Boletín UNAM-DGCS-773
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 30 de Diciembre de 2009

Ingvar Emilsson


LOS BUQUES DE LA UNAM: MÁS QUE BARCOS, LABORATORIOS FLOTANTES

• El Puma y el Justo Sierra llevan casi 30 años en la mar, ayudando a los científicos en todo tipo de experimentos
• Una vez al año prestan sus espacios y camarotes para que alumnos de doctorado y maestría del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología realicen prácticas y ganen experiencia

Los buques oceanográficos de la UNAM, más que barcos, son laboratorios de trabajo móviles y flotantes. El Puma y el Justo Sierra, abanderados en 1980 y 1982, fueron diseñados especialmente para navegar en las aguas mexicanas.

Ambas plataformas oceanográficas son iguales tanto en su interior como exterior, pero además, “son como un teatro en el que se pueden representar desde comedias hasta dramas, es decir, en ellas se pueden realizar investigaciones de muy distinta índole, pues sirve tanto a biólogos como a oceanógrafos”, explicó su coordinador, Ingvar Emilsson Jonatansdottir.

El especialista islandés fue enfático al decir que los barcos no hacen ciencia por sí solos, pues los encargados de esta labor son los científicos que se enrolan en los cruceros o campañas oceanográficas, que pueden durar desde cinco hasta 75 días. “Cada buque puede quedarse fuera de puerto un mes ya que son autónomos e incluso producen su propia agua”.

Estas naves fueron construidas para desplazarse por las aguas nacionales, ya que aunque el océano mexicano no es muy distinto de los otros, tiene sus particularidades. Por ello, estos barcos de gran maniobrabilidad pueden ser empleados para desarrollar diversas ramas oceanográficas, ya que pueden operar bajo distintas condiciones marinas y meteorológicas en un radio de 9 mil millas náuticas.

En el palo principal de los buques, a 15 metros sobre del nivel del mar, se ubica una plataforma para instalación de sensores meteorológicos y observación visual. También cuentan con graficadores, impresoras, ecosondas de penetración, de navegación y sonar para detección de cardúmenes, repetidoras de instrumentos de navegación y registradores continuos de salinidad, temperatura y fluorometría superficiales.

Cada buque navega en promedio 180 días cada 12 meses, y una vez al año ambos participan en una campaña llamada Métodos, en la que estudiantes de doctorado y maestría del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología (ICMyL) de la UNAM realizan, durante 10 días, prácticas en altamar para adquirir “un poco de experiencia” y hacerse de una formación integral.

Desde marzo del año 2000, la Secretaría de Investigación y Desarrollo, a través de la Coordinación de Plataformas Oceanográficas, se ha hecho cargo de la operación y mantenimiento de los dos buques y sus respectivas bases, situadas en los puertos de Mazatlán, Sinaloa y Tuxpan, Veracruz.

Actualmente son propiedad de la UNAM, pero en el pasado, específicamente la primera década tras su construcción, funcionaban mediante un acuerdo tripartita entre Pemex, Conacyt y la Universidad Nacional.

Petróleos Mexicanos usaba los barcos para realizar estudios de contaminación del mar, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) cedía su tiempo a instituciones que realizaban diversos trabajos de campo y la Universidad desarrollaba investigaciones con ellos. El convenio terminó en 1991, y de ahí en adelante la UNAM se quedó al frente de este par de plataformas.


Construidos en Noruega, cada uno pesa mil 100 toneladas y mide 50 metros. Los modelos que se fabricaban en aquel entonces eran más pequeños, “pero pedimos que El Puma y el Justo Sierra fueran cinco metros más grandes para adaptarlos a las necesidades propias de las naves, investigadores y tripulación”, señaló.

Los camarotes tienen hasta tres literas, luz de día, dos ventanas y están diseñados para investigadores que quieren vivir y trabajar a gusto, porque no son como los de otras naciones, que parecen catacumbas; sin embargo, Ingvar señaló que ninguno tiene baños ni regaderas personales, porque cada ocupante debe cuidar su camarote, ya que no hay personal de limpieza.

Este conjunto de cuartos puede alojar hasta 21 pasajeros en el Justo Sierra y 20 en El Puma, más los 15 integrantes de la tripulación, que van desde el capitán hasta el cocinero, aclaró.

Ingvar recordó cuando llegó a México en 1970: “vine como oceanógrafo físico del Programa de Asistencia Técnica de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); salí de ahí en 1986 y me incorporé al ICMyL. Fue en enero de 1979 cuando comencé a trabajar en el diseño de El Puma. Yo decía, ‘quiero un buque así, con un camarote con estas características y un laboratorio con estas especificaciones’”.

Desde 1994, Emilsson coordina las plataformas y se siente orgulloso de esta labor. “Tengo muchos recuerdos y anécdotas de estos buques, cada uno significa experiencias que no cambiaría”.

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Fotos

Los buques Puma y Justo Sierra fueron construidos para trabajar en aguas nacionales; aunque los mares mexicanos no son muy distintos de los de otras zonas tropicales, tienen sus particularidades, dijo Ingvar Emilsson.

El buque Puma, abanderado en 1980, fue construido en Noruega.

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