• El conocimiento
científico ha dejado de ser el valor principal
y hoy está condicionado a un valor dominante:
la innovación, aseguró Javier Echeverría
• Dijo que de manera progresiva, la ciencia
académica se inserta cada vez más
en sistemas de investigación, desarrollo
e innovación
• Un científico no puede observar,
medir, experimentar, acceder a datos, comunicar,
publicar ni enseñar ciencia, sin recurrir
a las tecnologías de la información
y la comunicación, señaló
En la medida en que haya cultura innovadora,
se superará las crisis, se generará
bienestar social, riqueza y avance tecnológico.
El conocimiento científico ha dejado de
ser el valor principal y hoy está condicionado
a un valor dominante: la innovación, aseveró
en la UNAM, Javier Echeverría de la Fundación
Ikerbasque.
La ciencia ha cambiado radicalmente en
la segunda mitad del siglo XX, y ha evolucionado
al experimentar una mutación con las denominadas
tecnociencias, es decir, la vinculación
con la ciencia de la modernidad.
En el Coloquio Internacional Ciencia,
técnica y filosofía, un debate moderno,
resaltó que la distinción entre
ciencia y tecnociencia ha modificado la actividad
científica.
“La ciencia académica en
la modernidad, se ha caracterizado por su autonomía
que ha ido menguando. En las tecnociencias, esta
autonomía se mantiene, pero se inserta
cada vez más en sistemas de investigación,
desarrollo e innovación”, sostuvo.
Al dictar la conferencia Filosofía
de la tecnociencia. Conflictos tecnocientíficos
e innovación, indicó que la
ciencia tiene sus propios valores epistémicos
como la verdad, la precisión, el rigor,
la coherencia, la consistencia, la fecundidad
y otros más que, desde los años
70, han sido analizados tanto por historiadores
como por seguidores de la ciencia; la tecnociencia
aparte de los valores epistémicos, está
subordinada a valores empresariales, económicos
y militares.
En quince años, agregó,
el concepto de innovación se ha transformado
porque en el momento en que se convierte en el
valor principal en sus propios sistemas, los procesos
comienzan a cambiar porque diversos agentes se
incorporan al adelanto tecnológico.
En el auditorio Alberto Barajas de la
Facultad de Ciencias, precisó que la revolución
tecnocientífica del siglo XX ha alterado
la estructura de la práctica científica;
el conocimiento científico de ser un bien
en sí y un objetivo a buscar, y ha pasado
a ser un medio y no un fin.
Un científico no puede observar,
medir, experimentar, acceder a datos, comunicar,
publicar ni enseñar ciencia sin recurrir
a las tecnologías de la información
y la comunicación (e-science).
Por ello, las tecnociencias son vitales
y estratégicas para el desarrollo de otros
modelos de sociedad como la post-industrial, es
decir, la de la información y el conocimiento,
concluyó.
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