Recientemente, el seminario La pintura mural prehispánica
en México, del Instituto de Investigaciones Estéticas
(IIE) de la UNAM, conducido por María Teresa Uriarte,
concluyó el estudio de los murales de Cacaxtla, en Tlaxcala.
Es esa tarea participó un grupo multidisciplinario
de académicos y especialistas, del país y extranjeros;
después de un tiempo, la investigación y discusión
colegiadas permitieron el análisis de los murales, cuyo
libro está por aparecer, refirió Uriarte, también
investigadora del IIE.
Asistidos por nuevas tecnologías como rayo láser,
posicionamiento satelital y paquetería de última
generación en tercera dimensión, entre otras,
los miembros del seminario han reconstruido, de manera virtual,
los invaluables documentos pictóricos del sitio, con
el fin de preservarlos.
“Con esta contribución, quedarán
atrás las dificultades y desventajas que traía
aparejadas el acto de intervenir los murales. No se trata de
repintarlos ni de restituir sus ‘lagunas’, como
proponen algunos restauradores; no se trata de intervenir su
pintura original, que es un legado, sino de mantenerla en el
mejor estado posible y hacer todas las reconstrucciones que
se requieran de manera virtual”, explicó.
El Mural de la Batalla
Fundado en 1990, este seminario ha publicado 10 libros:
Teotihuacan (tomos I y II; 1995-1996), Área maya (tomos
I, II, 1998; III y IV, 2001), Oaxaca (tomos I, II, 2005; III
y IV, 2008), así como los textos de divulgación
dirigidos a públicos no especializados Bonampak,
voces pintadas, Muros que hablan y Fragmentos del pasado.
Ahora, en el nuevo libro sobre Cacaxtla se precisan
datos, que hasta hace unos años habían sido concluyentes
y, a la vez, se documentan verdaderos hallazgos.
En la pintura conocida como “Mural de la Batalla”,
ejemplificó, desde diversos puntos de vista se hizo una
descripción de cada uno de los personajes que la integran,
lo que permitió elaborar una explicación más
certera.
Ahora sabemos que ese mural no refiere una batalla,
como se creía, sino un sacrificio. Si hubiera vencedores
y vencidos, habría armas, pero sólo el personaje
10 del muro poniente aparece con una, aunque no queda claro
si su actitud es beligerante o no, dijo.
Muchos otros tienen actitud de ser cautivos, incluso
llevan los brazos amarrados. A otro personaje parece que le
sacan el corazón; otro más, lo tiene de fuera.
“Estoy convencida que se trata del ritual del sacrificio
del maíz, que en la visión cósmica prehispánica
tenía una enorme importancia”, apuntó.
El Mural de la Batalla y su estructura artística preconcebida
Al concebir el seminario, Beatriz de la Fuente, maestra
de Uriarte, se propuso reunir en una investigación de
largo aliento a historiadores del arte, arqueólogos,
antropólogos, astrónomos, biólogos y epigrafistas,
tanto de la UNAM como de la Escuela e Instituto nacionales de
Antropología e Historia, y de organismos extranjeros,
para descifrar de mejor manera el mensaje de la pintura mural
prehispánica.
Esos legados, prosiguió Uriarte, son ejemplo
de arte y funcionan también como medios de comunicación,
instrumentos de dominación de las dinastías dirigentes,
testimonios simbólicos y documentos históricos.
“La composición del ‘Mural de la
Batalla’ está dispuesta en triángulos, lo
que hace que haya movimiento y armonía en su lectura;
es decir, tiene una estructura artística preconcebida,
una estructura geométrica perfecta que permite categorizarlo
como arte.
Además, sus autores combinaron colores para
crear un entorno simbólico. El azul del fondo (seguramente
de origen maya) no sirve para establecer un entorno preciso,
geográfico, sino para dar una referencia mítica
a un vago universo”, afirmó.
En este lugar liminar, que se mueve entre la realidad
y el mito, es donde se desarrolla el sacrificio, en el que se
percibe una visión vinculada directamente a la sobrevivencia
cotidiana de los pueblos que habitaron Cacaxtla.
También, constituye un documento histórico,
de usos y costumbres, pues un observador atento puede vislumbrar
la importancia social de sus personajes, de acuerdo con la ropa
y las joyas que llevan.
“Por otra parte, al analizar en éste y
otros murales las figuras de los gobernantes, se ha encontrado
que los sistemas de gobierno del universo mesoamericano eran
prácticamente iguales, y lo que resulta impresionante
es la vinculación comprobada de la pintura de Cacaxtla
con la pintura maya”, añadió Uriarte.
Tarea multidisciplinaria
Tras 20 años de investigación y acumulación
de conocimientos, el seminario La pintura mural prehispánica
en México, sigue sumando hallazgos.
Los trabajos de estudio y discusión se realizan
de manera colegiada, lo que permitió a los investigadores
superar las conclusiones anteriores respecto de los personajes,
tanto de la estructura B, como del pórtico del edificio
A, del llamado Templo Rojo y del Templo de Venus.
La confluencia de distintas disciplinas hizo posible
una mejor comprensión del mensaje de quienes pintaron
los muros de Cacaxtla, indicó la investigadora del IIE.
“Discutimos todos los jueves por la mañana,
durante meses. Mientras los historiadores decíamos que
tal personaje aparecía con piel de jaguar, los biólogos
corregían: ‘no, la mancha del jaguar no es así.
Esa mancha corresponde a un ocelote o esta otra a un tigrillo’,
al tiempo que mostraban las pieles de esos felinos. Ante tal
evidencia no había más que darles la razón”.
Así, la vestimenta de uno de los personajes,
que se suponía era de jaguar, resultó diferente
y, además, con cabeza de cánido. Lo mismo sucedió
con otro protagonista del que siempre se había dicho
que estaba vestido de ave. Esas precisiones las hizo Fernando
Guerrero, alumno Lourdes Navarijo, del Instituto de Biología,
que tiene años trabajando en el seminario.
La labor de los diseñadores gráficos
en cada tramo de un mural es esencial. Toman fotografías
in situ con la metodología del caso. Hacen varias versiones
de cada detalle, figura por figura, para tratar de conformar,
de la manera más completa posible, la imagen.
Esto es determinante en las “lagunas”,
es decir, en aquellas partes del mural donde no hay información.
Por lo que se refiere al citado mural, sus ‘lagunas’
no se tocaron, pero el trabajo de los diseñadores hizo
ver con claridad que había un personaje rapado, tonsurado,
sólo con unos mechones de pelo. Este dato, estudiado
con los parámetros de la iconografía, ha permitido
identificar representaciones similares en otros sitios, específicamente
en el área maya, donde se hace alusión a los dioses
del maíz, explicó.
Herramientas para el futuro
Para estudiar a fondo qué es un mural, los investigadores
deben conocer, además, la opinión de los restauradores.
“Ellos saben de química, de física
y cómo trabajan los distintos materiales que lo integran
cuando se frota su superficie de cal. Saben también cómo
se obtuvieron, de dónde vienen los pigmentos, y cómo
trabajan los colores. No podríamos hacer nuestra labor
sin el concurso del conocimiento interdisciplinario, ésta
es una de las grandes fortalezas de nuestra Universidad”,
prosiguió.
En cuanto a los alcances del seminario La pintura
mural prehispánica en México, se podría
recordar el hallazgo de Alfonso Caso, en la tumba 7 de Monte
Albán, en 1932.
“Lo que hacemos es proporcionar herramientas
a los investigadores del futuro para que obtengan, por medio
de la pintura mural, información cada vez más
completa de lo que fue el pasado prehispánico. El conocimiento
se construye así”, concluyó Uriarte.
Fotografías de los murales prehispánicos
en la red
En la página electrónica del seminario
La pintura mural prehispánica en México (www.pinturamural.esteticas.unam.mx),
se pueden consultar ocho de los 10 libros publicados hasta la
fecha, con sus respectivas fotografías, así como
todos los números de su boletín informativo, que
se edita desde 1990.
Este sitio web ofrece también una liga al Museo
de la pintura mural de Teotihuacan, y un blog donde se intercambian
puntos de vista.