Boletín UNAM-DGCS-241
Ciudad Universitaria.
06:00 hrs. 19 de abril de 2010

María Teresa Ramírezs


CONVOCÓ LA UNESCO A UNIVERSITARIA PARA ANALIZAR CATÁSTROFE EN CHILE

 

• María Teresa Ramírez, del CIGA de la UNAM, realizó mediciones y observaciones para analizar los daños que ocasionaron el terremoto y tsunami en territorio andino
• Se concluyó que el tsunami fue devastador y provocó mayor daño que el sismo, porque algunas olas alcanzaron más de 19 metros de altura, destacó la investigadora

Tras el sismo que sacudió a Chile el pasado 27 de febrero, y que provocó un tsunami, la UNESCO-ITST (International Tsunami Survey Team–Post-tsunami Survey Rapid Response) convocó a un grupo de investigadores para analizar los daños ocasionados por esos fenómenos naturales, en el que participó María Teresa Ramírez Herrera, del Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de la UNAM.

Después de dos semanas de mediciones y observaciones a lo largo de 500 kilómetros en la costa chilena, se concluyó que el tsunami fue devastador y provocó mayor daño que el temblor, porque algunas olas alcanzaron más de 19 metros de altura, aunque, en promedio, tuvieron una elevación de 11 metros, “lo que equivale a un edificio de más de tres pisos”, explicó.

El equipo, conformado por Ramírez Herrera, de la UNAM; Marcelo Lagos, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Diego Arcas, experto de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), también determinó que algunas edificaciones construidas por el ser humano, una especie de bermas, y los bosques, lograron proteger a los pobladores de la región.

En una visita a la parte central de Chile, entre Bahía Concepción y Llolleo, también se observó que el tsunami provocó más erosión en la zona costera que la arena depositada durante la inundación, pues ésta lleva consigo no sólo agua, sino arena proveniente de la parte submarina y playa.

“Se estima que este fenómeno provocó más de 500 víctimas y hoy en día, continúan desaparecidas 70 personas, debido a que las pequeñas comunidades costeras resultaron muy afectadas”, acentuó.

Asimismo, se buscó evidencia de las capas de arena que dejó esta catástrofe, difíciles de hallar porque no son continuas y desaparecen con el tiempo. “Esta experiencia permitirá rastrear pruebas de antiguos tsunamis en la costa del Pacífico mexicano, desde Jalisco hasta Oaxaca, zona que actualmente estudio”, comentó.

Estas investigaciones representaron una oportunidad para aprender más sobre estos fenómenos, por lo que su próximo objetivo será aplicar ese conocimiento en nuestro país; mientras, continúa su labor en Chile sobre los efectos del tsunami en la morfología de la costa.

La nación sudamericana ha sufrido grandes terremotos; en mayo de 1960 registró el de mayor magnitud, de 9.5, y también estuvo acompañado de un tsunami.

Los antecedentes de desastre han permitido la creación de un sistema organizado de prevención; varias comunidades cuentan con señales de evacuación, rutas para ubicarse en un lugar seguro y la práctica de simulacros.

En ese sentido, explicó Ramírez Herrera, los habitantes contaban con algunos conocimientos precautorios; el problema se debió en parte a una falla humana, porque oficialmente se descartó la llegada del tsunami y, por otro lado, algunas personas ignoraron las señales de la naturaleza.

“La gente debió considerar la gran magnitud del temblor, porque fue la mejor señal de alerta, sobre todo en el campo cercano donde el tsunami llegó unos 15 minutos después del terremoto”, indicó la especialista.

No se puede saber cuándo ocurrirá un terremoto de gran magnitud, pero sí es factible tomar medidas a partir de los antecedentes, pues en esa misma zona de Chile, ya se había registrado un terremoto y tsunami similar en 1835.

En México deben continuarse los estudios en la Brecha de Guerrero, porque desde 1911 no ha ocurrido un gran temblor; además, documentos históricos refieren que en 1787, en la costa de Oaxaca, ocurrió un movimiento que provocó un tsunami.

Es importante analizar la región, porque seguirán presentándose estos fenómenos naturales, lo que hace necesario educar a la población a partir de los conocimientos científicos, que deben aplicarse a la vida real a través de políticas gubernamentales para prevenir futuras catástrofes, concluyó Ramírez Herrera.


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Fotos

No se puede saber cuándo ocurrirá un terremoto de gran magnitud, como el ocurrido en Chile, pero sí es factible tomar medidas a partir de los antecedentes, dijo María Teresa Ramírez Herrera.


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