• Como ecosistema, están en mayor
peligro de extinción que las selvas, advirtió
el investigador del ICMyL de la UNAM, Francisco Flores Verdugo
• Europa ha perdido 95 por ciento de sus humedales, Canadá
el 65 y Estados Unidos el 53 por ciento; en el país aún
no hay cifras reales al respecto
• La nación ocupa el sexto lugar en el mundo en
extensión de manglares, y tiene entre 600 mil y 700 mil
hectáreas, destacó
En México, los humedales costeros están
seriamente amenazados y se considera que, como ecosistema, están
en mayor peligro de extinción que las selvas, advirtió
el investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología
(ICMyL) de la UNAM, Francisco Flores Verdugo.
De acuerdo con análisis realizados por diversos
especialistas, se estima que en Europa se ha perdido el 95 por
ciento de los humedales, en Canadá el 65, y en Estados
Unidos el 53 por ciento; en nuestro país todavía
no se tienen cifras reales al respecto.
El elevado azolvamiento (deposición de sedimentos
transportados por el agua, depositados en lagos, lagunas costeras,
ríos y manglares) por la erosión de la cuenca, el
sistema de presas, y la contaminación de la cuenca alta,
la construcción de bordos carreteros y la edificación
de desarrollos turísticos en zonas inundables, ha puesto
en serio peligro a los humedales costeros nacionales, expuso el
especialista.
Son tierras generalmente planas, en las que la superficie se inunda
permanente o intermitentemente; al cubrirse de agua, el suelo
se satura, queda desprovisto de oxígeno y da lugar a un
ecosistema híbrido entre acuático y terrestre, es
decir, los manglares.
Su elevada productividad, agregó, sostiene una
compleja y rica cadena alimenticia, y es fuente de importantes
recursos pesqueros hacia lagunas, esteros y el mar abierto.
También funcionan como filtros biológicos
porque son considerados los “riñones” de la
naturaleza; mejoran la calidad del agua al atrapar los nutrientes
y otros contaminantes provenientes de la agricultura, y de descargas
urbanas e industriales.
Al igual que los pantanos de agua dulce, dijo el especialista
universitario, son zonas importantes para amortiguar el impacto
por inundaciones y actúan como “esponjas”.
Posteriormente liberan el líquido en temporada de sequías.
El integrante de la Unidad Académica Mazatlán
del ICMyL, reveló que México es una nación
privilegiada en cuanto a riqueza de manglares, se estima que posee
alrededor de 600 mil ó 700 mil hectáreas, y se ubica
en el sexto lugar en el mundo en cuanto a extensión.
No obstante, acotó, hay indicios que muestran
que algunos sitios en la República se empiezan a erosionar,
aparentemente sin razón, como la Riviera Maya, donde se
observa que los principales ecosistemas, la duna y la playa, ya
no existen en algunas zonas y el oleaje rompe de manera franca
en el área de manglares.
Ha habido un desplazamiento sobre la dinámica
de las playas por el incremento en la energía de oleaje
asociado a los huracanes. Se han encontrado manglares que no cuentan
con barreras que los protejan y su vulnerabilidad será
mayor.
Asimismo, en el Océano Pacífico se ha detectado
la desaparición de algunas playas por erosión de
oleaje, como en la Península de Quevedo, Sinaloa, donde
en determinadas temporadas la marea sobrepasa la barrera de protección
y pone los manglares más expuestos a la marejada y, por
lo tanto, a su pérdida.
Flores Verdugo mencionó que en el Laboratorio de Ecosistemas
Costeros de la Unidad trabajan manglares, un tipo de humedal dominante
en el país, y pese a que es importante para el planeta,
es uno de los ecosistemas más amenazados.
Cuentan con una vegetación tropical que se localiza
en las zonas de mareas, entre el medio ambiente terrestre y el
marino. Están constituidos por 12 familias, por lo menos,
que comprenden más de 50 especies. En México es
la vegetación dominante de lagunas y estuarios y se estima
que entre 60 y 75 por ciento de las costas tropicales están
bordeadas por ellos.
En el país existen cinco especies de manglares:
rojo (Rhizophora mangle), blanco, (Laguncularia recemosa), negro
(Avicennia germinans) y botoncillo (Conocarpus erectus). Y otra
exclusiva de Chiapas (Rhizophora harrison), detalló el
experto.
Francisco Flores apuntó que estos ecosistemas
están fuertemente asociados a lagunas costeras porque buscan
las zonas protegidas del viento y el oleaje; de esa forma, su
elevada productividad, a través de las hojas de los árboles
que caen al agua y que funcionan como fuente de alimento, incrementa
los nutrientes y la fertilidad de la zona.
En consecuencia, acotó, sostienen importantes
pesquerías, principalmente de camarón, peces o bivalvos.
“En sitios donde disminuye la extensión de manglares
se refleja en la producción”.
Además de participar de manera importante en la
cadena alimenticia, también tienen otras funciones; se
les considera estabilizadores de la línea de costa y protección
contra huracanes y, de alguna manera, con sus raíces retienen
los sedimentos y evitan la erosión.
Están adaptados para crecer de cierta manera en
el cinturón de esos fenómenos naturales y son, hasta
cierto punto, una barrera, aunque se piensa que los principales
obstáculos para el paso de los huracanes son los corales,
las dunas y las playas.
El académico universitario explicó que
al igual que la tierra, el mar tiene zonas fértiles, otras
medianamente fecundas y grandes desiertos. En el 90 por ciento
de su extensión es similar a un desierto.
Las zonas prolíferas se asocian principalmente a las regiones
costeras, en las que destacan los humedales, y en particular los
humedales de las áreas tropicales. Además, 90 por
ciento de la pesca mundial que se realiza en regiones marinas
se desarrolla en la zona costera (la plataforma continental que
se extiende por abajo del mar), pero esta parte comprende menos
del 10 por ciento de la superficie marina.
Lo interesante de la pesca mundial, es que el 70 por
ciento son especies que tienen relación con lagunas costeras
y manglares, porque su vida transcurre en un sistema lagunar o
parte de su ciclo de vida.
El camarón, por ejemplo, se alimenta en las lagunas
costeras y los manglares porque son de los ecosistemas más
productivos del planeta; en estas zonas engordan, pero cuando
quieren desovar lo hacen en la región más infértil,
concluyó.
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