• “La ayuda de EU costará cara
a esa nación”, anticipó María del Socorro
Marquina Sánchez, de la Facultad de Derecho de la UNAM
• La falta de un sistema jurídico eficaz, la corrupción,
violencia, analfabetismo y un gobierno mediocre, son problemas
que aquejan al pueblo antillano
A más de un mes del terremoto que devastó
Haití, la Unión Americana ha tomado control del lugar
al enviar a 10 mil marines armados, médicos, aviones, telecomunicaciones,
gasolina, agua, transporte y víveres.
“Esta ayuda le costará cara a ese pueblo caribeño”,
aseveró la académica de la Facultad de Derecho (FD)
de la UNAM, María del Socorro Marquina Sánchez.
Ante la crisis económica, política y social
que enfrenta ese país, la comunidad internacional se ha encargado
de proveer ayuda económica, material y emergente. Sin embargo,
no hay que olvidar que se trata de la nación más pobre
del continente americano, lo que hace que su soberanía sea
sumamente vulnerable.
Después del sismo del 12 de enero, Estados Unidos
ocupó militarmente el aeropuerto de Puerto Príncipe;
ante este hecho, Francia y otros países solicitaron a la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) precisar el papel
que desempeñaría la superpotencia.
Además, Chile también optó por enviar tropas,
sumándose a las acciones intervensionistas estadounidenses,
“que no son necesarias para el desarrollo y estabilidad de
los haitianos”.
La especialista recordó que, históricamente,
Haití ha sido ocupado en repetidas ocasiones por EU; ha enfrentado
múltiples golpes de Estado y padecido varias masacres.
A pesar de que este país asumió su independencia
el 1 de enero de 1804, se ha visto sometido a una continua inestabilidad
política que derivó en una larga invasión estadounidense,
de 1915 a 1934.
Posteriormente, de 1957 a 1986, los dictadores de la familia
Duvalier (François y Jean-Claude) gobernaron la isla con
ayuda militar y financiera de Estados Unidos. También Gran
Bretaña, España y Alemania intentaron intervenir en
esa nación.
Por esta razón, en 2004, tras el derrocamiento de
Jean-Bertrand Aristide, la ONU emitió la Resolución
1542, en la que decidió establecer la Misión de Estabilización
de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), con tres objetivos:
crear un entorno seguro y estable, garantizar procesos políticos
y asegurar los derechos humanos. Hace dos años Brasil asumió
el liderazgo de la MINUSTAH.
Por otro lado, Canadá expresó que debido
a que alberga población haitiana en su territorio, eliminará
trabas burocráticas para posibles adopciones, y brindará
la ayuda solicitada por el gobierno caribeño, “la seguridad
es más precaria en la medida en que aumenta la desesperación”.
Ante este escenario, la ONU propuso aplicar una estructura
que mejore la coordinación a nivel político, asistencial
y militar en Haití. Además, firmó una declaración
de principios con Estados Unidos para conducir ayuda humanitaria
y transporte, y se espera que haga lo mismo con Canadá y
que inste a la MINUSTAH a seguir con sus actividades tradicionales.
El índice de desarrollo humano de la ONU coloca
a Haití en el lugar 150 de 177 países. Se calcula
que 70 por ciento de la población vive en condiciones precarias
e inhumanas; además, es uno de los Estados más endeudados
del mundo y el cinco por ciento de la población adulta está
enferma de sida o difteria, principales causas de muerte en la población.
Aunado a ello, la falta de un sistema jurídico eficaz,
la persistencia de la corrupción, la violencia, el analfabetismo
y un gobierno mediocre, aquejan a diario al pueblo caribeño,
señaló la académica.
En el auditorio Dr. Eduardo García Máynez,
de la FD, el profesor Raúl Fernando Solórzano Díaz
explicó que las acciones emprendidas, aceptadas y promovidas
por el gobierno haitiano, generan el menoscabo de su autonomía,
implican acciones de gobierno que están fuera de su inmediato
control.
El problema es que a futuro pondrán en riesgo o
amenazarán su propia soberanía. Sin embargo, el gobierno
necesita ayuda internacional para su reconstrucción, la cual
se calcula tomará 10 años.
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