“La paz de Europa debe mucho al muro de Berlín,”,
señaló Beatriz Nadia Pérez Rodríguez,
coordinadora del Centro de Estudios Europeos, de la Facultad
de Ciencias Políticas de la UNAM.
Sin embargo, en el Vigésimo Aniversario de la caída,
dijo que “así como hay muros físicos hay
otros ideológicos y éstos nunca ayudan. Es necesario,
y más ahora, sentarnos a negociar para salir de los grandes
problemas internacionales de hoy. Cualquier muro lo que genera
es una división, y hay que negarse a eso”, enfatizó
Pérez Rodríguez.
La catedrática sostuvo que pese a sus detractores y a
su construcción arbitraria y sorpresiva en 1961, la inmensa
pared sirvió de freno a las hostilidades del bloque capitalista
y del socialista, en una época en la que las fricciones
y efervescencia de las dos superpotencias habían llegado
a tal grado que el temor de un inminente enfrentamiento nuclear
se palpaba en el aire.
Esta tensa calma disparó una carrera armamentista
que llevó a Estados Unidos y la URSS a acumular un poder
de destrucción tal, que hubiera servido para destruir
la Tierra 100 veces. “Por eso la caída del muro
es tan relevante; marcó el fin de la Guerra Fría
y cambió las prioridades de la agenda global, pues los
asuntos bélicos dejaron de ser prioridad y el foco se
puso en los económicos”, explicó la profesora.
“El año de 1989 representa un parteaguas que dejá
atrás una era bipolar e inaugura otra. Se trata de un
cambio complicado porque cuando los políticos y analistas
creían que tenían todas las respuestas al complicado
panorama global y a cómo se comportarían la URSS
y los EU, de pronto lo que cambiaron fueron las preguntas. Lo
que se dio fue un periodo de transición internacional”.
Se afirma que la caída del muro se dio casi por error,
cuando después de una serie de problemas con los visados,
Günter Schabowski, secretario de Agitación y Propaganda
del Partido Socialista Unificado de la RDA, en rueda de prensa
anunció una serie de medidas para permitir el tránsito
libre de los ciudadanos de Alemania Oriental a su contraparte
capitalista.
“¿Y cuándo será esto?”, preguntó
un periodista italiano; “inmediatamente”, respondió
Schabowski de botepronto, sin reparar en la dimensión
que alcanzarían sus palabras.
Inmediatamente, miles de individuos que habían escuchado
esta declaración en televisión y radio se reunieron
en el muro de Berlín exigiendo pasar del otro lado, ante
unos guardias azorados que no sabían si disparar contra
la multitud, o permitirles el acceso. Los soldados optaron por
la segunda opción.
Aquel día, cientos de familias se reencontraron, las
tabernas aledañas regalaron cervezas, en el Parlamento
los políticos entonaron espontáneamente “El
Himno a la Alegría” y los jóvenes escalaron
las paredes de la muralla con pancartas que decían “Love
& Peace in West and East”.
Pérez Rodríguez señaló
que “hay especialistas que alegan que la parte oriental
de Alemania está menos desarrollada y que en realidad
no hay mucho contacto entre una parte y otra. Eso podría
explicarse por el muro, que se erigió en 1961, y que
obviamente marcó una división que muchos aún
perciben”.
En esta misma línea, la universitaria indicó que
“el muro sigue en la mente de algunos, sobre todo de quienes
vivieron esa época, aunque esto parece no cumplirse con
los jóvenes y los niños, que se adaptaron fácilmente
y que seguramente dentro de pronto promoverán aún
más cambios”, indicó.
Nuevos tiempos, nuevos muros
La caída del muro de Berlín, de la Unión
Soviética, de las Torres Gemelas, todos estos fenómenos
ligados a la ley de gravedad, tanto física como política,
redefinieron el mundo en que vivimos.
“Con la caída del muro, el planeta puso en segundo
lugar los aspectos bélicos, con el ataque al World Trade
Center el asunto armamentista volvió a ocupar el interés
de las naciones poderosas”.
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