Boletín UNAM-DGCS-433
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PIERDEN CAPACIDAD OLFATIVA HABITANTES DE LA
CIUDAD DE MÉXICO POR CONTAMINACIÓN
Un capitalino se sirve un vaso de leche y al darle el primer trago la
escupe al descubrir que está agria; si esta escena se hubiera repetido con un
tlaxcalteca como protagonista, lo más probable es que se hubiera percatado por
el olor, que se trataba de un líquido descompuesto, incluso antes de que éste
hubiera tocado sus labios.
Esto es perfectamente comprensible porque, según un estudio realizado por el Instituto de Investigaciones
Biomédicas (IIB) de
Se trata de una investigación de Marco Guarneros
Roniger, estudiante de posgrado, que consistió en
comparar la capacidad sensorial entre los residentes del Distrito Federal y
Tlaxcala, dos regiones que tienen condiciones geográficas similares y niveles
de contaminación muy diferentes.
El proyecto de Guarneros Roninger,
dirigido por Robyn Elizabeth Hudson (encargada del Laboratorio
de Psicobiología del Desarrollo, en Biomédicas), es
considerado uno de los primeros en el mundo sobre los efectos de la polución y
sus estragos en el olfato.
Historia de dos ciudades
Para estudiar este fenómeno se seleccionó a 30 jóvenes (de entre 18 y
30 años, cuando la capacidad olfativa está en su máximo nivel) de cada
localidad. Los voluntarios fueron estudiantes de
Primero, los participantes tuvieron que detectar y describir el olor de
leche, después el de dimetil disulfuro (producto de la descomposición láctea),
y finalmente, el de este compuesto al ser agregado a la leche.
Un sentido poco estudiado
Guarneros Roniger explicó que, históricamente, la
capacidad olfativa ha sido la menos estudiada porque, al tratarse de una
función fisiológica similar a la de los animales, es considerada primitiva. Sin
embargo, en los últimos 20 años se han realizado descubrimientos interesantes,
a tal grado que, en 2004, el Premio Nobel se entregó a un grupo de estudiosos
del olfato.
A partir de los resultados que arrojó el estudio, los estudiosos
universitarios trabajan en otra investigación que, a través de nuevas metodologías,
ayudará a detectar nuevos aromas.
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Foto
1.
Robyn
Elizabeth Hudson y Marco Guarneros Roniger determinaron que la contaminación ambiental merma
significativamente el sentido del olfato.