• Trabajos transversales como los del Centro
de Ciencias de la Complejidad utilizan física, matemáticas
y cómputo para analizar epidemias, biodiversidad y urbanismo,
dijo Vladimir Ávila Reese, del Instituto de Astronomía
• El astrónomo universitario consideró que
las ciencias exactas requieren ser más integradoras y
planificadas hacia la sociedad y sus problemas
Las ciencias exactas son generadoras de nuevo conocimiento
fundamental para saber cómo funciona la naturaleza, pero
tienen mucho que aportar para resolver problemas sociales, consideró
Vladimir Ávila Reese, del Instituto de Astronomía
(IA) de la Universidad Nacional.
“En ese sentido, hay esfuerzos interesantes en
la UNAM, como el trabajo del Centro de Ciencias de la Complejidad
(C3), en el que investigadores de física, matemáticas
y computación de alto nivel, abordan de manera transversal
temas de complejidad ecológica, como la biodiversidad y
el comportamiento colectivo de los animales; de complejidad médica,
como las epidemias, el cáncer y la diabetes; de inteligencia
computacional, con temas como la vida artificial, y de complejidad
social, como la salud, el urbanismo y la educación”,
refirió.
El astrónomo dijo que en esta casa de estudios
se realizan diversos esfuerzos por difundir conocimientos científicos
entre la sociedad. “Pero dentro y fuera de la institución
se requiere ser más incisivos para convencer de la importancia
de invertir en educación, ciencia y tecnología,
motores del desarrollo de un país”, afirmó.
“Estas tres áreas de generación de
conocimiento están directamente relacionadas con el avance
de un país en lo intelectual, lo económico y lo
social”, advirtió en la conferencia Las ciencias
exactas en el contexto social. El caso de la UNAM.
En la charla, ofrecida en el XIII Seminario de Economía,
Ciencia y Tecnología “Una mirada panorámica
de la UNAM”, organizado por el Instituto de Investigaciones
Económicas (IIEc), Ávila Reese recordó que
la Universidad Nacional es la institución mexicana que
realiza más estudios en todas las áreas del conocimiento,
desde las ciencias exactas y naturales, hasta las humanidades
y las ciencias sociales.
“Pero aún nos falta llegar más a
la sociedad, especialmente a la educación básica,
para que conozcan lo que hacemos y se sepa por qué generar
conocimiento científico en todas las ramas del saber es
importante para el país”, dijo.
Consideró que las ciencias exactas requieren ser
más integradoras y planificadas hacia la sociedad y sus
problemas.
Sociedades del conocimiento
Reconoció que, pese a sus significativos avances,
el pensamiento científico apenas tiene cuatro siglos en
la humanidad, mientras el pensamiento mágico existe hace
200 mil años en diversas culturas, el religioso hace siete
mil, y el metafísico (impulsado por la cultura griega)
está presente hace dos mil años.
Asimismo, señaló que el pensamiento científico
debe acompañarse además de un gran sentido humanista
y ecológico, dos elementos que crean una conexión
social.
“Temas que durante el siglo XX causaban extrañeza
y asombro, han dado grandes aplicaciones, como la física
cuántica, de la que deriva la electrónica; la física
atómica, de donde se desarrollaron varios usos de la energía,
la electricidad y muchas aplicaciones médicas, y la astronomía,
que además de enseñarnos cómo es el Universo,
ha tenido aplicaciones en la óptica, en equipos médicos
y en las cámaras digitales que hoy están integradas,
incluso, a los teléfonos celulares”, concluyó.
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