12:30  hrs. 26 de Septiembre de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-568

Ciudad Universitaria

 

 

 

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DESARROLLAN LARVICIDA CONTRA MOSQUITO DEL DENGUE

 

  • Investigadores de la UNAM aprovecharon la bacteria Bacillus thuringiensis israelensis para desarrollar un producto biotecnológico que destruye las larvas del insecto
  • No se cuenta con una vacuna ni con una medicina específica contra ese padecimiento, lo único que se puede hacer es controlar la reproducción de A. aegypti, dijo Alejandra Bravo, del IBt

 

En años recientes, los casos de dengue han aumentado de manera alarmante en casi todo el país.

 

Para contribuir al combate de Aedes aegypti, mosquito transmisor de la enfermedad, investigadores del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, campus Morelos, dirigidos por Alejandra Bravo y Mario Soberón, aprovechó la bacteria Bacillus thuringiensis subsp. israelensis (BTI) para desarrollar un producto efectivo contra las larvas.

 

B. thuringiensis es una extensa familia de bacterias que se caracterizan por producir proteínas tóxicas para distintos insectos; dentro de ella se encuentra la BTI, especializada en matar mosquitos como A. aegypti y Anopheles spp.

 

BTI fue aislada por primera vez en Israel en 1985, pero ahora se le encuentra en todo el mundo. En México se han hecho aislados naturales de bacterias semejantes y diferentes, que también exterminan mosquitos.

 

La BTI produce cuatro proteínas (Cyt1A, Cry4A, Cry4B y Cry11A) con acciones diferentes, pero que al trabajar simultáneamente incrementan su efecto; no daña otra clase de insecto y es absolutamente inofensiva para cualquier otro organismo o ser vivo.

 

En 1990 empezamos a trabajar con esta bacteria; entonces había pocos ejemplares conocidos, y mi primera propuesta como investigadora fue hacer una colección en México. Mandamos a estudiantes a recolectar muestras de suelos por todo el país, sólo faltó reunir muestras de la península de Yucatán, comentó Alejandra Bravo.

 

“En un principio teníamos ocho mil bacterias, por lo que fue necesario hacer una selección; al final nos quedamos con 600. Los resultados los publicamos en 1994 [Bravo et al. Appl. Environm. Microbiol 64: 4965-4972]”, acotó.

 

El siguiente paso fue caracterizarlas, y los investigadores universitarios hallaron algunas proteínas específicas que matan mosquitos, pertenecientes a las familias de proteínas Cyt y Cry (hasta el día de hoy se han reportado más de 200 proteínas Cry en todo el mundo).

 

Proteínas Cyt y Cry

El interés de los científicos radicaba en estudiar el mecanismo de acción de la proteína Cry para manipularla, mejorarla y utilizarla; observar qué hacía para matar a A. aegypti; con cuál otra proteína establecía contacto; por qué era tan específica contra el insecto y, además, identificar los receptores de este último.

 

“Tiempo después descubrimos que la proteína Cyt se integra en la membrana del intestino del mosquito y sirve como ancla de la Cry, que hace un agujero grande en esa membrana, por donde entra un flujo de iones y agua. De esa manera, el intestino revienta”, explicó la experta.

 

En cuanto a la toxina Cyt, es ingerida por A. aegypti, se incorpora a la membrana del intestino y desde ahí atrae a la Cry, es decir, le sirve como receptor. Así, aunque el mosquito no tenga un receptor de la proteína Cry, BTI produce uno.

 

Larvicida en forma de esferas

Es común ver, en la superficie del agua de una pila, larvas de A. aegypti que se retuercen, pero también las hay bajo el agua; con una especie de cepillos que tienen en la boca raspan las paredes para obtener su alimento.

 

Por ello, los investigadores diseñaron una formulación de su larvicidad con BTI en forma de esferas sólidas del tamaño de unas perlitas.

 

Si se hace una formulación líquida que se diluya en el agua de una pila, la concentración del larvicida será menor a la medida de aquélla, lo mismo pasa con una formulación en polvo, explicó.

 

Estas esferas cumplen con todos los requisitos de la Secretaría de Salud, aguantan el recambio de agua, duran más de un mes con 100 por ciento de efectividad, no enturbian el líquido, no se diluyen ni dejan residuos, no son tóxicas para los seres humanos ni para otros seres vivos y, además, flotan.

 

“Hicimos pruebas de laboratorio en recipientes con 100 mililitros y 10 litros de agua, y en un tanque como de un metro de altura con 50 litros de agua. Funcionaron muy bien”, aseguró.

 

Pruebas de campo

Con financiamiento del Conacyt, Bravo y sus colaboradores realizarán pruebas de campo con su larvicida.

 

Haremos un ensayo que requiere infraestructura y material. En el IBt tenemos una planta piloto que nos será útil, y requeriremos de personal que visite los lugares donde la gente convive con A. aegypti y aplique el larvicida, comentó la investigadora.

 

Habrá un grupo control de mosquitos A. aegypti al que no se le administrará nada, otro en el que se usará este desarrollo con BTI, uno más en el que se empleará un insecticida químico.

 

El objetivo es ofrecer el larvicida como una opción segura, no tóxica ni contaminante, y con una vida corta en el ambiente por estar compuesto con proteínas biodegradables, puntualizó.

 

“Otra ventaja es que las pequeñas esferas sólidas se pueden poner colocar en lugares o recipientes pequeños donde se estanca el agua, como huecos de árboles, llantas, floreros o macetas”, prosiguió.

 

A. aegypti pasa por todos los estadios larvarios y se convierte en adulto en apenas una semana, no obstante, el desarrollo de los universitarios es efectivo contra todos los periodos.

 

“No se cuenta con una vacuna para prevenir el dengue, ni con una medicina específica para curarlo, ni con un antiviral para combatir los cuatro serotipos del virus que lo provocan. Lo único que se puede hacer es controlar la reproducción de A. aegypti”, concluyó Bravo.

 

Sintomatología

El dengue es una enfermedad infecciosa causada por cuatro serotipos del virus DEN (DEN-1, DEN-2, DEN-3 ó DEN-4) que se incuban en las glándulas salivales del mosquito A. aegypti y se transmiten son su picadura.

 

La hembra pone sus huevos en depósitos de agua como tinacos, piletas, cisternas, tambos, cubetas, así como en agua estancada en huecos de árboles, llantas, floreros, macetas y bandejas de refrigerador, entre otros.

 

Los síntomas, que suelen presentarse entre cinco y ocho días después de la picadura del mosquito, pueden durar de tres a siete días y son fiebre alta, dolor de cabeza frontal, dolor alrededor de los ojos, dolor muscular, dolor de articulaciones, salpullido en tronco, brazos y piernas y, en ocasiones, náuseas, vómito y diarrea.

 

A la fase aguda, que dura hasta una semana, le sigue un periodo de convalecencia de dos semanas, en el que continúa el malestar general, pero con debilidad y pérdida del apetito.

 

El dengue hemorrágico es una forma grave del padecimiento, puede ocasionar la muerte; la sintomatología es fiebre alta, dolor en el cuerpo, malestar general y debilidad, sangrado por nariz y encías, aparición de moretones sin causas aparentes, dificultad para respirar, palidez, sudoración, somnolencia, vómito y pérdida del apetito.

 

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