• Toma de muestras, análisis de cromatografía
de gases, gráficas por computadora y diagnósticos
in situ, se realizan a bordo de una camioneta con equipo científico
• El vehículo está a cargo de Marcos Adrián
Ortega Guerrero, del Centro de Geociencias de la UNAM, quien caracterizó
el subsuelo de la ex refinería de Azcapotzalco
Una camioneta larga, tipo panel, aguarda en un área
techada del estacionamiento del Centro de Geociencias de la UNAM,
en Juriquilla, el próximo viaje de Marcos Adrián Ortega
Guerrero, para evaluar el subsuelo contaminado en alguna región
del país.
A simple vista, el vehículo parece convencional,
pero al abordarlo se descubre que el espacio de los asientos traseros
está ocupado por tubos metálicos, equipos de análisis
químico, una computadora y una máquina hidráulica
que, con solo mover tres palancas, se desplaza por la puerta trasera
para luego levantarse tres metros fuera del vehículo e iniciar
la toma de muestras a profundidades que van de 10 a 15 metros bajo
tierra.
Se llama Laboratorio Móvil de Rastreo de Contaminantes
del Subsuelo y es, desde 2005, una herramienta de trabajo de Ortega
Guerrero y sus colaboradores, quienes dentro de esa camioneta pueden
hacer análisis completos, que van del registro de muestras
al diagnóstico de un sitio.
“El equipo cuenta con 10 tubos, cuya función
es bajar varios metros al subsuelo con un electrodo adentro para
tomar las muestras. La parte vital es el electrodo, que tiene una
celda por la que entran los gases del subsuelo, y una placa que
calienta a 120 grados, volatiliza los gases, y éstos entran
al tubo por difusión molecular”, explicó el
investigador.
Dentro del tubo, los gases suben y llegan a un cromatógrafo,
donde se caracterizan químicamente.
En el cromatógrafo se analiza la muestra previamente
volatilizada, y se detectan sus componentes, que se separan de acuerdo
a su peso molecular. Así, los especialistas identifican los
contaminantes y comprueban, por ejemplo, la presencia de hidrocarburos
en el subsuelo.
Con este sistema se puede detectar la presencia de hidrocarburos
en agua, suelo y en su fase de vapor.
“Con ayuda del equipo hidráulico, los tubos
bajan entre 10 y 15 metros bajo tierra, pero solamente funcionan
en sedimentos muy suaves; desgraciadamente, no en suelos duros ni
en roca”, aclaró el ingeniero geólogo, con maestría
en aguas subterráneas y doctorado en contaminación
de acuíferos.
El investigador del Centro de Geociencias comentó
que con el equipo del Laboratorio Móvil caracterizó,
junto con sus colaboradores, el subsuelo de la ex refinería
18 de Marzo, ubicada en Azcapotzalco.
“Estuvimos tres o cuatro años allí,
para detectar la presencia de hidrocarburos en el subsuelo”,
señaló.
En su próxima salida, la camioneta se utilizará
para hacer una evaluación del subsuelo en la capital de Zacatecas,
que ha sufrido un derrame de gasolina.
“En esa entidad hay una fuga de gasolina muy importante,
y van a solicitar a la UNAM apoyo para ver si podemos identificar
la fuente y proponer algunas medidas de restauración”,
finalizó Ortega Guerrero.
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