Incansable estudioso del magnetismo terrestre y de
los efectos de un choque de dimensiones colosales causado
en la Península de Yucatán hace 65 millones
de años, el doctor Jaime Urrutia Fucugauchi, investigador
del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, recibirá
el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2009 en el campo de
Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales.
“Me siento sorprendido, contento, es una muy
grata noticia y un reconocimiento muy bueno no solo para mí,
también para las ciencias de la Tierra, que ojalá
con este premio tengan más visibilidad respecto a sus
temas de investigación, pues una parte importante de
los egresados trabajan para las industrias petrolera y minera
y somos menos quienes nos dedicamos a la investigación”,
comentó en entrevista.
Líder mundial del proyecto del cráter
Chicxulub —que se generó por el impacto de un
meteorito de diez kilómetros de diámetro en
el norte de la Península de Yucatán, causando
la extinción de miles de especies vegetales y animales,
entre ellas los dinosaurios— Urrutia es ingeniero geofísico
y maestro en esa disciplina por la UNAM, así como doctor
en paleomagnetismo por la Universidad de Newcastle, Inglaterra.
“Toda mi carrera académica la he desarrollado
en la UNAM, dentro del Instituto de Geofísica, a donde
llegué siendo estudiante de licenciatura. Es un instituto
que me gusta mucho porque tiene un potencial enorme, me siento
muy contento de trabajar aquí”, destacó
el investigador, quien durante dirigió el IGf entre
1997 y 2005.
Chicxulub, frontera geológica y evolutiva
Urrutia Fucugauchi reconoció que los estudios
del cráter Chicxulub, realizados durante 20 años,
le apasionan porque explican aspectos fundamentales de la
evolución y la vida en la Tierra, así como el
funcionamiento de los subsistemas de este planeta, desde el
interior, la corteza, hidrosfera, atmósfera y los sistemas
de soporte de vida.
Esos subsistemas fueron afectados al recibir el impacto
de un meteorito de gran tamaño, que marca uno de los
eventos críticos de la evolución planetaria.
“Tenemos muy pocas fronteras en la división
de la escala geológica del tiempo, y una de las fronteras
importantes es del Mesozoico al Cenozoico, es decir, de la
era de los dinosaurios y los reptiles a la de los dinosaurios.
El paso está marcado por el paso de Chicxulub”,
resumió.
Además de sus efectos terrestres, los estudios
en Chicxulub permiten reconocer que los impactos representan
el proceso más importante para moldear las superficies
de los cuerpos planetarios.
“Si se observa la Luna se ve llena de cráteres,
incluso las partes oscuras, que son los mares, son impactos
gigantes. Los asteroides tienen impactos, y todos los cuerpos
sólidos del sistema solar han tenido colisiones. Así
que los impactos son el proceso geológico más
importante para moldear las superficies planetarias”,
señaló.
En la Tierra hay pocos ejemplos de impactos grandes.
Chicxulub es uno de ellos y el mejor preservado.
“El trabajo en el cráter es una de las
áreas más interesantes en que he participado,
sobre todo porque requiere un trabajo a largo plazo, multidisciplinario
e internacional, donde somos los mexicanos quienes hemos podido
perforar el cráter para hacer estudios en el laboratorio.
En el Proyecto Universitario de Perforaciones en Océanos
y Continentes, tenemos casi seis mil metros de núcleos
que estamos trabajando”, señaló.
Estudios sobre la composición geoquímica
del cráter y la conexión con estudios de fósiles
y extinciones se encuentran entre sus actuales líneas
de trabajo.
“Queremos hacer perforaciones en la parte marina
de Chicxulub, para tener datos de la parte más profunda
del cráter. Tenemos preguntas básicas sobre
cómo se comportan materiales como la roca y además
buscamos mayor precisión en los fechamientos. Medimos
los efectos de la colisión en días, meses y
años, órdenes de magnitud que implican mayor
precisión en una ciencia donde se trabaja en rangos
de miles o millones de años”, destacó.
Geomagnetismo y clima del pasado
El estudio de campo magnético de la Tierra,
su participación en la evolución planetaria
y el pasado del clima terrestre es otra pasión de Jaime
Urrutia.
“El paleomagnetismo me gusta mucho, es una
línea de investigación anterior al cráter,
a la que dediqué mi trabajo doctoral. Es la parte de
la tectónica de placas, de la deriva continental, hacemos
estudios de cómo varió el campo magnético
en el pasado y cuáles eran sus características.
También nos ayuda a conocer el clima del pasado, o
paleoclima”, dijo.
En esta área, el investigador del IGf encuentra
una conexión con la ampliación del campo académico
y laboral de las ciencias de la Tierra.
“En países como México, Venezuela
y Arabia Saudita todavía las ciencias de la Tierra
se dedican más al estudio y explotación petrolera
y minera. Pero en Europa cada vez se amplía más
el campo académico y laboral a cuestiones ambientales;
crece el potencial de estas disciplinas hacia estudios de
la atmósfera y del cambio climático”,
destacó.
Para dar respuestas a los actuales problemas planetarios,
el investigador participa en los trabajos científicos
del Año Internacional del Planeta Tierra que en 2011
concretarán un programa mundial de investigación,
educación, divulgación y acciones políticas
a largo plazo para proteger al planeta.