06:00  hrs. 10 de Septiembre de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-535

Ciudad Universitaria

 

María del Carmen Majía Vázquez

 

Pie de foto al final del boletín

 

 

PRUEBAN COMPUESTOS DESARROLLADOS EN LA UNAM CONTRA TUMORES DEL SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO

 

·        Las casiopeínas son aplicadas contra neuroblastomas que afectan a niños, aseguró María del Carmen Mejía Vázquez, del IIBm

·        Tienen un centro activo de cobre y, unido, un aminoácido; su estructura es parecida a la del cisplatino, que ya se usa para el tratamiento contra cáncer, pero son más baratos y requieren menos dosis

 

Un grupo de compuestos desarrollado, sintetizado y patentado por la Universidad Nacional, denominado casiopeínas, es probado en laboratorio contra tumores del sistema nervioso periférico, denominados neuroblastomas, que afectan a niños, aseguró María del Carmen Mejía Vázquez.

 

La integrante del Departamento de Medicina Genómica y Toxicología Ambiental del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm), expuso que si ese fármaco puede inducir muerte celular programada o apoptosis, “sería posible establecer la cascada de eventos que ocurren en el tumor, lo que permitiría averiguar cómo es el mecanismo de acción del medicamento, y qué genes se prenden y apagan con su uso”.

 

En el Seminario El Neuroblastoma, un tumor antiguo que representa un reto actual, explicó que las casiopeínas son una familia de 200 compuestos, de los cuales se prueban cinco. Diez grupos de investigación, encabezados por Lena Ruiz Azuara, de la Facultad de Química, están enfocados a observar sus efectos en enfermedades como cáncer o SIDA.

 

La científica señaló que tienen un centro activo de cobre y, unido, un aminoácido; su estructura es parecida a la del cisplatino, que ya se usa para el tratamiento contra neoplasias, pero son más baratos y se requiere menos dosis para obtener los mismos resultados en pruebas de laboratorio.

 

Las casiopeínas, abundó Mejía Vázquez, son moléculas planas que permiten actuar como “intercalante” en el ADN de las células, aunque no se sabe exactamente cuáles bases ataca. También se desconoce, y en eso se trabaja, para ver si pueden representar una terapéutica contra neuroblastomas. En tanto, próximamente podrían ser probadas para otros tipos de cáncer en pacientes del Instituto Nacional de Cancerología.

 

El neuroblastoma, expuso en el auditorio Francisco Alonso de Florida, es un tumor neuroendocrino de células que surgen de la cresta neural, y aunque se conoce mucho de él –se describió en 1864–, aún no tiene tratamiento específico.

 

Se trata de un tumor del sistema nervioso periférico, “pariente” de los del sistema nervioso central, cuyo principal rasgo es la heterogeneidad a nivel biológico, esa condición se ve reflejada cuando se pretende dar tratamiento; a veces, ese procedimiento acelera su diferenciación y se vuelve maligno.

 

Otras veces, sin dar tratamiento al niño, el tumor involuciona por sí solo y desparece. “Ahí es donde el médico entra en conflicto”, expuso Carmen Mejía.

 

Dentro de los tumores sólidos infantiles, los neuroblastomas representan 10 por ciento de los casos registrados. Los signos son diferentes, pero una masa a nivel de la cápsula del riñón es casi siempre señal del mal; incluso, muchas veces se detecta mediante una radiografía tomada por otra causa. También se puede encontrar a lo largo de la cadena simpática.

 

Este tipo de tumor, que se presenta en menores de hasta 18 años, tiene básicamente cuatro estadios: el primero es un tumor localizado que puede ser extirpable quirúrgicamente. El segundo, es una “masa” de mayor tamaño y afecta los ganglios de un lado u otro del cuerpo.

 

El tercero implica daño en los ganglios en ambos lados; y el cuarto, presenta metástasis hacia ganglios linfáticos, hueso, médula, hígado y piel, precisó la experta.

 

Un quinto estadio sería el “4s” o “especial”; se caracteriza por ser un tumor que surge de las etapas uno o dos, pero con una diseminación al hígado, piel o médula ósea, pero muy pequeña. Se trata del mal que involuciona o desaparece. Se desconoce por qué ocurre así, pero se cree que se debe a la apoptosis. De 100 tumores, el 10 por ciento se “esfuma” y, sin recibir medicamento, el infante se repone.

 

Tiene características biológicas como la amplificación del oncogen (gene cancerígeno) llamado N-myc, y una deleción (mutación) del brazo corto del cromosoma 1p, entre otras.

 

Un buen pronóstico para el padecimiento es cuando se logra identificar en niños menores de cinco años; se trata entonces de un tumor de estadio uno o dos, es decir, un ganglioneuroma o un ganglioneuroblastoma, sin amplificación del oncogen y con apoptosis implícita. En los casos posibles se hace cirugía.

 

Los neuroblastomas son de mal pronóstico cuando se han identificado después de los cinco años. Se hallan entonces en fase tres o cuatro, con histología desfavorable, amplificación del oncogen N-myc y sin apoptosis. Entonces, finalizó Mejía Vázquez, se recomiendan cirugía, terapias biológicas o trasplante de médula ósea, pasando por quimioterapia.

 

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El neuroblastoma es un tumor neuroendocrino de células que surgen de la cresta neural, y aunque se conoce mucho de él, aún no tiene tratamiento específico, dijo María del Carmen Mejía Vázquez, IIBm de la UNAM.