Boletín UNAM-DGCS-704
Ciudad Universitaria
12:30 hrs. 28 de Noviembre de 2009


RECREAN MICROHISTORIA DE UN BARRIO DE TEOTIHUACAN

  • Un grupo de especialistas, dirigido por Linda Rosa Manzanilla Naim, del IIA de la UNAM, se dio a la tarea de investigar cómo vivía la elite de esa urbe y sus formas de gobierno
  • Descubrieron que Teopancazco, de ser un centro de clase media, adquirió importancia económica porque sus habitantes se dedicaban a elaborar los vistosos trajes de los señores y guerreros teotihuacanos
  • Teotihuacan tenía una estructura “corporativa”, en la que se privilegiaba a las colectividades, y que pudo haber determinado un consejo de nobles conformado por cuatro personajes, consideró Manzanilla Naim

Para investigar cómo vivía la elite de Teotihuacan y sus formas o sistemas de gobierno en dos niveles: los barrios y la ciudad como capital de un Estado, un grupo de especialistas, dirigido por Linda Rosa Manzanilla Naim, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, recreó la microhistoria de uno de sus barrios.

En 1997, el equipo conformado por físicos, geofísicos, químicos, biólogos, genetistas, arqueólogos, antropólogos físicos y antropólogos forenses, inició el proyecto Teotihuacan: elite y gobierno; se investigó la posibilidad de un cogobierno, como parte de una estructura corporativa que se veía incluso en las viviendas multifamiliares, explicó Manzanilla Naim.

Con una superficie de 20 kilómetros cuadrados y una población de 125 mil habitantes, era una megalópolis y, por consiguiente, una excepción en el conjunto de los centros urbanos de Mesoamérica.

Con su traza reticular y sus calles que cruzaban en ángulos rectos, se caracterizaba por ser multiétnica; llegaban migrantes de todas partes de la región, y se distribuyeron en distintos barrios. A diferencia de otras áreas culturales, posiblemente contaba con un cogobierno formado por cuatro personajes.

Dos puntos

Los investigadores excavaron dos puntos: el centro del barrio multiétnico de Teopancazco y el palacio Xalla, ubicado al norte de la Pirámide del Sol, donde probablemente se reunían los cogobernantes a discutir razones de Estado y a hacer rituales.

“Queríamos saber cómo funcionaba un barrio multiétnico. El de Teopancazco pudo haber sido originalmente uno de gente proveniente de lo que hoy es Veracruz, pero debido a la riqueza que generaba (en él se diseñaban los trajes que vestía la elite teotihuacana de la casa noble que regía el barrio), los teotihuacanos lo tomaron en sus manos, pero conservaron a sus habitantes como sastres”, señaló la universitaria.

Al sur de la Ciudadela

A Teopancazco, localizado al sur de la Ciudadela, en la periferia de Teotihuacan, se conoce desde 1884, cuando Leopoldo Batres comenzó excavaciones en el lugar donde un alfarero, de apellido Barrios, encontró el primer mural de lo que se pensaba era un conjunto residencial; pero al avanzar la obra, resultó ser el centro del barrio.

Los investigadores no sólo analizaron los materiales que tradicionalmente interesan a los arqueólogos, como cerámica, piedra y hueso trabajados, también hicieron el rastreo químico de los pisos de estuco.

Como modernos detectives, tomaron muestras de tierra de cada habitación, de las que extrajeron células microscópicas y semillas, tallos y fragmentos de hojas para determinar qué vegetación había en el entorno y cuál era consumida por los pobladores; también, para ver si descubrían indicios de moluscos marinos y restos óseos humanos y de animales.

“De ser un centro de clase media, Teopancazco se convirtió en un conjunto económicamente importante. A nosotros nos interesaba saber por qué, y poco después establecimos que la causa de ese cambio fue que sus habitantes se dedicaban a elaborar los vistosos trajes de los señores y los guerreros teotihuacanos y, además, a traer mantas de algodón de las zonas cálidas como Veracruz”, explicó la investigadora.

Consejo de nobles

Teotihuacan tenía una estructura que Manzanilla Naim llama “corporativa”, en la que no se privilegiaba a los individuos, sino a las colectividades.

A diferencia de lo ocurrido en ciudades del área maya, regidas por una persona perteneciente a una dinastía, y de la que conocemos su biografía, en Teotihuacan no se han encontrado representaciones de sus gobernantes ni tumbas reales, y no se sabe cuáles fueron sus palacios, que en otros sitios son monumentales, como el Palacio de Pakal, en Palenque, dijo.

“La estructura corporativa pudo haber determinado un cogobierno, un consejo de nobles de los distintos sectores de la ciudad. Mi propuesta es que estaba conformado por cuatro personajes”, indicó.

Como ciudad sagrada mesoamericana, se dividía en cuatro sectores, con la Calzada de los Muertos como eje norte-sur, un poco desviado al este, y la calzada este-oeste, que se cruzaba con la anterior a la altura de la Ciudadela.

“Probablemente, los cuatro señores provenían de estos sectores. La única representación que tenemos de ellos, cada uno con un emblema distinto, apareció en una vasija tardía encontrada en los años 30 del siglo pasado, por el arqueólogo sueco Sigvald Linné en Las Colinas, cerca de Calpulalpan, Tlaxcala.

“El principal señor lleva un tocado de tres borlas y anteojeras del dios de las Tormentas, cuyo templo es la Pirámide del Sol, el eje original del mundo teotihuacano”, comentó la especialista.

Golpe de Estado fallido

El grupo de la Serpiente Emplumada gobernaba el sureste de la ciudad; el de los Jaguares, el noreste (la zona de la Pirámide del Sol); el de los Coyotes, el suroeste, y el de las Aves de Rapiña, el noroeste (la zona de la Pirámide de la Luna).

“Entre el año 250 y el 350, en la ciudad se vivió un momento de gran tensión política, un momento que parece haber quedado registrado incluso en murales y, por supuesto, en la arquitectura. Posiblemente, el grupo de la Serpiente Emplumada trató de tomar el gobierno en sus manos, los demás linajes dirigentes no lo permitieron, y hacia el año 350, lo expulsaron de la ciudad”, relató Manzanilla Naim.

Entonces, toda la iconografía que tuviera que ver con alfardas de serpientes fue tapada y al templo de la Serpiente Emplumada se le desacralizó: se le arrancaron las esculturas, se prendió fuego y enfrente de él se construyó una estructura para que ocultara su fachada.

“El barrio de Teopancazco, que pertenecía a este grupo, siguió funcionando, pero ahora quizá bajo la tutela del grupo de los Jaguares”, dijo la investigadora.

Tensión

Los barrios, regidos por nobles que se comportaban como reyezuelos, generaban una organización opuesta a la estrategia corporativa del cogobierno teotihuacano.

“Mi hipótesis es que esa fue la razón por la que la tensión entre estos dos sistemas de gobierno no se pudo resolver, y en el año 550 fue incendiada la ciudad”, consideró.

Originalmente, las elites intermedias movían bienes suntuarios a su entera libertad, con independencia del Estado, y mientras éste trataba de dar una imagen corporativa, colectiva, aquéllas posiblemente se centraban en individuos o familias nobles particulares; a final de cuentas, todo salió de control.

Los miembros de la casa noble de Teopancazco traían, junto con peces, conchas marinas, tortugas, cangrejos, cocodrilos, plumas de quetzal para tocados y las mantas de algodón con que se vestía toda la nobleza. Se pavoneaban en la ciudad con ellas, como símbolo de riqueza (véase el Mural del Templo de la Agricultura); el Estado teotihuacano observaba cómo se hacían ricos e intentaba controlarlos.

Fin de la utopía

Hacia el año 550, a este frágil equilibrio entre las dos formas de gobierno se sumó posiblemente una gran sequía en el altiplano central. Como consecuencia, el ritual de siembra dedicado al dios de las tormentas, que debía de traer lluvias, fertilidad y abundancia, no funcionó.

Existe la posibilidad de que los barrios se hayan levantado contra el consejo de gobierno, o contra quienes no hicieron llover e impidieron que hubiera comida suficiente.

“No sabemos si esta revuelta interna fue obra del pueblo o de las elites de los barrios que manipularon a la gente, o quizá la gente se rebeló contra los reyezuelos y contra el gobierno central. En todo caso, el colapso comenzó”, refirió Manzanilla Naim.

Alrededor del año 550, los centros del poder fueron incendiados (los templos y sedes administrativas y políticas a lo largo de la Calzada de los Muertos tienen huellas de ignición). Los pueblos que pertenecían a los corredores teotihuacanos aprovecharon el colapso para independizarse y formar sus propios reinos: Cacaxtla, Xochicalco, Tula, Teotenango y Tajín.

“Pero no sólo se independizaron también, al parecer, cerraron las rutas de abasto a la ciudad, lo que impidió la llegada de bienes de los corredores. Así, ninguna urbe puede sobrevivir. Todo el sistema de abasto cayó, no sólo el de articulación simbólica con los bienes suntuarios”, concluyó la universitaria.

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Fotos

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