Especialistas de la UNAM desarrollan un software
llamado Volworks, diseñado para trabajar con
eventos volcánicos.
Con ayuda de la Dirección General de Servicios
de Cómputo Académico (DGSCA), investigadores del
Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica
(IGf), prueban un programa que podría ayudar no sólo
a prevenir afectaciones causadas por las erupciones, sino daños
por sus efectos secundarios.
En la primera reunión de la Red Iberoamericana
para el Monitoreo y Modernización de Cenizas y Aerosoles
Volcánicos y su Impacto en la Infraestructura y Calidad
de Aire, Hugo Delgado Granados, especialista de dicho departamento,
informó que con esta herramienta (contemplada en varios
módulos) se podrán realizar simulaciones y representaciones
de eventos eruptivos de diferentes tipos, algunos tan particulares
como la precipitación de cenizas.
La ceniza volcánica —producto de la fragmentación
del magma— puede afectar severamente la salud, pues al
ser aspirada llega a los pulmones. Mientras más fina
es, el daño es mayor; además, cuando se concentra
en grandes cantidades, puede derrumbar techos, agregó.
Por ello, la finalidad de este sistema será
brindar herramientas accesibles y de fácil uso para que
cualquier persona, aún sin ser especialista, pueda emplearlo
en distintos ámbitos.
“Podemos simular escenarios específicos
que contribuyan, de manera sencilla, a visualizar cuáles
podrían ser las zonas de mayor impacto, y aunque el programa
aún tiene limitaciones, ayuda a prever posibles patrones
de dispersión de las cenizas, que permitirían
anticipar algunos efectos secundarios”, expuso.
“Esto sería de gran ayuda para la aeronáutica
civil, que tiene como uno de sus principales problemas el esparcimiento
de ceniza volcánica”, añadió.
Este paquete está pensado para ser cargado en
cualquier computadora, no sólo en las especializadas
y está programada para que las simulaciones que se lleven
a cabo con base en muestras reales, tomadas en campo, y para
que los valores se sustenten en experiencias verídicas.
Delgado Granados detalló que este sistema también
ayuda a la elaboración de mapas de escenarios de peligro
volcánico, que previenen problemas por caída de
cenizas y su posible afectación a la salud, infraestructura
e industria.
Para su fabricación, se deben involucrar metodologías
y datos científicos especializados, con un lenguaje accesible
a un público más extenso.
El mapa del volcán Popocatépetl, creado
en 1995, necesita ser actualizado. “El conocimiento que
se tiene es distinto al de hace 15 años. Además,
contamos con más herramientas para su mejoramiento”,
concluyó.