- La
académica obtuvo el Premio de Investigación 2009,
de la AMC, en el rubro de Ciencias Exactas
- Sus
investigaciones han puesto a la UNAM a la vanguardia, ya que
la física comenzó a trabajar con partículas
que estaban por debajo de lo microscópico incluso antes
de que la palabra nanómetro entrara al vocabulario científico
Antes de que el concepto de nanómetro entrara
al vocabulario científico, la doctora Ana Cecilia Noguez
Garrido ya realizaba trabajos con objetos que estaban muy por
debajo de la escala microscópica, “sólo que
en aquellas épocas los llamábamos partículas
muy, muy pequeñas”.
A dos décadas de distancia, Noguez aún
continúa en esta línea de investigación,
que aunque se enfoca en lo diminuto, tiene un impacto gigantesco,
como demuestra el hecho que actualmente es una de las científicas
mexicanas más citadas en el mundo.
Por esta razón, la Academia Mexicana de Ciencias
(AMC), que de cinco Premios de Investigación que concedió
en 2009, dio cuatro a la UNAM, designó a la profesora como
ganadora en el área de Ciencias Exactas, porque además
de una trayectoria destacada, cumple con otro requisito indispensable
para alzarse con este galardón, tener menos de 43 años.
Sólo quien encuentra muy temprano su vocación
acumula tal cantidad de logros siendo tan joven, y la profesora
Noguez es el mejor ejemplo, porque “desde niña sabía
que quería ser física, o al menos científica”.
“Esto se debe a que desde pequeña era muy
curiosa, algo que no he perdido. De hecho, la curiosidad es lo
que me mueve a realizar mis investigaciones… sí,
está el deseo de obtener resultados, pero subyacen las
ganas de explicarme las cosas, la curiosidad es la que me impulsa”,
comenta.
Esta inquietud, lo mismo la ha llevado a aprender guitarra
(“no muy bien”), hacer diseño gráfico
y dibujo (“sin saber con certeza qué es lo que hago”)
y a aventurarse como estudiante de licenciatura a innovar en áreas
donde pocos se habían adentrado antes (“eso sí,
desde el principio; aunque lo nanométrico aún no
recibía ese nombre, sabía que estaba haciendo investigación
de frontera”).
“Hice mi tesis de licenciatura sobre las propiedades
ópticas de los nanocompositos (materiales que a partir
de dos elementos forman un compuesto con propiedades diferentes),
y esta publicación rápidamente tuvo repercusiones
a nivel internacional, tanto, que llegué a presentar mi
trabajo en congresos fuera de México, y eso me abrió
un mundo muy diferente al que usualmente vive un estudiante que
se queda en su facultad”, expuso.
Conocimiento en evolución
En un principio, para estudiar estas “partículas
muy pequeñas”, Noguez se valió de la teoría
de la electrodinámica, “pero a través de los
años aprendí técnicas basadas en la mecánica
cuántica de primeros principios, que no fue sencillo. He
dedicado gran parte de mi trabajo a desarrollar modelos y teorías
fundamentados en la mecánica cuántica”.
La investigadora explicó que lleva varios años
estudiando las propiedades de quiralidad en sistemas nanométricos
y su actividad óptica. “Desarrollamos un método
de primeros principios donde se pueden estudiar nanotubos y nanopartículas,
único en el mundo. En ese sentido, en la UNAM estamos a
la vanguardia”.
Estos desarrollos han sido aprovechados por especialistas
a nivel internacional y han sido de gran ayuda en diversas investigaciones;
tanto que, con frecuencia, su equipo es invitado a participar
en diversos proyectos. “De hecho, tenemos pendiente una
colaboración con la Universidad de Northwestern, en Evanston,
Illinois, con un grupo experimental muy reconocido que hace nanotubos
de carbono, de los cuales nosotros interpretamos su actividad
óptica”.
Nanopartículas metálicas, diminutas
y de grandes aplicaciones
Salud, medicina, terapias, marcadores biológicos,
nuevos materiales e incluso electrónica molecular son sólo
algunos de los campos que se abren a partir del estudio de las
nanopartículas metálicas, y en esto, Noguez Garrido
ha marcado la pauta desde hace más de una década.
“Estas nanopartículas tienen una propiedad
muy particular: por su tamaño, las ondas electromagnéticas
producen en ellas lo que se conoce como plasmones de superficie,
que generan densidades de carga que dependen de la forma y tamaño
de la partícula y producen campos electromagnéticos
locales muy intensos que calientan y queman células, lo
que serviría en ciertas terapias, aunque éstas actualmente
están en etapas muy preliminares”, explicó
la catedrática.
Como se ve, queda mucho por hacer en este campo, “aún
es mucha su riqueza, pues todavía hay mucho por entender
y estudiar”.
Un premio deseado
“Desde que entré a la Facultad de Ciencias
ya sabía que existía el Premio de Investigación
de la ACM y sabía que sería un honor ganármelo,
especialmente porque lo habían obtenido maestros a los
que admiro mucho, como el doctor Víctor Manuel Romero Rochín”,
compartió Noguez Garrido.
La profesora recuerda que el día que recibió
la noticia del galardón regresaba del Cinvestav, donde
la habían premiado por ser una de las científicas
más citadas de México en la última década.
No habían pasado ni 10 minutos cuando sonó el teléfono
y recibió la noticia por parte del vicepresidente de la
Academia, “ahí dije, me voy a casa con mi familia,
mi día fue redondo y hoy ya nada puede superar esto”.
Después de reflexionar sobre el significado de
este galardón tan anhelado, afirma que para ella simboliza
la conclusión de un ciclo.
“Este es un premio para investigadores jóvenes,
pero con madurez, y eso me lleva a replantear mi vida académica.
Ya he pasado por las promociones, las primas y el SNI, y creo
que ahora puedo pensar en problemas científicos más
ambiciosos, que requieren más tiempo, y dejarme de preocupar
por las promociones. Éste es el momento justo para decir,
‘ya llegué aquí, y ahora puedo plantearme
otras metas’”, concluyó.
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