- Un grupo de especialistas, dirigido por Linda
Rosa Manzanilla Naim, del IIA de la UNAM, se dio a la tarea
de investigar cómo vivía la elite de esa urbe
y sus formas de gobierno
- Descubrieron que Teopancazco, de ser un centro
de clase media, adquirió importancia económica
porque sus habitantes se dedicaban a elaborar los vistosos trajes
de los señores y guerreros teotihuacanos
- Teotihuacan tenía una estructura “corporativa”,
en la que se privilegiaba a las colectividades, y que pudo haber
determinado un consejo de nobles conformado por cuatro personajes,
consideró Manzanilla Naim
Para investigar cómo vivía la elite de
Teotihuacan y sus formas o sistemas de gobierno en dos niveles:
los barrios y la ciudad como capital de un Estado, un grupo de
especialistas, dirigido por Linda Rosa Manzanilla Naim, del Instituto
de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, recreó
la microhistoria de uno de sus barrios.
En 1997, el equipo conformado por físicos, geofísicos,
químicos, biólogos, genetistas, arqueólogos,
antropólogos físicos y antropólogos forenses,
inició el proyecto Teotihuacan: elite y gobierno; se investigó
la posibilidad de un cogobierno, como parte de una estructura
corporativa que se veía incluso en las viviendas multifamiliares,
explicó Manzanilla Naim.
Con una superficie de 20 kilómetros cuadrados
y una población de 125 mil habitantes, era una megalópolis
y, por consiguiente, una excepción en el conjunto de los
centros urbanos de Mesoamérica.
Con su traza reticular y sus calles que cruzaban en ángulos
rectos, se caracterizaba por ser multiétnica; llegaban
migrantes de todas partes de la región, y se distribuyeron
en distintos barrios. A diferencia de otras áreas culturales,
posiblemente contaba con un cogobierno formado por cuatro personajes.
Dos puntos
Los investigadores excavaron dos puntos: el centro del
barrio multiétnico de Teopancazco y el palacio Xalla, ubicado
al norte de la Pirámide del Sol, donde probablemente se
reunían los cogobernantes a discutir razones de Estado
y a hacer rituales.
“Queríamos saber cómo funcionaba
un barrio multiétnico. El de Teopancazco pudo haber sido
originalmente uno de gente proveniente de lo que hoy es Veracruz,
pero debido a la riqueza que generaba (en él se diseñaban
los trajes que vestía la elite teotihuacana de la casa
noble que regía el barrio), los teotihuacanos lo tomaron
en sus manos, pero conservaron a sus habitantes como sastres”,
señaló la universitaria.
Al sur de la Ciudadela
A Teopancazco, localizado al sur de la Ciudadela, en
la periferia de Teotihuacan, se conoce desde 1884, cuando Leopoldo
Batres comenzó excavaciones en el lugar donde un alfarero,
de apellido Barrios, encontró el primer mural de lo que
se pensaba era un conjunto residencial; pero al avanzar la obra,
resultó ser el centro del barrio.
Los investigadores no sólo analizaron los materiales
que tradicionalmente interesan a los arqueólogos, como
cerámica, piedra y hueso trabajados, también hicieron
el rastreo químico de los pisos de estuco.
Como modernos detectives, tomaron muestras de tierra
de cada habitación, de las que extrajeron células
microscópicas y semillas, tallos y fragmentos de hojas
para determinar qué vegetación había en el
entorno y cuál era consumida por los pobladores; también,
para ver si descubrían indicios de moluscos marinos y restos
óseos humanos y de animales.
“De ser un centro de clase media, Teopancazco se
convirtió en un conjunto económicamente importante.
A nosotros nos interesaba saber por qué, y poco después
establecimos que la causa de ese cambio fue que sus habitantes
se dedicaban a elaborar los vistosos trajes de los señores
y los guerreros teotihuacanos y, además, a traer mantas
de algodón de las zonas cálidas como Veracruz”,
explicó la investigadora.
Consejo de nobles
Teotihuacan tenía una estructura que Manzanilla
Naim llama “corporativa”, en la que no se privilegiaba
a los individuos, sino a las colectividades.
A diferencia de lo ocurrido en ciudades del área
maya, regidas por una persona perteneciente a una dinastía,
y de la que conocemos su biografía, en Teotihuacan no se
han encontrado representaciones de sus gobernantes ni tumbas reales,
y no se sabe cuáles fueron sus palacios, que en otros sitios
son monumentales, como el Palacio de Pakal, en Palenque, dijo.
“La estructura corporativa pudo haber determinado
un cogobierno, un consejo de nobles de los distintos sectores
de la ciudad. Mi propuesta es que estaba conformado por cuatro
personajes”, indicó.
Como ciudad sagrada mesoamericana, se dividía
en cuatro sectores, con la Calzada de los Muertos como eje norte-sur,
un poco desviado al este, y la calzada este-oeste, que se cruzaba
con la anterior a la altura de la Ciudadela.
“Probablemente, los cuatro señores provenían
de estos sectores. La única representación que tenemos
de ellos, cada uno con un emblema distinto, apareció en
una vasija tardía encontrada en los años 30 del
siglo pasado, por el arqueólogo sueco Sigvald Linné
en Las Colinas, cerca de Calpulalpan, Tlaxcala.
“El principal señor lleva un tocado de tres
borlas y anteojeras del dios de las Tormentas, cuyo templo es
la Pirámide del Sol, el eje original del mundo teotihuacano”,
comentó la especialista.
Golpe de Estado fallido
El grupo de la Serpiente Emplumada gobernaba el sureste
de la ciudad; el de los Jaguares, el noreste (la zona de la Pirámide
del Sol); el de los Coyotes, el suroeste, y el de las Aves de
Rapiña, el noroeste (la zona de la Pirámide de la
Luna).
“Entre el año 250 y el 350, en la ciudad
se vivió un momento de gran tensión política,
un momento que parece haber quedado registrado incluso en murales
y, por supuesto, en la arquitectura. Posiblemente, el grupo de
la Serpiente Emplumada trató de tomar el gobierno en sus
manos, los demás linajes dirigentes no lo permitieron,
y hacia el año 350, lo expulsaron de la ciudad”,
relató Manzanilla Naim.
Entonces, toda la iconografía que tuviera que
ver con alfardas de serpientes fue tapada y al templo de la Serpiente
Emplumada se le desacralizó: se le arrancaron las esculturas,
se prendió fuego y enfrente de él se construyó
una estructura para que ocultara su fachada.
“El barrio de Teopancazco, que pertenecía
a este grupo, siguió funcionando, pero ahora quizá
bajo la tutela del grupo de los Jaguares”, dijo la investigadora.
Tensión
Los barrios, regidos por nobles que se comportaban como
reyezuelos, generaban una organización opuesta a la estrategia
corporativa del cogobierno teotihuacano.
“Mi hipótesis es que esa fue la razón
por la que la tensión entre estos dos sistemas de gobierno
no se pudo resolver, y en el año 550 fue incendiada la
ciudad”, consideró.
Originalmente, las elites intermedias movían bienes
suntuarios a su entera libertad, con independencia del Estado,
y mientras éste trataba de dar una imagen corporativa,
colectiva, aquéllas posiblemente se centraban en individuos
o familias nobles particulares; a final de cuentas, todo salió
de control.
Los miembros de la casa noble de Teopancazco traían,
junto con peces, conchas marinas, tortugas, cangrejos, cocodrilos,
plumas de quetzal para tocados y las mantas de algodón
con que se vestía toda la nobleza. Se pavoneaban en la
ciudad con ellas, como símbolo de riqueza (véase
el Mural del Templo de la Agricultura); el Estado teotihuacano
observaba cómo se hacían ricos e intentaba controlarlos.
Fin de la utopía
Hacia el año 550, a este frágil equilibrio
entre las dos formas de gobierno se sumó posiblemente una
gran sequía en el altiplano central. Como consecuencia,
el ritual de siembra dedicado al dios de las tormentas, que debía
de traer lluvias, fertilidad y abundancia, no funcionó.
Existe la posibilidad de que los barrios se hayan levantado
contra el consejo de gobierno, o contra quienes no hicieron llover
e impidieron que hubiera comida suficiente.
“No sabemos si esta revuelta interna fue obra del
pueblo o de las elites de los barrios que manipularon a la gente,
o quizá la gente se rebeló contra los reyezuelos
y contra el gobierno central. En todo caso, el colapso comenzó”,
refirió Manzanilla Naim.
Alrededor del año 550, los centros del poder fueron
incendiados (los templos y sedes administrativas y políticas
a lo largo de la Calzada de los Muertos tienen huellas de ignición).
Los pueblos que pertenecían a los corredores teotihuacanos
aprovecharon el colapso para independizarse y formar sus propios
reinos: Cacaxtla, Xochicalco, Tula, Teotenango y Tajín.
“Pero no sólo se independizaron también,
al parecer, cerraron las rutas de abasto a la ciudad, lo que impidió
la llegada de bienes de los corredores. Así, ninguna urbe
puede sobrevivir. Todo el sistema de abasto cayó, no sólo
el de articulación simbólica con los bienes suntuarios”,
concluyó la universitaria.
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