• La deforestación y degradación
de esos ecosistemas en territorio nacional se deben a la extracción
de recursos naturales y su transformación en áreas
agrarias, destacó Alejandro Flamenco Sandoval, del CIGA
de la UNAM
• La alteración de fauna y vegetales, la erosión
del suelo y la concentración de bióxido de carbono
en la atmósfera, algunas consecuencias
• El reto del Centro de Investigaciones en Geografía
Ambiental es encontrar métodos para evaluar la degradación
y establecer escenarios futuros
El avance de actividades agropecuarias y la extracción
de recursos forestales han favorecido la deforestación y
degradación de los bosques en territorio nacional, aseguró
Alejandro Flamenco Sandoval, del Centro de Investigaciones en Geografía
Ambiental (CIGA) de la UNAM.
Las principales consecuencias son alteraciones a las comunidades
endémicas de fauna y vegetales, modificaciones en el ciclo
del agua, incremento de la erosión del suelo, aumento de
la concentración de bióxido de carbono en la atmósfera
y, además, se pierde la oportunidad de efectuar el manejo
sustentable de los recursos naturales.
Vastas áreas boscosas de la zona sureste del país
se han visto afectadas por la remoción de todos, o casi todos
los árboles, en poco tiempo. Actualmente, los estados más
perturbados son Tabasco, Oaxaca y Chiapas, debido al avance de la
transformación de zonas forestales a áreas agropecuarias,
aseguró Flamenco Sandoval.
Esa degradación es resultado de la eliminación
de algunos o varios organismos que conforman parte del bosque, pues
se alteran las condiciones ambientales del hábitat,
aunque en apariencia el daño no es evidente, porque sólo
se extraen recursos selectivos.
Algunos agentes que contribuyen son el saqueo de leña,
madera, múltiples productos forestales, así como el
pastoreo, los incendios y la propagación de plagas; estas
dificultades se presentan en todo el territorio nacional, sobre
todo en entidades con mayor cantidad de masa forestal, como Chihuahua,
Durango, Sonora.
La deforestación y degradación pueden provocar
fragmentación forestal (ruptura de una unidad de bosque en
elementos más pequeños), así como alteraciones
entre las poblaciones de especies que lo habitan, lo que favorece
el aislamiento o establecimiento de animales y plantas invasores,
que después pueden introducirse a los fragmentos remanentes.
“Están en peligro de extinción mamíferos
como el tapir, jaguar, puma y lobo mexicano, entre otros”,
señaló el especialista.
Se debe considerar que los boscajes juegan un papel importante
en la transferencia de agua a la superficie, así como en
su captación; por tanto, al ser transformados, se incrementa
la erosión y se pierde la capacidad de infiltración
del líquido en los suelos de dichas zonas.
Cuando los árboles son talados y sus productos quemados
o expuestos a la intemperie, pueden liberar una gran cantidad de
bióxido de carbono a la atmósfera. Asimismo, la deforestación
provoca la desertificación de la tierra, pues la vuelve improductiva
y ocasiona modificaciones en las condiciones ambientales.
Cuando se presentan tormentas, las zonas boscosas mitigan
el escurrimiento del agua, y retardan su llegada a las tierras bajas,
evitando inundaciones, ejemplificó.
Los bosques son comunidades vegetales donde predominan
los árboles, pero también están conformados
por hierbas y arbustos. Su follaje modifica las condiciones ambientales
como humedad, luz y temperatura, lo que permite la coexistencia
de diversos organismos.
Flamenco Sandoval aseveró que con esos actos se
pierde la posibilidad de realizar un manejo sustentable de los recursos
forestales, porque es un capital natural que puede brindar beneficios
económicos y ecológicos.
Por ello, el reto del CIGA es encontrar métodos
que permitan evaluar eficazmente la degradación forestal
y establecer posibles escenarios a futuro, y con ello, plantear
posibles soluciones a esa problemática.
Este enfoque requiere de la elaboración de modelos
que utilizan series de operaciones computacionales para describir
cuál sería la configuración del paisaje en
un tiempo determinado. “Es necesario conocer factores clave
que promueven el cambio y la dinámica de una zona boscosa”,
acotó.
El cambio de uso del suelo es un proceso que responde a
múltiples factores, tanto locales como externos, ambientales,
socioeconómicos y políticos; de ahí el interés
por crear nuevos métodos que permitan efectuar dicha evaluación,
concluyó.
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