La resistencia de las bacterias a los antibióticos
es un problema de salud pública que incrementa la morbilidad
y mortalidad de los pacientes, y aumenta el costo económico
de las infecciones, advirtió en la UNAM, Carlos Amábile
Cuevas, de la Fundación Lusara (Laboratorio y Unidad
de Salvamento de Artrópodos, Reptiles y Aves) para la
Investigación Científica.
Invitado al seminario mensual del Departamento de Bioquímica
de la Facultad de Química (FQ), señaló
que esa tolerancia es un proceso evolutivo que se ha acelerado
por el uso indiscriminado de sustancias químicas para
detener el desarrollo, que ejercen una presión selectiva
sobre los microorganismos y los hacen resistentes, como advirtieron
hace mucho tiempo Charles Darwin y Alexander Fleming.
El uso exagerado de antibióticos ha causado
que bacterias sean ahora multirresistentes, lo que implica un
reto para los sistemas de salud y la industria farmacéutica,
señaló el farmacólogo.
En su conferencia Darwin tenía razón:
la evolución de la resistencia bacteriana, ofrecida
en el auditorio del Conjunto E de la FQ, Amábile Cuevas
destacó que esa resistencia incrementa en un 29 por ciento
la mortalidad causada por infecciones.
“En términos económicos, cinco
de los principales patógenos multirresistentes costaron
en Estados Unidos, en 1992, mil 300 millones de dólares,
pero hoy uno solo de ellos, Pseudomonas aeruginosa,
cuesta dos mil 700 millones de dólares al año”,
advirtió.
También, recordó que un germen multirresistente,
llamado Staphyilococcus aureus resistente a meticilina
(MRSA por sus siglas en inglés), causa en la Unión
Americana más de 19 mil muertes al año, cifra
que supera la mortalidad por VIH-SIDA.
Nueva estrategia
El investigador explicó que casi todas las
bacterias tienen un cromosoma que funciona como instructivo
base, y poseen plásmidos, moléculas de ADN en
forma de anillo ubicadas fuera del cromosoma.
Los plásmidos, detalló, actúan
como colecciones de trasposones, secuencias de ADN que pueden
moverse de forma autosuficiente hacia el genoma de una célula,
en un fenómeno conocido como transposición, que
facilita las mutaciones.
A esta plasticidad se suma la característica
transferencia horizontal de las bacterias, que es un intercambio
de genes que no ocurre, como en las plantas y animales, de forma
vertical de padres a hijos, sino que funciona entre dos organismos
vecinos.
“Estas características, sumadas a la presión
que ejercen los antibióticos, explican la eficiente resistencia”,
indicó Amábile.
Como propuesta para desarrollar una nueva generación
de antibióticos que detengan esta “carrera”,
el investigador propuso el desarrollo de “biofilms”,
comunidades de microorganismos que crecen, como una película,
adheridos a una superficie inerte o un tejido vivo.
La idea de utilizar estas películas sería
atrapar a las bacterias resistentes para tratar de detener su
mutación, y con ello a una nueva generación de
patógenos, concluyó.
.