- El biólogo estadounidense explicó
que se podrán identificar conocimientos de ayuda esencial
para control de plagas o salud pública
- Durante mucho tiempo, diversas variedades animales,
por lucir muy parecidas, fueron consideradas como una sola especie,
hasta que estudios genéticos lo desmintieron
- El conservacionista señaló que es
importante que cada país elabore un inventario de los
animales y plantas que habitan en su territorio y haga lo posible
por preservarlos
El biólogo estadounidense Daniel Janzen estimó
que pronto podremos tener pequeños lectores de ADN, del
tamaño de un celular o una pluma, que permitirán
analizar el código genético de los seres vivos y
determinar, automáticamente, de qué especie se trata.
“Cuando estos lectores estén al alcance
de todos, explicó, no sólo se podrá saber
si el pescado que compramos en la tienda es el adecuado, sino
que, cuando nos pique un mosquito, podremos colocarlo en este
aparato y nos dirá no sólo a qué familia
pertenece, sino si es portador del dengue o algún otro
mal, lo que nos ayudaría a determinar el momento preciso
en que una enfermedad aparece en una región”.
De visita en el Museo Universum de la UNAM,
el evolucionista advirtió que “el mundo está
ciego a la biodiversidad y debemos abrir los ojos para ver lo
que nos rodea y entender lo que podemos perder si seguimos destruyendo
el mundo, porque podríamos acabar con gran parte de las
especies que nos rodean sin siquiera darnos cuenta”.
El conservacionista habló del trabajo que realiza
actualmente en el Área de Conservación Guanacaste,
en Costa Rica, donde con un grupo de 24 parataxónomos escudriña
un terreno un poco más grande que el DF en busca de todas
las especies de mariposas que habitan en el lugar.
“A simple vista, muchas de ellas son idénticas,
pero al analizar su código de barras genético nos
damos cuenta de que no es así. Pueden verse casi iguales,
pero en realidad pertenecen a variedades diferentes”, señaló.
Así como en el supermercado los códigos
de barras, al ser escaneados por los lectores láser, proporcionan
las características específicas de cada producto,
como precio, fábrica de procedencia o peso, el código
de barras genético sirve para determinar las diferencias,
a veces mínimas (“pero no por eso menos significativas”),
entre diversas variedades animales que por sus similitudes, durante
siglos, se consideró que formaban parte de una misma especie.
El trabajo de Janzen en Costa Rica consiste en coleccionar
lepidópteros para tomar muestras de ADN y conformar un
gigantesco catálogo que servirá para inventariar
la biodiversidad de cada región.
“Lo que hacemos en Guanacaste representa un primer
paso para lo que se podría hacer, a nivel más extenso,
en México, Brasil, Indonesia y, probablemente Australia,
países con una complejidad biológica impresionante”,
añadió.
Conformar el catálogo de la vida, una tarea que
inicia hoy
Actualmente, el análisis del código genético
de los seres vivos se hace en laboratorios especializados en máquinas
que llegan a costar hasta 400 mil dólares, pero con el
avance de la tecnología, pronto podríamos tener
pequeños lectores de ADN.
“Los habitantes de cada región conocerían
mejor su entorno y la biodiversidad, e incluso podrían
ayudar a ampliar el catálogo de especies en conformación”.
Por ejemplo, se ha detectado que en una pescadería,
de un lote que se ofertaba como pargo rojo, sólo un ejemplar
pertenecía a esta especie y los demás de 27 variedades
diferentes.
Preservación, aprovechamiento de la biodiversidad,
control de plagas y salud pública son apenas una muestra
del abanico de posibilidades que se abre con la conformación
de un catálogo de códigos de barras genético
cada vez más amplio, aunque el científico precisó
que tener un inventario con estas características es particularmente
relevante en estos momentos “porque podríamos perder
a una multitud de especies animales y vegetales, y ni siquiera
darnos cuenta de ello”, concluyó.
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