No existe evidencia científica de que los organismos
genéticamente modificados, o transgénicos, dañen
la salud humana, animal o la biodiversidad, afirmó el investigador
emérito y fundador del Instituto de Biotecnología
(IBt) de la UNAM, Francisco G. Bolívar Zapata.
En cambio, los pesticidas utilizados en los cultivos matan
no solamente al organismo que causa la plaga, sino a otras especies;
dañan, incluso, al ser humano, y contaminan el medio ambiente,
señaló.
El bioquímico universitario –Premio Universidad
Nacional 1990, Príncipe de Asturias 1991 y Nacional de Ciencias
y Artes 1992– ofreció la conferencia Por un uso
responsable de los organismos genéticamente modificados
en la Facultad de Medicina (FM), donde explicó que la biotecnología
es una actividad multidisciplinaria que usa el conocimiento generado
en diversas áreas para estudiar, modificar y utilizar los
sistemas biológicos de microbios, plantas y animales.
Esta capacidad de modificación permite a los biotecnólogos
ofrecer alternativas concretas para el desarrollo de alimentos,
medicamentos y bioinsecticidas.
“Con métodos de ADN desarrollados desde 1973
es posible aislar genes específicos de un organismo y transferirlos
a otro, generándose los transgénicos u OGM (Organismo
Genéticamente Modificado)”, resumió.
Bolívar destacó que la biotecnología
busca hacer un uso responsable y sustentable de la biodiversidad,
mediante el desarrollo de tecnología eficaz, limpia y competitiva
para facilitar la solución de problemas importantes en los
sectores de la salud, agropecuario, industrial y de medio ambiente.
Sin embargo, destacó que a nivel social los transgénicos
han sido satanizados por algunas organizaciones no gubernamentales,
que distorsionan la información sobre ellos sin contar con
ninguna evidencia científica.
“La sociedad sigue mal informada sobre los transgénicos,
por ello, es necesario intensificar los esfuerzos de divulgación.
Además, es fundamental aplicar el marco jurídico existente
que permita el uso responsable de los OGM, basado en evidencia científica.
“Sin esto y el apoyo económico adecuado, será
difícil tener innovación en biotecnología”,
reconoció el coordinador del Comité de Biotecnología
de la Academia Mexicana de Ciencias, que reúne a una veintena
de expertos de varias instituciones, entre ellos, seis premios nacionales
de Ciencias y Artes.
Alternativa en salud y alimentos
El investigador del IBt dijo que los transgénicos
se diseñan y construyen con el propósito de generar
una nueva capacidad del organismo receptor, que reside en el material
genético transferido.
“El objetivo de construir transgénicos es ayudar a
la solución de problemas en diferentes sectores como el de
salud y alimentos, con la certeza de que estos organismos son seres
vivos naturales y, por ello, tienen un menor impacto en el ambiente,
la biodiversidad y la salud, que muchas otras tecnologías
basadas en productos químicos”, comentó.
Los OGM se utilizan comercialmente desde hace 25 años
para construir proteínas recombinantes idénticas a
las humanas.
“Existen en las farmacias, incluyendo las de México,
medicamentos de origen transgénico o recombinante como la
insulina, la hormona de crecimiento, interferones y anticoagulantes,
que se utilizan para contender con varios problemas de salud. Sin
esos transgénicos no sería posible producir las cantidades
requeridas por el mercado, ya que a partir de tejidos y fluidos
humanos como la sangre, se obtienen cantidades muy pequeñas”,
explicó.
En la producción de alimentos, las proteínas
recombinantes también han tenido un impacto importante, como
el uso de la quimosina recombinante en la elaboración de
quesos; de las amilasas en la producción de jarabe; las pectinasas
para clarificar jugos; las glucosa oxidasas y catalasas para la
deshidratación de huevo; lipasas para fabricar aceites de
pescado, y glucanasas para producir cerveza.
En tanto, desde 1996 se comercializan plantas transgénicas,
y se siguen usando en cultivos generalizados en el mundo, como maíz,
soya y arroz, sin que hasta ahora hayan ocasionado algún
efecto nocivo a la salud humana o animal, ni a la biodiversidad.
“Por el contrario, han permitido reducir el uso de
pesticidas, lo que se ha traducido en un menor impacto en el ambiente,
a diferencia de lo que ha sucedido con la aplicación de productos
químicos, algunos de ellos con efectos carcinogénicos.
El maíz y la soya transgénicos se consumen en muchos
países y cada vez es mayor el número de hectáreas
que se cultivan con plantas transgénicas”, señaló.
Plasticidad genómica y transferencia horizontal de material
genético
De acuerdo con la Teoría de la Evolución
de Charles Darwin, todos los seres vivos derivamos de un precursor
común, recordó Bolívar.
“Esta propuesta se ha ido consolidando con la evidencia
generada a partir de la secuenciación de los genomas, que
ha demostrado que todos los seres vivos compartimos material genético,
incluyendo muchos genes. De hecho, el genoma de la raza humana es
similar en 98 por ciento al del chimpancé, 90 por ciento
al del ratón, 40 por ciento al de la mosca, 30 por ciento
al de las plantas y 20 por ciento al de la levadura”, detalló.
El material genético (ADN) tiene la misma estructura
general en todos los seres vivos y eso hace posible transferir e
incorporar genes de un organismo a otro.
“El genoma tiene una gran plasticidad y puede adquirir
genes de otro organismo por vías como la infección
o la transferencia horizontal, un fenómeno que ocurre todos
los días, en todas las especies, y los virus son los principales
responsables”, destacó.
La transferencia horizontal permite que ADN de una especie
pueda ser transferido a otra, y este fenómeno ha jugado un
papel importante en la evolución y en la estructuración
y reorganización de los genomas.
Análisis caso por caso
Bolívar Zapata detalló que existe un consenso
internacional sobre la necesidad de evaluar y dar seguimiento, caso
por caso, con base en el conocimiento científico, a los transgénicos
que se deseen utilizar, incluyendo la liberación al medio
ambiente.
“Es necesario monitorear la presencia de los OGM
en diferentes nichos. En este análisis se debe considerar
la comparación de los beneficios y posibles peligros derivados
del uso de un determinado OGM, así como los riesgos de no
emplearlos, manteniendo los esquemas actuales de producción
y degradación”, indicó.
Además, hay acuerdo en la importancia de realizar
investigación interdisciplinaria sobre los transgénicos,
a través de la aplicación de ciencias como la genómica,
la proteómica, la ecología y la bioinformática,
entre otras.
“Esto es importante porque hay académicos
que consideran que los transgenes pudieran generar respuestas no
evidentes en el organismo receptor, aunque algunos otros pensamos
que ésta no sería una característica exclusiva
de los transgénicos, porque la transferencia horizontal del
material genético y la reorganización del genoma son
fenómenos que ocurren permanentemente en la naturaleza, independientemente
de los OGM.
“Se insiste, además, en que los transgénicos
son creados por transferencia horizontal y reorganización
del genoma, y por ello son organismos naturales. Por otro lado,
sin duda los estudios generarán conocimientos más
completos e integrales de los OGM, que ayudarán a responder
algunas preguntas”, consideró.
Bolívar dijo que es importante incorporar también
estudios sociales y económicos del uso de esta tecnología,
en temas como el impacto de las patentes en países pobres
y aspectos éticos y sociales, así como contar con
medios que difundan la información generada en esta materia.
“Es indispensable la formación de recursos
humanos de manera interdisciplinaria, el fortalecimiento de la infraestructura
de investigación y de instancias de capacidad para evaluar
integralmente los transgénicos y su utilización”,
finalizó.