• La situación económica, violencia
intrafamiliar, crisis de pareja y bajo rendimiento escolar,
los promotores, dijo Xóchitl Galicia Moyeda, de la FES
Iztacala de la UNAM
• No sólo se debe al incremento de problemas de
la sociedad contemporánea, sino también a un cambio
en la forma de pensamiento
• Entre 80 y 90 por ciento de quienes recurren a ellas
solucionan su situación, informó
En los últimos años, la situación
económica de la población, la violencia intrafamiliar,
las crisis de pareja y el bajo aprovechamiento en los estudios
han incrementado de manera exponencial las terapias familiares,
reconoció la académica de la UNAM, Xóchitl
Galicia Moyeda.
La psicóloga y terapeuta de la Facultad de Estudios
Superiores (FES) Iztacala, reveló que este escenario no
sólo se debe al incremento de los problemas en la sociedad
contemporánea, sino a la forma de pensamiento.
Hoy día, aseguró, si bien es cierto que
la colectividad tiene otro tipo de problemas como mayores índices
de violencia y más agresividad, la manera de contemplar
ciertas situaciones se ha modificado, al igual que el tipo de
solución.
Antes, la inseguridad, el bajo rendimiento académico
o los conflictos matrimoniales eran vistos como algo natural.
Para la esposa era normal que su marido la golpeara, regañara
o engañara, y lo solucionaba quedándose en casa
y encubriendo los sucesos.
Ahora, con la información saben que su situación
puede ser tratada y resuelta por medio de un psicólogo
o una terapeuta familiar.
La violencia intrafamiliar siempre ha existido, al igual
que las enfermedades o la deserción escolar; el problema
es que cuando el hijo tiene bajo rendimiento, lo más común
es llevarlo a regularizarse y no a tratamiento.
Galicia Moyeda subrayó que entre 80 y 90 por ciento
de quienes recurren a terapias familiares solucionan su situación,
porque descubren las herramientas o acciones que provocan la permanencia
de sus problemas y cuáles ayudan a su dilución;
y aunque a veces no se resuelvan, el paciente se percata de los
métodos que debe emplear.
Esta psicoterapia se enfoca al mejoramiento de las relaciones
y patrones conductuales de ese núcleo como un todo, así
como entre miembros individuales y grupos o subsistemas del mismo.
Ante esa situación, en el Consultorio de Terapia
Familiar Sistémica, de la Clínica Universitaria
de Salud Integral (CUSI) de la FES Iztacala, la académica,
en colaboración con diversos colegas, ofrece atención
a quienes la requieran, con un costo simbólico, sin importar
el número de participantes.
Cuando un paciente acude por primera vez, llena una solicitud
con sus datos y describe el posible motivo de conflicto; se hace
una lista de los solicitantes y, posteriormente, se les llama
por teléfono para un contacto inicial, y con la información
que proporcionan, se hacen las primeras hipótesis del problema.
Se trabaja en equipo; un terapeuta trata a la familia en una Cámara
de Gesell (habitación acondicionada para permitir la observación
con personas. Está conformada por dos ambientes separados
por un vidrio de visión unilateral), y detrás del
espejo un profesor y cuatro o cinco alumnos de maestría
observan lo ocurrido, explicó Xóchitl Galicia.
El contacto comienza con preguntas de exploración
para obtener datos de la familia y descartar o confirmar las suposiciones.
Unos 45 minutos después, el profesional sale de la cámara
y mantiene una retroalimentación con el resto del equipo.
Después regresa y da al paciente una opción para
ver el problema y se deja una tarea. Las siguientes sesiones son
similares.
Las terapias, que se pretende sean breves, duran por
lo general seis o siete sesiones quincenales; en ese tiempo los
individuos registran un cambio, toman el control de su comportamiento
y, poco a poco, se sienten capaces de dominar la situación;
entonces se les da de alta.
Pero antes de llegar a ese punto, refirió la especialista,
se les da una prescripción de la recaída. Como es
factible que revivan la situación, se les pregunta que
harían en ese caso; con ello, se percatan de los recursos
que han formado en la terapia y si realmente son capaces de ponerlos
en práctica.
Por lo general, explicó Galicia Moyeda, en un
niño la mala conducta, aprovechamiento bajo, enuresis (orina
en la cama), o cualquier otro comportamiento considerado problemático,
son síntomas del funcionamiento familiar. Por ello, se
solicita que todos los miembros acudan, para identificar dinámicas
y que ellos, a su vez, perciban cómo se interrelacionan
para propiciar ese proceder.
Los familiares que participan son papá, mamá
e hijos, aunque se puede trabajar con una familia mayor, unas
siete personas, incluida la abuela o los tíos. También
se puede hacer con la madre y el descendiente, siempre y cuando
estén dentro del tratamiento.
En México, cada vez hay más difusión
y conocimiento de las terapias familiares, y las escuelas recurren
en mayor proporción a los psicólogos para que sus
estudiantes sean tratados.
Los principales motivos por los que acuden a este tipo
de terapias son los divorcios o separaciones, cuyo trasfondo son
problemas de infidelidad o de aspiración; es decir, la
esposa tiene otras expectativas y deseos, y ya no quiere dedicarse
exclusivamente a la crianza de los hijos.
También asisten jóvenes de secundaria con
dificultades académicas, pero lo que en realidad está
detrás es la relación de pareja de los padres, porque
una mala armonía en el hogar se refleja en las aulas, concluyó
Xóchitl Galicia.
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