Boletín UNAM-DGCS-745
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 16 de Diciembre de 2009

Xóchitl Galicia Moyedo


EN AUMENTO LAS TERAPIAS FAMILIARES

• La situación económica, violencia intrafamiliar, crisis de pareja y bajo rendimiento escolar, los promotores, dijo Xóchitl Galicia Moyeda, de la FES Iztacala de la UNAM
• No sólo se debe al incremento de problemas de la sociedad contemporánea, sino también a un cambio en la forma de pensamiento
• Entre 80 y 90 por ciento de quienes recurren a ellas solucionan su situación, informó



En los últimos años, la situación económica de la población, la violencia intrafamiliar, las crisis de pareja y el bajo aprovechamiento en los estudios han incrementado de manera exponencial las terapias familiares, reconoció la académica de la UNAM, Xóchitl Galicia Moyeda.

La psicóloga y terapeuta de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Iztacala, reveló que este escenario no sólo se debe al incremento de los problemas en la sociedad contemporánea, sino a la forma de pensamiento.

Hoy día, aseguró, si bien es cierto que la colectividad tiene otro tipo de problemas como mayores índices de violencia y más agresividad, la manera de contemplar ciertas situaciones se ha modificado, al igual que el tipo de solución.

Antes, la inseguridad, el bajo rendimiento académico o los conflictos matrimoniales eran vistos como algo natural. Para la esposa era normal que su marido la golpeara, regañara o engañara, y lo solucionaba quedándose en casa y encubriendo los sucesos.

Ahora, con la información saben que su situación puede ser tratada y resuelta por medio de un psicólogo o una terapeuta familiar.

La violencia intrafamiliar siempre ha existido, al igual que las enfermedades o la deserción escolar; el problema es que cuando el hijo tiene bajo rendimiento, lo más común es llevarlo a regularizarse y no a tratamiento.

Galicia Moyeda subrayó que entre 80 y 90 por ciento de quienes recurren a terapias familiares solucionan su situación, porque descubren las herramientas o acciones que provocan la permanencia de sus problemas y cuáles ayudan a su dilución; y aunque a veces no se resuelvan, el paciente se percata de los métodos que debe emplear.

Esta psicoterapia se enfoca al mejoramiento de las relaciones y patrones conductuales de ese núcleo como un todo, así como entre miembros individuales y grupos o subsistemas del mismo.

Ante esa situación, en el Consultorio de Terapia Familiar Sistémica, de la Clínica Universitaria de Salud Integral (CUSI) de la FES Iztacala, la académica, en colaboración con diversos colegas, ofrece atención a quienes la requieran, con un costo simbólico, sin importar el número de participantes.

Cuando un paciente acude por primera vez, llena una solicitud con sus datos y describe el posible motivo de conflicto; se hace una lista de los solicitantes y, posteriormente, se les llama por teléfono para un contacto inicial, y con la información que proporcionan, se hacen las primeras hipótesis del problema.


Se trabaja en equipo; un terapeuta trata a la familia en una Cámara de Gesell (habitación acondicionada para permitir la observación con personas. Está conformada por dos ambientes separados por un vidrio de visión unilateral), y detrás del espejo un profesor y cuatro o cinco alumnos de maestría observan lo ocurrido, explicó Xóchitl Galicia.

El contacto comienza con preguntas de exploración para obtener datos de la familia y descartar o confirmar las suposiciones. Unos 45 minutos después, el profesional sale de la cámara y mantiene una retroalimentación con el resto del equipo. Después regresa y da al paciente una opción para ver el problema y se deja una tarea. Las siguientes sesiones son similares.

Las terapias, que se pretende sean breves, duran por lo general seis o siete sesiones quincenales; en ese tiempo los individuos registran un cambio, toman el control de su comportamiento y, poco a poco, se sienten capaces de dominar la situación; entonces se les da de alta.

Pero antes de llegar a ese punto, refirió la especialista, se les da una prescripción de la recaída. Como es factible que revivan la situación, se les pregunta que harían en ese caso; con ello, se percatan de los recursos que han formado en la terapia y si realmente son capaces de ponerlos en práctica.

Por lo general, explicó Galicia Moyeda, en un niño la mala conducta, aprovechamiento bajo, enuresis (orina en la cama), o cualquier otro comportamiento considerado problemático, son síntomas del funcionamiento familiar. Por ello, se solicita que todos los miembros acudan, para identificar dinámicas y que ellos, a su vez, perciban cómo se interrelacionan para propiciar ese proceder.

Los familiares que participan son papá, mamá e hijos, aunque se puede trabajar con una familia mayor, unas siete personas, incluida la abuela o los tíos. También se puede hacer con la madre y el descendiente, siempre y cuando estén dentro del tratamiento.

En México, cada vez hay más difusión y conocimiento de las terapias familiares, y las escuelas recurren en mayor proporción a los psicólogos para que sus estudiantes sean tratados.

Los principales motivos por los que acuden a este tipo de terapias son los divorcios o separaciones, cuyo trasfondo son problemas de infidelidad o de aspiración; es decir, la esposa tiene otras expectativas y deseos, y ya no quiere dedicarse exclusivamente a la crianza de los hijos.

También asisten jóvenes de secundaria con dificultades académicas, pero lo que en realidad está detrás es la relación de pareja de los padres, porque una mala armonía en el hogar se refleja en las aulas, concluyó Xóchitl Galicia.

 

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Hoy día, la manera de contemplar ciertas situaciones se ha modificado, al igual que el tipo de solución, señaló Xóchitl Galicia Moyeda, psicóloga y terapeuta de la FES Iztacala de la UNAM.

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