• Los jóvenes con presión arterial
alta, tienen mayor probabilidad de padecer alguna enfermedad cardiovascular,
dijo Liria Yamamoto Kimura, de la Facultad de Medicina
• Según un estudio aplicado por la UNAM y el Instituto
Nacional de Cardiología, los muchachos hipertensos presentan
también elevada proporción de sobrepeso, obesidad
y dislipidemias
En la capital del país la prevalencia de hipertensión
y de pre-hipertensión en adolescentes es de 10.6 y 10 por
ciento, respectivamente, condición que podría derivar
en el futuro en un problema de salud pública delicado.
Lo anterior, según el estudio Presión
arterial y factores de riesgo cardiovascular en adolescentes de
la ciudad de México, realizado por la UNAM y el Instituto
Nacional de Cardiología.
Se aplicó a tres mil 240 jóvenes de ambos
sexos, con un rango de edad de 12 a 16 años, en 10 secundarias
del DF (dos privadas y ocho públicas), ubicadas en la delegación
Coyoacán, y en dos rurales públicas del municipio
de El Oro, en el Estado de México.
El objetivo fue determinar las medidas somatométricas
(el índice de masa corporal, la estatura, el perímetro
de la cintura y el pliegue tricipital, entre otras), la presión
arterial y los niveles de lípidos y lipoproteínas
en esos escolares.
A decir de Liria Yamamoto Kimura, académica de la
Facultad de Medicina (FM) de la UNAM y coautora del estudio, los
jóvenes que hoy presentan valores altos en la cifras de presión
arterial, tienen una mayor probabilidad de padecer mañana
alguna enfermedad cardiovascular.
Según la investigación, los adolescentes
hipertensos, comparados con los normotensos (con una presión
normal), presentan también elevada proporción de sobrepeso,
obesidad y dislipidemias (alteraciones del metabolismo de los lípidos).
El exceso de peso corporal fue significativamente más
frecuente entre hipertensos (varones 38.2 por ciento, mujeres 44.5),
que entre no hipertensos (hombres 21.3 por ciento, mujeres 28.12).
Asimismo, los resultados corroboran que ciertos factores
de riesgo cardiovascular (como cintura, edad, género e índice
de masa corporal) contribuyen con 26 y 15.9 por ciento de la variación
en la presión arterial sistólica y en la presión
arterial diastólica, respectivamente.
La tasa de hipertensión en jóvenes es mayor
en la Ciudad de México que en otros países de America
Latina, incluso de Europa; en Chile es de 9.5 por ciento, en Colombia
de tres, y en España, de siete por ciento, ejemplificó
la especialista en salud pública.
La hipertensión arterial es el factor más
común, potente y universal de las enfermedades cardiovasculares
(infarto agudo al miocardio, angina de pecho, derrame cerebral y
ateroesclerosis, entre otras); son responsables del deceso anual
de 17 millones de personas en todo el mundo.
Quien la padece puede presentar cefalea (dolor de cabeza),
visión borrosa, fatiga, mareo, epistaxis (hemorragia originada
en las fosas nasales), disnea (dificultad para respirar) y dolor
torácico.
Resultados del estudio
La estatura y el peso permiten estimar el índice
de masa corporal y evaluar el grado de sobrepeso u obesidad; ésta
última incrementa el desarrollo de dislipidemias, es decir,
alteraciones en el colesterol total, en las lipoproteínas
de alta y baja densidad, y en los triglicéridos, explicó
Yamamoto Kimura.
Estas variables son factores de riesgo cardiovascular,
porque influyen en las cifras de presión arterial sistólica
y diastólica, e incrementan la incidencia de hipertensión,
acotó.
De acuerdo con este estudio, los adolescentes varones de
secundarias privadas son 11 centímetros más altos
que los muchachos de secundarias públicas rurales, y ocho
centímetros más altos que los de secundarias públicas
urbanas. Con las mujeres sucede lo mismo, pero las diferencias entre
ellas no son tan marcadas, señaló.
Asimismo, los jóvenes de instituciones privadas
tienen el índice de masa corporal más alto, siguen
los de escuelas públicas del DF y, al final, los de colegios
rurales. Por el contrario, las mujeres de secundarias públicas
tienen el índice de masa corporal más alto, luego
las de privadas y, mucho más abajo, las rurales.
Entonces, la prevalencia de obesidad es mayor en hombres
de escuelas privadas (21.5 por ciento) y en mujeres de escuelas
públicas urbanas (18 por ciento).
También se mostró que las dislipidemias son
diferentes en adolescentes del medio urbano y rural, porque los
primeros consumen mayor cantidad de grasas, mientras que los segundos
ingieren más hidratos de carbono.
De este modo, los estudiantes de escuelas particulares
son los que presentaron valores más altos de colesterol total
con 10 por ciento, contra cinco por ciento de los pertenecientes
a escuelas públicas; en cambio, los adolescentes de secundarias
rurales tuvieron valores más altos de triglicéridos
y, entre ellos, aún más las mujeres, con 13 por ciento.
En lo referente a las lipoproteínas de alta densidad,
que en cantidades adecuadas (iguales o mayores a 40 miligramos por
decilitro) protegen de enfermedades cardiovasculares, y en cantidades
menores son un factor de riesgo, 48 por ciento de los hombres y
39 por ciento de las mujeres adolescentes del medio rural presentaron
una prevalencia más alta (valores más bajos) que los
del área urbana, en particular los de las escuelas privadas,
donde el porcentaje fue de 34 por ciento en ambos sexos.
Medición por edad, género y estatura
La medición de la presión arterial fue ajustada
por edad, género y estatura; “se tomó en cuenta
la hipertensión arterial sistólica y diastólica,
así como la presión arterial media y la presión
de pulso, que también se consideran indicadores de riesgo
de enfermedades cardiovasculares”, apuntó.
Se formaron dos grupos, el de los que rebasan el porcentil
90 de presión arterial, que incluye a los pre-hipertensos
(más de 90, pero menos de 95) e hipertensos (más de
95), y el de los normotensos o controles (por debajo de 90).
Los valores promedio de hipertensión arterial por
género-escuela fueron: en hombres de secundarias privadas,
11.6 por ciento; públicas, 9.8 por ciento, y rurales, 4.9
por ciento. En mujeres, siete, 11 y 4.7 por ciento, respectivamente.
La prevalencia fue diferente según el tipo de colegio;
en los particulares predominó la hipertensión sistólica
y la de pulso; en las públicas, la presión arterial
media, y en las rurales, la hipertensión de pulso.
La investigación consideró también
factores extrínsecos como estilo de vida (consumo de tabaco,
alcohol, sal y sedentarismo) y entorno familiar (escolaridad de
padres, ocupación, consumo de tabaco, alcohol y sal).
La mayor prevalencia de tabaquismo, que propicia rigidez
arterial, se dio en secundarias privadas (20.5 por ciento), luego
en rurales (8.6 por ciento) y en públicas urbanas (7).
En cuanto al sedentarismo, su mayor frecuencia se dio en
mujeres de secundarias públicas, y su menor grado en varones
de zonas rurales.
Los resultados de este estudio no se pueden extrapolar
a nivel nacional, porque el perfil de riesgo cardiovascular es diferente
en cada ambiente y tipo de escuela. Por ello, las estrategias de
prevención deben ser específicas para cada lugar,
aclaró Yamamoto Kimura.
“Entre los jóvenes del área urbana
se debe fomentar el ejercicio físico y una dieta baja en
sal y grasas, y en el medio rural, emprender acciones para que aumenten
de estatura y combatan la obesidad”, recomendó.
“Enseñar a comer” parece simple, pero
no lo es porque el ser humano orienta sus preferencias a partir
de las circunstancias culturales, psicológicas, religiosas,
económicas, sociales y políticas en las que vive,
señaló.
“Si se quiere educar para la salud, prevenir y tratar
la hipertensión arterial, se debe encontrar el equilibrio
entre colaboración interdisciplinaria-interinstitucional
y voluntad política”, concluyó Yamamoto Kimura.
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