Boletín UNAM-DGCS-029
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 14 de enero de 2010

 


NUEVOS ANÁLISIS DEL AIRE DE LA CIUDAD DE MÉXICO REALIZAN INVESTIGADORES DE LA UNAM

• Científicos del CCA, encabezados por Irma Rosas Pérez, planean estudiar los diferentes tipos de alérgenos que flotan en el ambiente y medir su nivel de concentración
• También, cuantificarán las aeropartículas y bacterias presentes en el transporte público

Además de las sustancias emitidas por vehículos automotores como metales pesados, hidrocarburos y hollín, y la resuspensión de las partículas del suelo, el aire de la Ciudad de México transporta elementos biológicos como pólenes, esporas de hongos y bacterias que, igual que los contaminantes, son nocivas para los habitantes.

De las primeras, se conocen bien sus efectos en la salud humana, pero de los biológicos, aunque representan una fuente peligrosa de alérgenos, no se habla mucho.

Por ello, investigadores del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, encabezados por Irma Rosas Pérez, trabajan en dos proyectos para estudiar el aire de la metrópoli.

En uno, analizarán los diferentes tipos de alérgenos que flotan en el ambiente capitalino y medirán su nivel de concentración. En el otro, cuantificarán las aeropartículas y bacterias asociadas presentes en el transporte público.

El proyecto permitirá analizar y medir alérgenos. Se instalarán tres monitores en sitios que cuentan con equipo meteorológico y así se obtendrán datos relacionados, e información fenológica, es decir, la que tiene que ver con la biología de las plantas, que naturalmente producen pólenes, y con las variaciones atmosféricas (viento, humedad y temperatura) y su relación con la vida de las personas, explicó Rosas Pérez.

Se contempla instalar un monitor en Ciudad Universitaria y otro en el Cerro de la Estrella, Iztapalapa, en colaboración con científicos de la Universidad Autónoma Metropolitana y de la Coordinación de Investigación y Capacitación Ambiental del Instituto Nacional de Ecología. La ubicación del tercer monitor, urbana o rural, aún no se decide. “Por ahora lo importante es empezar el entrenamiento”, comentó.

Información fenológica

Con la información fenológica, los universitarios podrán estudiar los cambios en las fechas de floración y maduración de los pólenes en plantas, así como la aparición de insectos o la migración de aves en los que influyen las condiciones meteorológicas.

“Junto con los equipos para calcular el ozono y otros contaminantes, todas las ciudades europeas cuentan con aditamentos para analizar y medir alérgenos. En Inglaterra, la información es recibida sin interrupción en los hospitales, y a partir de ella, se pronostica cuántos asmáticos llegarán y se planea el número de camas que deberán estar disponibles”, refirió.

En países de latitudes medias, la duración de los ciclos de floración o polinización ha cambiado, de tal modo que en ellos se puede hacer este tipo de pronósticos, pero en regiones tropicales resulta más difícil, acotó.

“Para nuestro país es importante demostrarlas, porque tenemos bosques de oyamel, de pinos, y queremos ver qué pasa. Con esta red piloto de monitores, buscamos identificar los pólenes que circulan en el aire de la Ciudad de México, porque no sabemos si las vacunas que adquirimos son capaces de reconocer todos los alérgenos, o sólo una parte de ellos, en cuyo caso brindarían una protección relativa”, apuntó.

Rosas Pérez recibió entrenamiento para detectar partículas biológicas en Rothamsted, una de las estaciones de aerobiología más antiguas de Europa, en Harpenden, en el condado de Hertfordshire, Reino Unido.

“Ahí aprendí a detectar, a medir, a cuantificar las partículas biológicas. En el microscopio encontrábamos muchos más pólenes y esporas de hongos que partículas emitidas por vehículos automotores, porque es una región boscosa en la que casi no hay coches.

“En cambio aquí, en la Ciudad de México hay, por un lado, demasiado suelo y partículas negras de hollín y, por el otro, menos bosques por la urbanización intensa, por lo que nos cuesta más trabajo cuantificar e identificar partículas biológicas”, afirmó.

La red piloto de monitores costará poco dinero, porque hace unos 15 años el Consejo Británico y el Instituto Mexicano del Petróleo donaron los equipos a Rosas Pérez. “Únicamente tenemos que instalarlos y entrenar al personal para su manejo”, aseguró.

En el transporte público

El objetivo del segundo proyecto es cuantificar las partículas biológicas que hay en el aire y en las superficies inertes de los vagones del Metro y el Metrobús.

“Nosotros tenemos el equipo y el personal necesarios para hacerlo. Hemos conversado con autoridades del gobierno capitalino para que nos brinden las facilidades para tomar muestras en el transporte público”, informó.

Rosas Pérez y sus colaboradores pretenden saber si es posible aislar del ambiente esporas de hongos, bacterias y virus activos, y medir endotoxinas que integran la pared de las bacterias gramnegativas, causantes de inflamación en el tracto respiratorio.

20 metros cúbicos de aire al día

Es sencillo instalar el equipo en un vehículo del transporte público. En cualquier esquina se puede colocar un muestreador con una bomba para capturar partículas; se tomarían tres muestras al día: en la mañana, al mediodía y en la noche, explicó.

En cuanto a las superficies inertes, se pasará un hisopo por manijas y tubos; en el laboratorio, todas las pruebas colectadas se pondrán en un medio de cultivo y se someterán a pruebas bioquímicas y moleculares.

“En superficies inertes esperamos encontrar bacterias provenientes de personas que defecan y no se lavan las manos, o virus de la influenza, de quienes estornudan sin cubrirse la boca con la parte interna del codo”, consideró la universitaria.

Además de esa labor, los investigadores evaluarán la concentración de microorganismos en el transporte público, y calcularán cuántos entran en el organismo de un usuario por cada metro cúbico de aire.

“Un adulto respira aproximadamente 20 metros cúbicos de aire al día; con nuestros análisis, podremos saber aproximadamente cuántas partículas biológicas se inhalan en esos ambientes, donde el aire por lo general está encerrado porque las ventanas no se pueden abrir”, finalizó Rosas Pérez.

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Fotos

Con el estudio de los universitarios, se podrá saber cuántas partículas biológicas se inhalan en el transporte público, donde el aire por lo general está encerrado, explicó Irma Rosas Pérez.