles o a gotitas de agua, y cuando éstos bajan, los inhalemos. Quizá por eso mucha gente sigue teniendo reacciones alérgicas luego de que el polen ha desaparecido de la atmósfera por sedimentación, o ha sido lavado por la lluvia”, alertó.

Una trampa de esporas de hongos y granos de polen

En cada estación de monitoreo de la ReMA hay un trampa de esporas de hongos y granos de polen, conformada por un tamborcito con una cinta de celofán impregnada con adhesivo. Las partículas que flotan en el aire se impactan en la cinta, que se mueve dos milímetros por hora.

Cada una de ellas –cada semana se cambian– se corta en siete partes, que se ponen en un portaobjetos para su observación y análisis en el microscopio.

Algunas estaciones de monitoreo de la ReMA, se conectarán con la red de estaciones meteorológicas que tiene el Centro de Ciencias de la Atmósfera en planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM.

Una red única en América Latina

En ningún país de América Latina hay una red similar a la ReMA, que comenzó a funcionar en 2008 con una estación de monitoreo en Ciudad Universitaria, y otra en el Museo de Historia Natural, en el bosque de Chapultepec.

En 2009, se montó una más en Iztapalapa, y se programa instalar, en el transcurso de este año, otras tres, en el norte, poniente y sur de la urbe.

Conforme se incremente la base de datos, además de informar de los efectos del cambio climático y contar con un calendario polínico cada vez más preciso, se podrá actualizar el inventario de la flora del Valle de México y realizar proyectos de investigación básica.

Asimismo, el equipo que coordina Calderón Ezquerro, elabora un Atlas Nacional de Polen, que contendrá información relacionada con la taxonomía, descripción, fenología (relación de ciclos climáticos con la floración), alergología, y microscopía de los distintos granos, así como fotografías de pastos, malezas y árboles.

Con la ReMA colaboran la Universidad de Málaga, España, la Agencia Española de Cooperación Internacional, el Instituto de Biología de la UNAM, el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y el Instituto Oftalmológico Fundación Conde de Valenciana, entre otras instituciones.


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Fotos

 

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