• José Ramírez Lezama, de la
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, realizó una
necropsia al cuerpo de “Kalula”, un mamífero
macho, de 11 años
• El animal, que vivía desde hace tres años
en el zoológico Sahuatoba, en Durango, falleció
por problemas digestivos en el rumen, una de sus cuatro cavidades
estomacales
Hace unos días, la muerte sorprendió a la
jirafa Kalula, un macho adulto joven de 11 años
de edad, muy querido entre quienes visitaban el zoológico
Sahuatoba, en Durango, donde vivió los tres últimos
años.
La causa del deceso –un daño estomacal en
el rumen, una de las cuatro cavidades estomacales que tiene ese
mamífero originario de África–, fue diagnosticada
por José Ramírez Lezama, médico veterinario
de la UNAM, cuyo trabajo consiste en analizar los motivos de fallecimiento
de animales tan variados como delfines, leones, lobos marinos, elefantes,
pandas y camellos, entre otros.
La labor del universitario se parece a la de los médicos
forenses. “Pero ellos se dedican a una sola especie, la humana,
y nosotros hacemos necropsias de muchas, cada una con sus peculiaridades”,
aclaró.
Profesor e investigador desde hace 25 años en la
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVyZ) de esta casa
de estudios, Ramírez Lezama es especialista en patología,
una rama médica que estudia las enfermedades, sus procesos
y causas.
Además de dar clases de patología general
y patología sistémica, realiza investigación
básica, y ha trabajado en el zoológico de la Ciudad
de México.
Para diagnosticar el deceso de Kalula, el especialista
viajó a Durango para realizar la necropsia, estudio que le
llevó cuatro horas y que consistió en abrir el cuerpo
del animal –de media tonelada de peso y unos cinco metros
de alto— para realizar un análisis morfológico
y toma de muestras de tejido de diversos órganos.
“La necropsia requiere dos fases para establecer
un diagnóstico: un análisis morfológico macro,
observando y revisando cada órgano; y un análisis
micro, que se logra luego de analizar las biopsias, pequeñas
muestras de tejido que llevamos al laboratorio para estudios más
específicos”, detalló.
El médico requirió decenas de muestras de
tejido. “Se toma una pequeña biopsia de cada órgano,
de uno por un centímetros, para saber dónde ocurrió
el problema o si hubo alguna disfunción”.
Las muestras se colocaron en formol, se encapsularon y
se llevaron al laboratorio. Allí, se cortaron en delgadísimas
capas de tres micrómetros y se tiñeron para observarlas
al microscopio, explicó.
Triste diagnóstico
Antes de realizar la tarea, Ramírez Lezama solamente
fue informado de que en diciembre Kalula tuvo dificultad
para respirar; desde entonces mantuvo sus hábitos normales,
hasta el día que amaneció postrado, y más tarde,
perdió los signos vitales.
La necropsia reveló que la causa de la muerte fue
un daño en el rumen, una de las cuatro cavidades que forman
el estómago de las jirafas y otros animales, como las vacas.
“Encontré una dilatación en el rumen,
un sitio que se llena de gas por diferentes factores: sobrealimentación,
alimento no fibroso o rico en carbohidratos. También había
un daño metabólico en el aparato digestivo”,
indicó.
La jirafa tuvo una insuficiencia cardio-respiratoria causada
por la presión e inflamación del daño digestivo,
añadió el médico.
En su ecosistema natural, que se extiende por las sabanas
de África, las jirafas se alimentan de los tallos y hojas
de una planta suculenta, muy fresca y rica en nutrientes. “Son
animales que se adaptan bien al cautiverio y en los zoológicos
las alimentan con alfalfa acicalada y granos rolados, que están
en hojuelas. Kalula tenía un problema estomacal
metabólico y eso le causó la muerte”, concluyó.
– o0o –