A escala mundial existe una lenta recuperación
de la industria del acero. En México, durante 2010, la
demanda se verá impulsada por los sectores de la construcción,
la industria automotriz y la de electrodomésticos, y
se espera cerrar el año con una producción de
15.5 millones de toneladas, lo que representaría un aumento
de 13.7 por ciento respecto al año pasado.
Eso implicaría 70 por ciento de la utilización
de la capacidad instalada, según la Cámara Nacional
de la Industria del Hierro y del Acero (Canacero), “lo
cual es aún insuficiente ya que se requiere estar por
arriba de 80 para tener márgenes de rentabilidad. La
situación es aún preocupante”, aseguró
Carlos González Rivera.
Al hablar del impacto social de ese sector, el académico
del Departamento de Ingeniería Metalúrgica de
la Facultad de Química, resaltó que el acero forma
parte fundamental de dos sectores clave de la economía:
las industrias de la construcción y manufacturera metal
mecánica –principales consumidores de los productos
primarios de la industria siderúrgica, como varilla y
alambrón, perfiles estructurales, lámina y tuberías,
entre otros–, que representaron más del 20 por
ciento del PIB nacional reportado por el INEGI en 2008.
La industria siderúrgica, además, emplea
directamente a más de 50 mil personas. “La participación
del acero en la economía nacional es muy importante y
el futuro de su industria está garantizado los próximos
50 años, por sus aplicaciones y porque hasta ahora no
se han desarrollado materiales más competitivos en precio
y propiedades”.
En el caso de las empresas siderúrgicas integradas
(que involucran desde la extracción del mineral de hierro
hasta la obtención del acero y productos empleados por
los sectores mencionados), el impacto económico y social
en el desarrollo regional y nacional es aún más
relevante, e involucra una cantidad considerable de empleos
directos e indirectos.
Sin embargo, dijo el experto, la crisis financiera
que se manifestó en la segunda mitad de 2008, produjo
una severa contracción de la economía de México,
lo que provocó la desaceleración productiva en
muchas industrias que emplean intensivamente al acero, como
la automotriz, lo que causó una importante caída
en su consumo.
En 2009, abundó Carlos González Rivera,
México produjo alrededor de 13.6 millones de toneladas
de acero, 20.7 por ciento menos que antes de la crisis, según
cifras de la Canacero.
Gran parte de las empresas siderúrgicas han
sido adquiridas en los últimos años por acereras
de nivel mundial. De las cinco firmas integradas que existen
en México, sólo AHMSA, con sede en Monclova, Coahuila,
es controlada por mexicanos.
El resto está en manos de los gigantes de la
industria Mittal Steel, Ternium, Tenaris y Simec. La primera,
la mayor siderúrgica del mundo, por ejemplo, compró
Sicartsa.
Con base en las estadísticas de producción
de acero en 2009 reportadas por el Instituto del Hierro y el
Acero de Estados Unidos, la producción mundial de ese
año fue de mil 219 millones de toneladas, de las cuales
168 millones fueron producidos en Europa; 776 en Asia, de las
que casi 570 fueron producidos en China, y 120 en América,
entre otras regiones.
Nuestro país es el tercer productor de acero
en América, sólo después de Estados Unidos
y Brasil, recordó el profesor e investigador.
Académicos de la UNAM han realizado importantes
aportaciones a esta industria, realizando consultorías
enfocadas a la solución de problemas específicos
o toma de decisiones técnicas.
“Destaca el papel que tuvo Fernando González
Vargas, profesor emérito de la Facultad de Química
ya fallecido, en el desarrollo de diferentes empresas siderúrgicas
en el siglo pasado”. También, con cursos de capacitación
de programas de educación continua, se ha tenido la oportunidad
de interactuar con estas empresas.
Uno de los retos de la UNAM, finalizó González
Rivera, es definir e implementar acciones institucionales que
promuevan la interacción universidad-industria, así
como mejores condiciones para la realización de investigación
aplicada.