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Imma Tubella i Casadevall, rectora de la Universitat Oberta de
Catalunya, indicó que hay empresarios que han llegado a
poner las investigaciones científicas en subasta
“El conocimiento se ha vuelto un negocio, tanto que
ya es subastado al mejor postor, como se hace en páginas
como innocentive.com —nótese la terminación
com, de comercial—, que cuenta con la colaboración
de 120 mil científicos de 170 países que venden sus
desarrollos y propuestas en precios que van de los cinco mil a los
100 mil dólares”, expuso Imma Tubella i Casadevall,
rectora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
La doctora en Ciencias Sociales señaló que
sólo las universidades pueden hacerle frente a esta tendencia
a comercializar el saber y ponerlo al servicio del mercado, pues
los intereses creados por el dinero hace que muchos olviden que
el énfasis debería estar en las necesidades y demandas
de la sociedad.
Al visitar las instalaciones de la UDUAL, en Ciudad Universitaria,
para impartir la conferencia El “negocio” del conocimiento
—“y entrecomillo la palabra negocio, tan sólo
para provocar”—, señaló que “las
universidades desde hace tiempo ya no tienen el monopolio del saber
y las empresas lo han aprovechado para sumarse a la actividad docente,
creando verdaderas fábricas de graduados, mucho más
eficientes a la hora de otorgar títulos que las mismas universidades”.
Sin embargo, acotó la profesora, lo que esas grandes
firmas no pueden hacer es brindar “la experiencia universitaria”,
que hace que el individuo formado en estas instituciones esté
consciente de que no se está preparando “para obtener
un buen empleo, sino para servir a la sociedad”.
Condiciones que se transforman
Desde siempre, el avance de la tecnología no sólo
ha abierto nuevos horizontes, sino provocado una serie de expectativas
que de alguna manera hermanan al pasado con el presente.
Para demostrarlo, leyó un fragmento que decía:
“La influencia de este invento en las relaciones políticas,
sociales y comerciales de este mundo cada vez más extenso
nos conduce a una revolución sin precedentes, y el espacio
en relación a la información entre los territorios
y los ciudadanos quedará aniquilado”.
“¿A qué invento se refiere?”,
preguntó, “Parece ser que a la internet, ¿no?
En realidad esto es parte del discurso de un congresista estadounidense
en favor de la construcción del telégrafo en 1847”,
explicó Tubella, quien añadió que así
como este invento cambió el rostro del siglo XIX, la red
lo está haciendo en el XXI.
La catedrática expuso que no sólo la Universitat
Oberta de Catalunya se beneficia de este cambio de paradigmas que
permite a la UOC funcionar exclusivamente en la internet, sino que
ha generado una serie de fenómenos que comienzan a preocupar
a instituciones tradicionales que no han sabido ver el potencial
de las nuevas aplicaciones.
“Muchas universidades ven con desconcierto que cada
vez son más los alumnos que no se presentan a clases, pero
que acreditan con buenas notas debido a que consultan sitios como
el academicearth.org, una web donde siete universidades
de Estados Unidos (como Stanford, Yale, Berkeley, MIT y Princeton)
ponen sus contenidos al alcance de todos, y no sólo los textos
escritos, sino las clases”.
“Este es el caso del profesor de física Walter
Levin, del MIT, que subió sus lecciones a YouTube,
y ha conseguido que éstas sean vistas por más de cuatro
millones de personas, muchas de ellas estudiantes de física
que han preparado sus exámenes frente al ordenador en vez
de hacerlo en los salones de su instituto”.
Por todo ello, la académica advirtió que
en vez de sobresaltarse por los cambios de mentalidad que impone
el avance tecnológico, las universidades de hoy deben prepararse
para enfrentar los retos del mañana.
La cooperación, la clave del futuro
“Una de las enseñanzas que nos ha dejado el
cibermundo es que no todo es lucro, y mucho del progreso que ha
alcanzado este espacio virtual es gracias a usuarios que han optado
por cooperar entre sí para crear desarrollos sin esperar
remuneración alguna, sino reconocimiento”, explicó.
La rectora expuso que esta experiencia es particularmente
útil para las universidades, que si en un pasado intentaron
fragmentarse, al unir fuerzas suben rápidamente en los rankings
de evaluación.
“Este es el caso de la Sorbona, que en algún
momento se separó en las sedes París I, París
II, París III, que solas no figuran en los catálogos
de las mejores instituciones, pero una vez reunidas comenzaron a
puntear alto en el ranking de Shangai”.
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