Boletín UNAM-DGCS-038
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 18 de enero de 2010

Víctor Sánchez


OTORGA SEMARNAT A VÍCTOR SÁNCHEZ CORDERO EL RECONOCIMIENTO A LA CONSERVACIÓN 2009

 

• El investigador del Instituto de Biología de la UNAM fue distinguido por su trayectoria en la protección de la biodiversidad en el país
• Desarrolló un modelo precursor que mide, de forma cuantitativa y sistemática, la efectividad de las 69 áreas protegidas en el territorio nacional

Precursor en el desarrollo de un modelo científico que mide, de forma cuantitativa y sistemática, la efectividad de las 69 áreas protegidas del país, el biólogo y doctor en zoología Víctor Sánchez Cordero, académico del Instituto de Biología (IB) de la UNAM, recibió el “Reconocimiento a la Conservación de la Naturaleza 2009”, en la categoría de Investigación, otorgado por la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

“Es un premio para todos mis alumnos y exalumnos que han pasado por este laboratorio, quienes con su trabajo y sus ideas han contribuido para que tengamos en la UNAM este modelo de medición y análisis para abordar la biodiversidad del país”, señaló Sánchez, quien actualmente cuenta con 50 estudiantes (de licenciatura a doctorado) adscritos a su Laboratorio de Sistemas de Información Geográfica.

Efectividad de las áreas protegidas

Hace más de una década, el académico del Departamento de Zoología del IB se preguntó si servían las áreas naturales protegidas como reservorios de la variedad de especies en México.

Esa duda lo llevó a desarrollar una metodología inédita para detectar, a partir de animales y vegetales que funcionan como indicadores de una región, qué sucede en ecosistemas de gran riqueza, donde factores como temperatura, lluvia, sequía, cambio en el uso del suelo, deforestación y cambio climático afectan la interrelación y la existencia de flora y fauna que conviven en una selva, un bosque o un desierto.

Para nutrir su proyecto, Sánchez Cordero utilizó como herramientas algoritmos matemáticos, computadoras y sistemas de información geográfica.

“Fue una aportación original a nivel mundial que desarrollamos en la UNAM, donde soy investigador desde hace 25 años”, señaló el especialista, que desde los inicios del proyecto contactó a científicos de Australia que desarrollaron el software que utilizó en el IB para una nueva aplicación.

Áreas protegidas, de lo intocable a lo participativo

En su indagación, confirmó lo que un grupo de biólogos y ecólogos intuían: que las áreas protegidas se sustentan mejor cuando participan las comunidades humanas que viven en ellas, y que no deben considerarse sitios intocables a los que no se puede entrar para no perturbarlos.

“Uno de los objetivos de nuestro estudio en esas 69 áreas de todo el país era saber si estas zonas funcionan para resguardar la biodiversidad, y encontramos que sí, aunque hay mucho por hacer para mejorar la conservación”, señaló el investigador nacional nivel tres del SNI, quien desde 2002 es miembro del Consejo Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

En su modelo, que midió 23 variables ambientales, el universitario obtuvo tres resultados fundamentales.

“Encontramos que el 60 por ciento de las áreas protegidas sí son efectivas para prevenir cambios de uso de suelo; comprobamos que las Reservas de la Biósfera son el modelo más eficiente dentro de estas zonas, y documentamos que no hubo un componente geográfico de conservación; es decir, que el deterioro es un problema nacional que ocurre lo mismo en el Eje Neovolcánico que en las regiones tropicales del sureste o semidesérticas del norte de México”, resumió.

Una vez que avanzó este proyecto, Sánchez Cordero inició en el año 2000 una investigación paralela llamada “Planeación sistemática de la conservación”, que consistió en desarrollar redes de áreas de preservación que incluyen interacción entre varias áreas protegidas y funcionalidad ecológica.

“Para desarrollar estas redes desarrollamos más áreas protegidas que las existentes hasta entonces, pues no estaba bien representada la vasta biodiversidad del país. Elegimos especies de plantas y animales muy estudiados, los utilizamos como indicadores de lo que ocurre en una región y creamos mapas de distribución, que incluyen relaciones entre especies, migraciones y modificaciones como el cambio del uso del suelo y la vegetación”, explicó.

Uso del suelo y cambio climático, los retos

Las modificaciones al uso del suelo y el cambio climático son los dos grandes desafíos que enfrenta la biodiversidad, aseguró Sánchez Cordero. “Ambos son retos que deben atenderse en el corto plazo, pues el costo es la extinción de especies”, señaló.

El cambio del uso de suelo y la vegetación sigue siendo un grave problema que altera los ecosistemas naturales, al transformar la vocación de un sitio para convertir, por ejemplo, una selva en un lugar para alimentar al ganado, o una región costera con arrecifes y humedales en zonas hoteleras.

“Hay una gran presión económica y política para modificar usos de suelo, aunque signifique la extinción de especies. Por eso, en nuestro estudio es fundamental la integración de investigadores de las áreas sociales y económicas para trabajar en conjunto”, advirtió.

El otro gran reto para la conservación mundial es el cambio climático global, que trastorna la migración de especies.

“A través de nichos ecológicos, donde elegimos a una especie para identificar lo que sucede en su ecosistema, estamos trabajando para determinar las nuevas regiones a donde se están moviendo”, finalizó.

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Fotos

Víctor Sánchez Cordero, del Instituto de Biología de la UNAM, recibió el “Reconocimiento a la Conservación de la Naturaleza 2009”.