• América Latina es una de las regiones
más desiguales; aquí, la justicia social ha decrecido,
señaló Noemí Casasola Gudiño, de la
ENTS de la UNAM
• En el marco del Día Mundial de la Justicia
Social, opinó que se tendría que trabajar más
desde la perspectiva de las necesidades básicas y de las
capacidades
Según la Comisión Económica para América
Latina y el Caribe (CEPAL), en México la miseria se centra
más en la población indígena, y la forma en
que viven es comparable con la que tienen los naturales de África
del Sur. Es uno de los territorios más desiguales del mundo
y, en medio de esa divergencia, la justicia social, lejos de avanzar,
ha decrecido.
Los anteriores comentarios fueron expuestos por la especialista
en derechos humanos y situación internacional contemporánea
de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), de la UNAM, Noemí
Casasola Gudiño, en el marco del Día Mundial de
la Justicia Social, efeméride instituida por Naciones
Unidas a partir del 20 de febrero de 2007.
“Es prematuro hablar de celebración, porque
en un informe que presentó la CEPAL el año pasado,
se informa que América Latina es una de las regiones más
desiguales, o la más desigual del mundo; en esa desigualdad,
la justicia social lejos de avanzar, ha decrecido y aumenta el número
de pobres”, acotó.
Tendríamos que trabajar más desde la perspectiva
de las necesidades básicas, y de lo que serían las
capacidades, opinó la investigadora.
Según datos del informe Panorama social de América
Latina 2009, la CEPAL proyectaba que ese año la pobreza
en la región aumentaría 1.1 por ciento, y la indigencia
0.8 por ciento, en relación con 2008; entonces, las personas
en situación de pobreza pasaron de 180 a 189 millones (34,1
por ciento de la población), mientras que los individuos
en situación de indigencia aumentarían de 71 a 76
millones (13,7 por ciento).
Egresada de la carrera de Relaciones Internacionales en
la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Casasola Gudiño
sostuvo que en la región no se ha logrado cumplir con uno
de los compromisos establecidos para mejorar el desarrollo social
y la calidad de vida de todos los seres humanos.
No es posible que en una región con grandes riquezas
naturales se carezca de un pacto social, donde haya más solidaridad
y se universalicen los beneficios, indicó la profesora de
la ENTS, quien imparte las asignaturas de Derechos Humanos y Situación
Internacional Contemporánea.
“México hace gala a su posición latinoamericana
como país de desigualdades; la distribución de la
riqueza no es equitativa, y eso dificulta que la gente vea satisfechas
sus necesidades básicas, alcance una libertad plena en todos
los sentidos y pueda desarrollar sus capacidades”, indicó
la universitaria.
En este sentido, agregó, la injusticia social no
solamente atenta con esa dificultad para acceder a la vivienda,
a la alimentación y al empleo, sino también contra
la libertad de todo ser humano para aspirar a un desarrollo social
más amplio.
Según la CEPAL, en América Latina, uno de
cada cinco niños está en situación de pobreza
infantil extrema, lo que afecta a más de 32 millones.
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