• Esta modalidad ha reportado importantes
reducciones en los costos en las empresas, destacó Rebeca
Martínez Sánchez, doctorante de la FCA de la UNAM
• En América Latina, existen 14 millones de teletrabajadores,
y la tasa de crecimiento anual es de 21 por ciento, indicó
La Ley Federal del Trabajo y el INEGI no contemplan al
teletrabajo en el país, por lo que no existen estadísticas
oficiales al respecto, pero se estima que al menos 2.5 por ciento
de la Población Económicamente Activa (PEA) se encuentra
en esa modalidad, y esta cifra se incrementa paulatinamente, afirmó
Rebeca Martínez Sánchez, doctorante de la Facultad
de Contaduría y Administración (FCA) de la UNAM.
En el teletrabajo, explicó, el empleado labora
en una sede distinta a lo que se conoce como empresa u oficina;
se caracteriza porque se apoya en tecnologías de la información,
vive de esta actividad y, en ese sentido, la considera su ocupación
formal y principal fuente de ingresos.
Se puede clasificar de acuerdo al lugar donde se ubica:
la casa u otro sitio que no sea la oficina, o bien, se hace de
manera individual o colectiva.
En el primer caso, se sitúa en su hogar, con un equipo
y, en el segundo, en los llamados call center, que sí están
contabilizados en las estadísticas, porque son empleos
tradicionales, donde las oficinas completas están en un
lugar remoto a la sede de la empresa, precisó.
Básicamente, el teletrabajo individual se utiliza
en actividades como la programación, servicios al cliente,
diseño gráfico y contabilidad; también es
funcional para abogados que realizan y revisan contratos, y maestros
e investigadores a quienes la modalidad en línea permite
trabajar a distancia, señaló.
La economista indicó que esta opción laboral
ha reportado importantes reducciones en los costos, y un incremento
en la productividad de las empresas.
Aunque esa disminución reside, en buena medida,
en que en la mayoría de los casos el empleado es quien
paga con su sueldo, los insumos para realizar su labor como electricidad,
Internet, teléfono, computadora, impresora e, incluso,
la renta del lugar donde labora, que es su propio hogar.
También es conveniente para el trabajador, porque
no debe trasladarse diariamente a su lugar de acción, tiene
flexibilidad de horario y casi no se presentan distracciones para
hacer sus actividades, lo que eleva la productividad, apuntó.
No obstante, destacó, es preciso aclarar que una
persona que se contrata para teletrabajar debe tener cierto perfil;
requiere ser disciplinado y autónomo, además de
buena capacitación en el área de sistemas y en su
profesión.
Bajo esta premisa, se sabe que los rangos de sueldo que
se pagan oscilan entre los 15 y 50 mil pesos mensuales, subrayó
la doctorante, que realiza su tesis de grado sobre este tema,
asesorada por el académico de la UNAM, Ricardo Varela Juárez.
Otra ventaja es que pueden continuar con su labor, incluso
cuando existen crisis como la sanitaria. En la contingencia de
marzo hicimos un sondeo entre 100 empresas mexicanas, y el 56
por ciento siguió activa porque sus trabajadores operaban
desde su casa, comentó.
El teletrabajo, apuntó, ha cambiado también la forma
de concebir el liderazgo, porque no existe el jefe presencial.
Martínez Sánchez aclaró que no se
trata de una contratación informal, sino que el empleado
esté en nómina y goce de prestaciones, porque lo
único que cambia es el lugar de operación.
En ese contexto, se requiere que el teletrabajo sea considerado
una modalidad, y se contemple dentro del sueldo el costo de los
insumos que utiliza el empleado para realizar sus actividades.
Además, es recomendable hacer reuniones periódicas
para evitar el aislamiento y la desmotivación, sugirió.
Teletrabajo en México y América Latina
En América Latina, informó, existen 14 millones
de teletrabajadores y la tasa de crecimiento anual promedio de
los últimos años es de 21 por ciento. De hecho,
los países que tienen mayor número de teletrabajadores
son Brasil, Argentina y México.
No obstante, mencionó, el fundamento legal más
cercano en nuestra nación es el apartado de la Ley Federal
del Trabajo, que menciona las jornadas a domicilio “pero
en todo sentido se refiere a personas que ofrecen sus servicios
en la manufactura, y en trabajos manuales, no se refiere a servicios
profesionales”
Para Martínez Sánchez, el hecho de que
no esté regulado no se debe a un descuido, sino que existe
flexibilidad laboral estatal, es decir, el Estado decide no hacer
nada para conferir poder a las empresas, y que éstas regulen
sus contrataciones a su manera y no tengan obligaciones con los
empleados.
En Europa, Estados Unidos y Canadá esta modalidad
se utiliza comúnmente desde hace más de 15 años,
y en Europa se legisló desde hace una década, aunque
en estos países el contexto es distinto, porque se implementa
para mejorar la calidad de vida y no para evitar los tiempos de
traslado o hacer frente al desempleo, como ocurre en América
Latina, concluyó.
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