• En el Laboratorio de Cultivo de Tejidos
Vegetales de la FES Iztacala han logrado una crasulácea,
echeveria laui (nativa de Oaxaca) y el peyote
• La extracción ilegal se ha convertido en un grave
problema para México, dijo Juan Gerardo Ortiz Montiel,
coordinador de la Unidad de Morfología y Función
• También se investiga el papel ecológico
de la cera de la echeveria laui, y qué tanto la protege
de factores extremos como alta irradiación luminosa y
temperatura
En México, la extracción ilegal de plantas
silvestres se ha convertido en un grave problema y, ante ello,
integrantes del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales de
la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala trabajan en
la reproducción de especies en peligro de extinción
o amenazadas.
Juan Gerardo Ortiz Montiel, coordinador de la Unidad
de Morfología y Función de esa FES, explicó
que, hasta el momento, han trabajado principalmente en la reproducción
de cactáceas en riesgo, así como cícadas
y el grupo de las crasuláceas, como echeveria laui,
nativa del estado de Oaxaca, y cuya distribución se encuentra
confinada prácticamente a algunas cañadas del Río
Salado-Quiotepec.
Dentro de la familia de las cactáceas, el Laboratorio
se dedica a la reproducción de 17 especies también
en peligro de extinción. No obstante, se investigan algunas
otras que no necesariamente se encuentran en esa situación,
pero que están sujetas a protección especial, como
el peyote (lophophora williamsii).
Además, han observado la reproducción de
algunas plantas de las que es importante su incremento, incluyendo
diversos árboles como el encino.
Ortiz Montiel reconoció que en el país
la extracción de plantas de su hábitat
natural es grave, porque no hay mucha gente dedicada a proteger
las áreas en riesgo.
Por lo general, la flora que está en esta situación
son ejemplares que la población no toma en cuenta, ni les
da importancia; sólo los considera útiles desde
el punto de vista ornamental. Lo trascendente no es reproducirlos,
sino tomarlos del medio ambiente y venderlos; es lo más
rápido, por ser seres vivos que tardan varios años
en crecer.
Este problema tiene pocas posibilidades de solución,
porque no se tienen los recursos para su reproducción directa
en el campo y su reintroducción, que sería lo ideal,
consideró.
Desde la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación, y la Comisión
Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, deben
tomarse medidas sobre las poblaciones vegetales que enfrentan
este problema, sobre todo las endémicas, por su calidad
de exclusivas de una región.
Es necesario solicitar a las comunidades su colaboración
para la protección de esas especies, pero también
ofrecerles fuentes de empleo relacionadas con esa tarea. No obstante,
aclaró, es indispensable que no se considere a la reforestación
como la gran panacea, porque se trata de una medida que sólo
es útil en sitios donde hay árboles, como en los
bosques.
Sin embargo, reconoció el experto, gran parte
del territorio nacional está conformado por zonas áridas,
y en ellas a nadie interesa reproducir cactáceas ni otras
plantas en peligro. Si bien las cícadas son de áreas
tropicales, a la gente tampoco le importa cultivarlas, sólo
venderlas.
Especies reproducidas
Hasta el momento y luego de diversas investigaciones
y procesos, en el Laboratorio han logrado reproducir la echeveria
laui, una planta con forma de roseta de hasta 30 centímetros
de diámetro y con tallo de hasta 10 centímetros
de longitud; por lo general simple, con hojas redondeadas, rojizas
o verde oscuro, cubiertas por una pruina protectora que confiere
un aspecto azul-grisáceo, casi blanco.
Se trata de una familia en cierto riesgo, porque proviene
de una área específica de Oaxaca, pero es una crasulácea
con grandes posibilidades, sobre todo ornamentales.
Su viabilidad deriva de cómo actúa y funciona
en el ambiente, porque genera grandes cantidades de cera; por
esa condición se investiga su papel ecológico, qué
tanto la protege de los factores extremos como alta irradiación
luminosa, temperatura, y falta de agua.
Una de las posibilidades es estudiar cómo se desarrollan
sus procesos fisiológicos, para aplicar alguno de ellos,
o integrar de manera genética a plantas que no tienen esas
capacidades de alta resistencia; es decir, la cera podría
ser utilizada para conservar otros cultivos.
Ortiz Montiel destacó que también han logrado
reproducir el peyote, que actualmente se encuentra en riesgo,
aunque lo más importante son sus características
alucinógenas.
También es analizable la capacidad que tiene para
producir alcaloides, metabolitos secundarios con posibilidades
de actuar en la disminución del dolor. Incluso, algunos
reportes mencionan su potencial para destruir algunas células
cancerosas.
De igual manera, trabajan en la fisiología de
la planta in vitro. Se buscan alteraciones o modificaciones de
las especies sujetas a cultivo de tejidos, porque dentro del frasco
tienen un ambiente diferente al del exterior; afuera cuentan con
suficiente oxígeno y bióxido de carbono, no están
en un medio de cultivo donde lo tienen todo, sino en el suelo,
que puede ser pobre o rico.
Si bien en el medio de cultivo hay condiciones homogéneas,
algunas son pobres, relativamente hablando; hay poco bióxido
de carbono en el frasco, porque prácticamente está
hermético, por lo que el vegetal cambia; en muchos de los
casos, ese metabolismo provocado por estar en una botella, es
capaz de alterar la respuesta morfológica.
Como parte de su labor científica, el equipo de
trabajo encabezado por Juan Gerardo Ortiz Montiel ha publicado
artículos en diversas revistas nacionales e internacionales,
como The Botanical Review, y Cactáceas y suculentas
mexicanas.
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