•
El robot universitario fue desarrollado en el IIMAS y puede ser
visitado en el museo Universum
• Es el primer reconocedor de voz que entiende las voces
infantiles en español y es capaz de mantener una conversación
y entablar una partida de cartas
¿En qué se parecen los robots y los niños?
En que ambos representan el futuro. Esta adivinanza es en
realidad la opinión del personal del museo Universum
y de los científicos del Instituto de Investigaciones en
Matemáticas Aplicadas y Sistemas (IIMAS) de la UNAM, quienes
unieron esfuerzos para exhibir un módulo de inteligencia
artificial especialmente diseñado para los pequeños.
Los primeros pusieron el espacio y la logística, los segundos
el diseño del robot.
“Este aparato es el primero que reconoce la voz infantil
en español. Se trata de una cabina verde de dos metros por
dos metros y medio donde hay una máquina que escoge una carta
de entre 10, y los niños deben formular cuatro preguntas
para adivinar de cuál se trata”, explicó Brenda
Aurora Flores Pérez, colaboradora del área de Contenidos
de Universum.
“Yo he jugado varias veces con el robot y me divierto
mucho, ¡imagínate a los pequeños! De hecho,
es sorprendente que la máquina te responda no con una grabación,
sino con información destinada a ti y generada en el momento”,
añadió la divulgadora.
El robot lleva por nombre Golem y consiste en
un ordenador, un monitor, un micrófono, un par de bocinas
y una cámara empotrada en la pared que brilla como si fuera
un pequeño ojo rojo, similar al de la computadora Hal 9000
de la cinta de Stanley Kubrick, 2001: Odisea del Espacio, sólo
que el aparato de Universum es infinitamente más amigable
que el robot neurótico de la cinta de 1968; Golem sólo
quiere jugar.
“De hecho, la idea que tienen muchos niños
de un robot es la que les proporciona Hollywood, e incluso algunos
creen que estas máquinas son casi humanas o que podrían
dominarnos en un futuro no muy distante, pero después de
pasar por aquí salen con una noción muy distinta”.
Conscientes del impacto cinematográfico, los diseñadores
crearon un video donde, desde una pantalla de plasma, un pequeño
androide parecido a Wall-E expone cuáles son las reglas del
juego:
“Hola a todos, mi nombre es Golem y éste
es el juego de Adivina la Carta. Enfrente de ti tenemos 10 imágenes
diferentes, de esas voy a escoger una al azar y tú adivinarás
de cuál se trata. Para adivinar me vas a hacer cuatro preguntas
sobre el color o la forma de las cartas, o si se parece a otro objeto.
Después de la ronda de preguntas compararemos mi carta y
la que tú creíste que había elegido. ¿Entendiste?”.
Las reglas del juego
Entender las reglas que nos propone Golem es fácil,
lo difícil es comprender cómo opera el pensamiento
humano, pero como escribió el historiador holandés
Johan Huzinga, “todo enigma ocupa un lugar intermedio entre
lo serio y el juego”, así que no resulta raro que,
para reproducir con la seriedad debida los procesos mentales, en
el Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas
y Sistemas construyeran un robot y se pusieran a jugar con él,
en este caso a las cartas.
Para explicar cómo funcionan estas máquinas
“pensantes”, que a veces hasta parecen tener sentido
del humor, el filósofo estadounidense John Searle expuso
el llamado “argumento de la cámara china”, en
el cual pide imaginar un cuarto herméticamente sellado, excepto
por una pequeña abertura por donde pueden entrar y salir
unas pequeñas hojas.
Afuera hay cientos de chinos que escriben preguntas de
corte existencial en unas tarjetitas que deslizan a través
de la ranura, adentro está un hombre que no entiende ni pizca
de chino, pero que tiene un manual que dice, “si recibes una
carta con tal signo, debes contestar con este otro”.
Decía John Searle que si se sigue esta dinámica
al pie de la letra, al recibir su respuesta, los orientales del
exterior quedarán convencidos de que dentro se encuentra
un hombre que no sólo domina el idioma chino, sino que además
es extremadamente sabio y prudente, cuando en realidad el individuo
del interior apenas se limita a seguir instrucciones, sin comprender
nada de lo que garabatea en las tarjetas.
“De igual manera, las máquinas de inteligencia
artificial en realidad no piensan, por más que parezca que
lo hagan”, esto debido a que desde un principio fueron alimentadas
con los datos y procesos adecuados, concluye Searle.
Entonces, ¿cómo es que Golem entiende
lo que dicen los niños y juega con ellos? “¡Fácil!,
lo único que necesitábamos era un programa computacional
y voces infantiles para entrenar al robot, pues éste ya era
capaz de asimilar la voz adulta.
Lo que hicimos en esta ocasión fue convocar a 100
pequeños para que grabaran cinco mil oraciones, con las que
integramos un corpus de voz lo suficientemente extenso como para
empezar a trabajar”, expuso Luis Alberto Pineda Cortés,
investigador del IIMAS encargado de este proyecto.
Cara a cara con Golem
Las leyendas medievales decían que para crear un
golem se necesitaban artes oscuras o recurrir a secretos milenarios,
pero hoy sólo basta saber robótica, ser hábil
a la hora de programar y eso sí, tener mucha imaginación,
como los científicos del IIMAS, quienes crearon una máquina
que además de escuchar, razona y se divierte, o al menos
esa es la impresión que da a quienes se sientan frente a
ella para disputar una partida de cartas.
Por ahora, este robot sigue en espera de su próximo
contrincante y no deja de decir a quien cruza en su camino: “Mi
nombre es Golem, ¿quieres jugar conmigo?”.
– o0o –