• Parte de la prevención de desastres
consiste en la solidez de la economía y del sistema educativo,
dijo el investigador emérito del IGf de la UNAM, Cinna
Lomnitz
La ciudad de México es considerada un sitio de gran
vulnerabilidad en materia de desastres, situación que se
explica por su condición geográfica y no por su alta
densidad de población.
El Valle de México está en el centro de una
especie de “arco” de actividad telúrica, la zona
sísmica más activa del territorio nacional, que es
la costa del Océano Pacífico y cuya distancia a los
epicentros del litoral es más o menos la misma, desde Puerto
Vallarta hasta el Istmo de Tehuantepec, explicó el investigador
emérito Cinna Lomnitz.
El también integrante del Instituto de Geofísica
(IGf) consideró que parte de la prevención de desastres
consiste en contar con una economía sólida y estable,
así como un sistema educativo de buena calidad en todos los
niveles.
Haití, ejemplificó, estaba expuesto a la
catástrofe por varios factores: no contaba con una normatividad
en la materia ni con especialistas y además no había
preparación en protección civil; en Chile, aunque
cuenta con especialistas, falló la conexión entre
éstos y los tomadores de decisiones.
Ante los temblores, los simulacros no representan una solución,
ya que lo importante para evitar una tragedia es que no se desplomen
las construcciones. “Ninguna debe venirse abajo, no hay razón
para que eso ocurra. En Chile, se colapsaron edificios, puentes,
pero eso no debe suceder en ningún caso”, sostuvo.
Luego del sismo ocurrido en ciudad de México en
1985, cuando edificios de acero y cerca de 400 inmuebles de concreto
se cayeron, se reformó la norma sísmica para el DF;
“la que usamos actualmente es más estricta”.
Hoy se cuenta con nuevos sistemas estructurales, como La Torre Mayor,
el edificio más alto de América Latina de 57 pisos;
tiene 96 amortiguadores, parecidos a los de los autos, que atenúan
el movimiento entre las vigas y la cimentación.
Al participar en el XIII Seminario de Economía,
Ciencia y Tecnología. Una visión panorámica
de la UNAM, organizado en el Instituto de Investigaciones Económicas,
el sismólogo expuso que una de las regiones más problemáticas
está ubicada en el centro y oriente del Valle de México,
que en el pasado fue lacustre y donde el lodo tiene un espesor de
25 a 30 metros, factor que provoca la mayor peligrosidad sísmica
en la capital.
En contraste, en las zonas del Distrito Federal con subsuelo
de tepetate o roca, no se observan daños de consideración
en los temblores, debido a que estas características del
subsuelo han ayudado a mejorar las especificaciones en materia de
construcción, porque hay microzonas que los ingenieros están
obligados a conocer para edificar. De ese modo, todo edificio que
se construya en la zona oriente debe se más resistente.
La red telemétrica del Servicio Sismológico
Nacional (SSN), se inauguró en 1982; al inicio se transmitía
por microondas y, en la actualidad, lo hace por satélite.
Las estaciones sismológicas son 40 y usan, a la fecha, instrumentos
electromecánicos de transmisión electrónica
digital.
En el momento en que se presenta un sismo en Guerrero
o Oaxaca, por ejemplo, se transmite una onda electromagnética
que se propaga con la velocidad de la luz y el movimiento se registra
en el SSN. La onda sísmica, que es mecánica, viaja
a velocidades de seis kilómetros por segundo. De ese modo,
tarda casi un minuto en llegar de la costa a la zona metropolitana
de la ciudad de México.
Entre los sismos relevantes mencionó el de 1973
en ciudad Serdán, Puebla, de 7.3 grados en la escala Richter,
considerado como un referente para los especialistas porque se registró
a una profundidad de más de 60 kilómetros. Ese tipo
de temblores son escasos, ya que casi todos ocurren en zonas de
subducción, es decir, por contacto de las placas tectónicas.
Otro evento sísmico, recordo, fue el de 1985, de
magnitud 8.1 en la costa de Michoacán, cuyo epicentro fue
cercano a la ciudad de Lázaro Cárdenas. Las ondas
se propagaron tierra adentro, a una distancia de casi 400 kilómetros,
hasta golpear al Valle de México.
Cinna Lomnitz expuso que no todas las edificaciones son
afectadas de igual manera por un movimiento oscilatorio. Cuando
éste tiene un periodo de dos a dos y medio segundos, se produce
resonancia en los edificios de siete a 18 pisos, debido a que esas
construcciones se convierten en una especie de “péndulos
invertidos”, lo que provoca mayores daños.
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