Boletín UNAM-DGCS-431
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La violencia sexual no distingue edades ni niveles socioeconómicos. Cuando
ocurre en niños y se conjuga con condiciones de vulnerabilidad como la pobreza,
sus efectos se acentúan porque los pequeños tienen menos elementos para hacerle
frente, señaló la académica de
La especialista indicó que en países como México, no existen
instituciones que realicen registros o estudios de alcance nacional que
permitan calcular la dimensión y características del maltrato infantil, ni
siquiera del total de casos que llegan a ser del conocimiento de las
autoridades.
Tampoco, dijo, se cuenta con leyes que establezcan la obligación de
reportar los hechos en los que se presuma la presencia de agravio contra un
menor. Sin embargo, en naciones donde sí se ha establecido esta exigencia y el
Estado asume el compromiso de investigar, los expertos advierten que las
estadísticas no reflejan el nivel real de violencia.
El Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de
En ese mismo lapso, dijo, el 50.7 por ciento de las violaciones
denunciadas en
En el 60 por ciento de los expedientes, abundó, los agresores eran
conocidos o familiares de la víctima, y de ellos, el 85 por ciento eran del
sexo masculino.
Suárez Herrera refirió que según datos de
En cuanto a los agresores, el 51 por ciento era familiar de la víctima.
De ese total, 39 por ciento eran hermanos mayores; 26 por ciento tíos; 13 padres
biológicos; siete por ciento padrastros; nueve por ciento primos, y seis por
ciento, abuelos. Fuera de esta esfera familiar,se registró un ocho por ciento de profesores agresores.
En entrevista, la especialista dijo que el abuso sexual de menores
ocurre porque los adultos responsables de su cuidado, no supervisan
adecuadamente sus relaciones y actividades; además, los agresores al percatarse
que los pequeños carecen de atención y afecto, ven la oportunidad de atacarlos.
“En el aspecto psicoemocional, el acoso se
manifiesta en los menores como inseguridad y baja autoestima; sienten temor a
denunciar. Experimentan miedo al contacto físico y desconfianza; suelen
presentar una actitud sumisa, llanto sin motivo aparente, problemas para
relacionarse y dificultad para aceptar elogios”, detalló.
En ocasiones, apuntó,
los daños emocionales no se reflejan a corto plazo, sino hasta la adolescencia
o edad adulta, cuando se presentan dificultades para relacionarse con los
demás, aguda depresión y, en casos más graves, intentos de suicidio.
No existen síntomas vinculados exclusivamente a las violaciones. Para
detectar que un niño ha sido abusado sexualmente, existe una serie de señales de
alerta, como la expresión explícita del ultraje, reiteró.
Por otra parte, especificó que se consideran los efectos negativos de
ese acto según el grado de severidad con que se dieron los hechos, es decir, si
la víctima fue maltratada durante el abuso, el número de repeticiones y la
relación existente entre el agresor y la víctima.
La experta recomendó hablar a los menores de sexo en forma clara y
sencilla, así como enseñarlos a respetar su cuerpo y a exigir que los demás
también lo hagan. También exhortó a denunciar los casos de abuso, porque sólo
así podrán ser sancionados este tipo de delitos.
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