• Con técnicas de electroquímica,
Bernardo Frontana Uribe, del Centro Conjunto de Investigación
en Química Sustentable, formado por la UNAM y la UAEM,
reduce de dos meses a una semana ese proceso
• Al convertirlas, se puede analizar su estructura y composición,
lo que ayuda al diseño de nuevos fármacos, dijo
Esenciales para el funcionamiento de los seres vivos,
las proteínas son “máquinas bioquímicas”
de múltiples y precisas funciones, muchas de ellas aún
desconocidas.
Para conocer la estructura de estas macromoléculas,
los científicos recurren a la cristalización, un
método que las convierte en un sólido cristalino
en el que pueden analizar las complejas cadenas de aminoácidos
que las conforman, muchas asociadas a los mecanismos proteicos
de acción.
Una manera de generar cristales es dejar la proteína
en reposo en condiciones controladas durante dos o tres meses
y después de ese periodo comienza a cristalizarse; entonces
los especialistas hacen la determinación química.
En su laboratorio del Centro Conjunto de Investigación
en Química Sustentable (CCIQS), formado por la UNAM y la
Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM),
Bernardo Frontana Uribe, del Instituto de Química de esta
casa de estudios, emplea un método de electroquímica
para acelerar el proceso de cristalización de las proteínas.
“En los procesos electroquímicos tomamos
en cuenta que las proteínas son macromoléculas cargadas
y favorecemos su transporte dentro de una pequeña celda
electroquímica. Con la carga que tiene la proteína
y en presencia de un campo eléctrico se favorece el crecimiento
de esas moléculas. Así aceleramos el crecimiento
de proteínas de una manera muy importante y sin perder
la resolución o calidad del cristal”, explicó
Frontana Uribe.
Inician con la purificación de la proteína,
y continúan con la cristalización en una solución
acuosa, que implica una purificación adicional entre las
moléculas.
“Aplicamos una pequeña diferencia de potencial,
del orden de miliamperes, y con esta pequeña corriente
que se genera, podemos favorecer el movimiento de las proteínas
dentro de un campo eléctrico. Es una cristalización
en solución, muy controlada”.
El tiempo del proceso depende de la proteína.
“Tenemos casos donde sin corriente eléctrica, tarda
de 20 a 30 días, y con corriente eléctrica, en una
semana tenemos cristales muy bonitos”, señaló
el investigador, quien trabaja en la sede del CCIQS en Toluca-
Atlacomulco, para continuar esta línea de investigación.
“Tenemos otro caso de una proteína que tarda
unos dos meses en cristalizarse sin presencia de campo eléctrico,
y con éste, ocho días. La electroquímica
acelera mucho el proceso y no se pierde la calidad cristalográfica,
que nos interesa para determinar su estructura”.
Frontana aseguró que el crecimiento de cristales
mediante electroquímica es un área de gran aplicación
en medicina, pues la estructura de las proteínas devela
muchas de sus funciones básicas.
Diseño de fármacos
Los medicamentos generalmente se desarrollan con base
en la estructura de las proteínas.
“Cuando en alguna enfermedad ocurre un problema
ocasionado por una proteína, hay que encontrar su sitio
activo y diseñar el fármaco adecuado para ella.
Por eso es que conociendo la estructura de esas moléculas
se pueden diseñar fármacos muy precisos”,
resumió el químico.
Mientras Frontana avanza en la electroquímica
para acelerar la producción de cristales, Abel Moreno Cárcamo,
estudia las funciones biológicas de las proteínas.
“Esta es una investigación conjunta con
Abel Moreno, con quien he trabajado durante tres años gracias
al financiamiento de un Proyecto PAPIIT”, destacó.
Hasta ahora, los investigadores Frontana y Moreno han
trabajado con proteínas óxido-reductasas, como citocromo
c y catalasa.
“Los estudios previos de afinamiento del método
de electroquímica los realizamos con lisozima, la proteína
básica más sencilla de cristalizar”, comentó.
Posteriormente, aplicó su modelo a las proteínas
óxido-reductasas. “Nos interesan porque nos permiten
llevar a cabo intercambio de electrones, o sea, entramos a un
área de la biocatálisis, que podría ser una
aplicación de este tipo de cristales de proteína”,
refirió.
Actualmente, a Bernardo Frontana le atrae la idea de
mejorar los procesos de electroquímica, pues son una ventana
para adentrarse en este universo.
“Estamos interesados en mejorar nuestros sistemas
de cristalización electroquímica y las celdas disminuyendo
el volumen y cantidad de proteína que se utiliza, así
como los costos de operación del proceso”, finalizó.
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