06:00  hrs. 21 de julio de 2009

  

Boletín UNAM-DGCS-433

Ciudad Universitaria

 

Marco Guarneros Roniger

 

Pie de foto al final del boletín

 

PIERDEN CAPACIDAD OLFATIVA HABITANTES DE LA CIUDAD DE MÉXICO POR CONTAMINACIÓN

 

 

Un capitalino se sirve un vaso de leche y al darle el primer trago la escupe al descubrir que está agria; si esta escena se hubiera repetido con un tlaxcalteca como protagonista, lo más probable es que se hubiera percatado por el olor, que se trataba de un líquido descompuesto, incluso antes de que éste hubiera tocado sus labios.

 

Esto es perfectamente comprensible porque, según un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIB) de la UNAM, los habitantes de la Ciudad de México han perdido la capacidad olfativa por la contaminación ambiental, que genera escenarios tan riesgosos como el que no detecten el olor de algunos alimentos en mal estado.

 

Se trata de una investigación de Marco Guarneros Roniger, estudiante de posgrado, que consistió en comparar la capacidad sensorial entre los residentes del Distrito Federal y Tlaxcala, dos regiones que tienen condiciones geográficas similares y niveles de contaminación muy diferentes.

El proyecto de Guarneros Roninger, dirigido por Robyn Elizabeth Hudson (encargada del Laboratorio de Psicobiología del Desarrollo, en Biomédicas), es considerado uno de los primeros en el mundo sobre los efectos de la polución y sus estragos en el olfato.

 

Historia de dos ciudades

Para estudiar este fenómeno se seleccionó a 30 jóvenes (de entre 18 y 30 años, cuando la capacidad olfativa está en su máximo nivel) de cada localidad. Los voluntarios fueron estudiantes de la UNAM y de la Universidad de Tlaxcala.

 

Primero, los participantes tuvieron que detectar y describir el olor de leche, después el de dimetil disulfuro (producto de la descomposición láctea), y finalmente, el de este compuesto al ser agregado a la leche.

 

Un sentido poco estudiado

Guarneros Roniger explicó que, históricamente, la capacidad olfativa ha sido la menos estudiada porque, al tratarse de una función fisiológica similar a la de los animales, es considerada primitiva. Sin embargo, en los últimos 20 años se han realizado descubrimientos interesantes, a tal grado que, en 2004, el Premio Nobel se entregó a un grupo de estudiosos del olfato.

 

A partir de los resultados que arrojó el estudio, los estudiosos universitarios trabajan en otra investigación que, a través de nuevas metodologías, ayudará a detectar nuevos aromas.

 

 

 

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Foto 1.

Robyn Elizabeth Hudson y Marco Guarneros Roniger determinaron que la contaminación ambiental merma significativamente el sentido del olfato.