• Tras aprobar las evaluaciones científica
y financiera, un grupo internacional encabezado por Jaime Urrutia
Fucugauchi, del Instituto de Geofísica de la UNAM, está
en la fila para iniciar perforaciones en la parte marina del cráter,
ubicado en la Península de Yucatán
• La revista “Science” publica una revisión
que incluye análisis del impacto que causó el asteroide,
las características de la capa de arcilla e iridio en el
sitio y el impacto en las extinciones de especies
Tras aprobar una estricta evaluación científica
y financiera por parte del panel internacional Integrated Ocean
Drilling Program (IODP), un grupo mundial de científicos
encabezado por el doctor Jaime Urrutia Fucugauchi, del Instituto
de Geofísica (IGf) de la UNAM, están en espera de
iniciar una segunda perforación en el cráter Chicxulub,
esta vez en la parte central y marina del gigantesco boquete de
200 kilómetros de diámetro causado por el impacto
de un asteroide en la Península de Yucatán hace 65
millones de años.
La IODP es un programa internacional de investigación
marina que explora la historia de la Tierra y la estructura registrada
en los sedimentos del fondo marino y las rocas.
“El cráter Chicxulub, está una parte
en tierra y otra en mar. De la parte terrestre tenemos más
cinco mil muestras, pero ahora queremos explorar la parte marina,
que es mucho más profunda”, explicó Urrutia
Fucugauchi, quien asegura que aún hay preguntas por resolver
respecto a las condiciones físicas del impacto del asteroide
en la Tierra y sobre cómo muchas especies desaparecieron
mientras otras lograron sobrevivir.
Por las condiciones geográficas del sitio, la perforación
dentro del mar no podrá realizarse con un barco japonés
de gran tamaño, sino con un equipo más pequeño,
lo que aumentará los costos.
“Estamos obligados a usar una plataforma de perforación
más pequeña y la idea es perforar unos tres kilómetros.
De este tipo, se hacen dos por año en el mundo y estamos
esperando a que nos programen para comenzar”, señaló
el investigador, galardonado con el Premio Nacional de Ciencias
y Artes 2009.
Urrutia aclaró que, una vez aprobada la nueva etapa
de investigación, la planeación durará un par
de años.
Revisión en “Science”
Un artículo sobre el cráter Chicxulub se publica hoy
en la revista “Science”.
“Es un artículo de revisión en el que
participamos 41 autores de 30 grupos de investigación de
varios países como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania,
Bélgica, España y Holanda, entre otros. De México
somos tres investigadores: Mario Rebolledo, que hizo la tesis doctoral
conmigo y ahora está en el Centro de Investigaciones Científicas
de Yucatán; Manuel Grajales, del Instituto Mexicano del Petróleo,
y yo”, señaló Urrutia.
El artículo aborda a profundidad tres temas asociados
con el cráter: los datos y observaciones acumuladas sobre
el impacto; la relación del impacto con el límite
Cretácico-Paleógeno y una capa de arcilla e iridio
que se formó tras el evento; y la correlación del
impacto con las extinciones del 75 por ciento de las especies animales
y vegetales que vivían entonces en el planeta.
En la primera parte hay evidencia sólida para concluir
que Chicxulub es un cráter de 200 kilómetros de diámetro
provocado por el impacto de un asteroide de diez kilómetros
de diámetro que cayó en la Tierra a una velocidad
de entre 20 y 25 kilómetros por segundo.
La segunda parte del estudio es un análisis de las
secciones donde está una capa de arcilla e iridio que marca
el límite del Cretácico-Paleógeno, sobre la
cual existía controversia científica sobre si correspondía
al impacto o no.
“Se hizo un análisis detallado de la capa
de arcilla con iridio en diferentes localidades del mundo, y se
analizó si tiene la firma química y minerológica
de Chicxulub. Se concluye que la capa que marca el límite
corresponde a la generada por Chicxulub y la correlación
es muy detallada y sólida”, comentó Urrutia.
La tercera parte del estudio se refiere a la correlación
entre el impacto y las extinciones, donde los científicos
se enfrentaron a huecos en el registro fósil, que es más
completo en la parte marina que en la continental.
“El impacto está asociado con extinciones
del orden del 75 por ciento de las especies, incluye especies marinas
y terrestres, todos los dinosaurios, los reptiles marinos y los
reptiles voladores. Incluye gran cantidad de especies marinas, desde
microorganismos hasta organismos emblemáticos como las amonitas,
que son como los Nautilus característicos del Mesozoico”,
señaló Urrutia.
El investigador señaló que la nueva etapa
de investigación servirá para profundizar aún
más en los efectos físicos del impacto y en investigaciones
que revisarán cómo se recuperó la vida en la
Tierra después de ese evento.
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