Boletín UNAM-DGCS-688
Ciudad Universitaria
06:00 hrs. 20de Noviembre de 2009


Hugo Hiriart


OTORGAN A HUGO HIRIART Y URDANIVIA EL PREMIO NACIONAL DE CIENCIAS Y ARTES 2009

• El escritor y dramaturgo egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM recibirá el máximo galardón del Estado mexicano en Lingüística y Literatura
• El teatro es una adicción, es pasar de algo que uno imagina a una puesta en escena que causa placer, dijo quien fuera profesor del Centro Universitario de Teatro

Recurre siempre a elementos fantásticos para narrar historias con algún pasaje de la realidad. Entreteje el drama y la comedia en obras de teatro, novelas y ensayos. Es Hugo Hiriart y Urdanivia, dramaturgo que será galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009 en el campo de Lingüística y Literatura.

Al escritor y filósofo, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la UNAM y maestro de varias generaciones en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de esta casa de estudios lo perturba recibir la máxima distinción que otorga el Estado mexicano.

“Es imposible describir las sensaciones, no son continuas, son oscilantes. Por un lado, el premio me da gusto, y por otro, me incomoda. No se oculta que es un premio a la persistencia, pero es un premio de viejos, como diciendo ‘es tu jubilación’”, reflexionó.

Aunque ha obtenido distinciones como el Premio Xavier Villaurrutia en 1972 por su primera novela, Galaor, a este hombre de teatro le aturden la popularidad, las fotografías y el protagonismo.

“Nunca me ha gustado la notoriedad, encabezar nada ni estar a la vista de nada. Siempre he preferido estar a un lado, en un rincón, así he sido desde niño. Entonces verme de pronto así no es algo que me guste o disfrute, me intranquiliza, me inquieta”, reveló.

Le gusta mucho viajar, porque le place estar entre desconocidos. Pero su gran pasión, el teatro, es visible, la mejor de las veces luminoso, cubierto de gente arriba y abajo del escenario.

Adicto al teatro
“El teatro es una adicción, es pasar de algo que se imagina un buen día al caminar por la calle, a una puesta en escena que me produce un placer tremendo. Allí es distinto, porque casi no salgo a escena, no tengo la intuición del actor”, reveló.

En una noche de estreno, Hiriart no logra estarse quieto ni sentarse un momento.

“Creo que camino kilómetros paseando por ahí, voy de las butacas a atrás del escenario. No puedo estar sentado porque estoy inquieto como un sentenciado a muerte”.

Pero en esa primera función, aquella historia que imaginó al ver entrar a un viejito en una miscelánea se torna viva.

“La atención del público se siente muy directamente, si lo está uno haciendo mal o bien es una percepción inmediata. Pero una vez que se estrenó la obra ya sabe uno si clavó la espada hasta la empeñadura o si pinchó en hueso, como dicen los toreros”, señaló.

De la mente a la escena
Casi siempre, en la mente de Hugo Hiriart las obras se piensan en forma de teatro.

“A mi no me gustaba teatro, nunca fui al teatro ni leí teatro, pero hacía muchos juegos de imaginación, era un niño y un adolescente completamente distraído, iluso, siempre estaba imaginando cosas. Cuando de joven tenía un trabajo que me distraía, para hacer algo que me gustara decidí escribir y montar una obra de teatro, sin haber estudiado con nadie, y lo hice como si hubiera estudiado, como si supiera qué hacer”, recordó.

Esa primera obra de Hiriart se montó y fue al festival de Caracas, el mejor festival latinoamericano de teatro. Después siguió escribiendo, se acercó a unas pocas clases de José Luis Ibañez y regresó a la UNAM, donde había estudiado la preparatoria y la carrera de filosofía.

“A partir de la segunda obra, me vinculé al teatro universitario. Yo había estudiado en la UNAM, filosofía y antes la preparatoria. Era mi casa, regresé y conocí a mucha gente. La UNAM me produjo varias obras, más que cualquier otra institución, que Bellas Artes o el Cervantino. Estando ahí empecé a dar clases en el CUT, conocí a los actores jóvenes, ahí ensayaba, iba a los montajes de los muchachos y los maestros”, evocó.

De su actividad docente, lo que más disfruta es estudiar algo hasta entenderlo, y después explicarlo a los demás.

Al trabajar, el dramaturgo casi no hace trabajo de mesa. “A veces paso directo a escena. Guío a los actores, pero les dejo que sugieran. Creo que el dramaturgo debe de trabajar para la escena inmediatamente, no en su casa, debe estar visualizando lo que pasa en el escenario”, señaló.

Hiriart recordó que la mayoría de los buenos autores de teatro han sido directores, productores o actores.

“O las tres cosas. De entrada todos los grandes del teatro griego, Molière, Shakespeare, Ibsen, Strindberg. Y es que el teatro es una noción del tiempo en escena, de la velocidad o lentitud de los movimientos, de la claridad y expresividad de los diálogos, para que la gente entienda lo que está pasando”, señaló.

Hiriart consideró que tras el montaje hay que ser autocrítico, pues algunas obras funcionan, y otras no.

“Un promedio de bateo bueno es darle al bat tres de diez veces, cuatro hits ya es una genialidad. Así es con las obras”, comparó.

Además de montajes como Ámbar, Hugo Hiriart es autor, entre otras, de las novelas Cuadernos de Gofa y La destrucción de todas las cosas, así como de los ensayos Vivir y beber y Disertación sobre las telarañas.

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Fotos

Hugo Hiriart y Urdanivia, escritor y filósofo, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras (FFL) de la UNAM. .